29/4/09

Indro Montenelli cuenta el momento en que le dispararon terroristas de las Brigadas Rosas

"EL ATENTADO

Milán, 2 de junio de 1977. Es la fiesta de la República. Yo la celebro recibiendo en las piernas cuatro balas de revólver, calibre nueve. Me disparan a las 10.10, justo al salir del hotel Manin, por la espalda. Tengo tiempo, dándome la vuelta, de ver a uno de los dos asesinos que sigue disparando desde una distancia de 4-5 metros. Pero estoy tan sorprendido y trastornado que no logro fijar en la memoria su rostro. Agarrándome a la verja de los jardines públicos [que hoy llevan su nombre], pienso: "¡Tengo que morir de pie!". Este pensamiento estúpido, herencia segura del 'Ventennio' [fascista], es quizá lo que me salva: cayendo, habría seguramente recibido la última carga en el abdomen.

Solo cuando el asesino ha terminado, cedo al mareo que me invade y resbalo hasta el suelo. Podría cómodamente matar con mi pistola al hombre que ahora me da la espalda para huir. Pero hay otro que lo protege con el arma en la mano. Me limito a gritarles: "¡Bellacos!". Un perro lobo, de la otra parte de la verja, mete la lengua entre los barrotes y se pone a lamerme la cara. La mujer, que lo lleva agarrado, está terrosa. La sonrío y digo: "¡No se asuste!".

Tengo enseguida la sensación de que ninguna parte vital está afectada. A mi alrededor, todo cubierto de sangre, se produce gran confusión. Después, todo se convierte en espectáculo. (...) En la cama, reúno a los míos. "Debemos dar", digo, "un ejemplo de medida y de elegancia: dejemos que griten los otros, que serán obligados a gritar. Nosotros, título a siete columnas". Pero se rebelan: lo quieren a nueve. (...) Desde ahora, debemos hacer de todo para confirmar la imagen que tienen nuestros lectores de mí, y que saldrá -lo siento- definitivamente fijada: el periodista sin miedo, pero también sin pose de gladiador." (El País, ed. Galicia, Cultura, 26/04/2009, p. 46)

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