30/12/08

Niños en guerra



"Yo veo de niño a este padre que nació en 1930 (el mío). Lo veo en Madrid a sus nueve años, recién acabada la guerra, perdido en la ciudad destruida. Una tía enfermera (con la mano muy larga) lo tiene a su cuidado y lo manda de una cola a otra del Auxilio Social. El crío, uno más entre tantos niños solitarios de la ciudad devastada, espera colas y ronda el hospital de Maudes en el que trabaja su tía y donde abundan los tullidos de guerra. No hay consuelo para su soledad. Nadie repara en ella. Al fin y al cabo, en ese año, toda Europa comienza a llenarse de niños vagabundos que huyen, empujados por sus padres, de un destino fatal. Ese niño que recorre una ciudad que no es la suya toma una decisión tan madura como insensata: va a un bar de Lavapiés y le dice al tabernero que le ha dicho su tía si le puede fiar 1,50 pesetas, que esa misma tarde se las devuelve. El niño se compra una manzana y un billete para Aranjuez en la estación de Atocha. Ha oído que allí tiene unos familiares. El niño inteligente, resuelto, siente que el tren le aleja del hambre y, sobre todo, de ese paisaje de derrumbe y piernas amputadas." (Elvira Lindo: Los niños de entonces. El País, Domingo, 14/12/2008, p. 15)

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