30/6/08

La violencia planificada, con excusa religiosa (en este caso), son la antesala del genocidio

“Tortura en campos de reeducación. Miles de opositores han sido obligados a pasar por cientos de instalaciones escolares donde los partidarios de Mugabe queman y mutilan a sus víctimas.

Zimbabue fue hasta hace poco un país. Ahora parece un gran campo de reeducación. Cientos de centros escolares son utilizados para encerrar y torturar a miles de opositores al presidente Robert Mugabe. Los veteranos de guerra, la policía y las agresivas milicias progubernamentales son los dueños de las calles.

Las organizaciones de derechos humanos han identificado centenares de "campos de reeducación", por los que han pasado decenas de miles de opositores -o sospechosos de serlo- en estos tres meses. Entre 90 y 500 personas, según diversas ONG han fallecido; algunos opositores han sido brutalmente mutilados o quemados, ante la connivencia -cuando no el aliento- de las autoridades. Cerca de 200.000 personas han acabado huyendo de casa para salvar la piel. El país está en ruinas y no sólo por el colapso económico. Se respira terror.

"Todo el mundo sabe dónde están estos campos terribles. En Harare hay unos cuantos, la mayoría, en instalaciones escolares. Las milicias han hecho lo que han querido", explica un diplomático occidental, quien añade: "Las detenciones son continuas y los abusos quedan impunes". (…)

La campaña de violencia sistemática ha sido planificada hasta el último detalle por el búnker del gubernamental ZANU-PF, el partido de Mugabe. Una vez repuestos de la estupefacción inicial por la derrota de marzo, los duros arrinconaron a los aperturistas y pusieron en marcha la Operación Makavhoterapapi, que en shona significa: "¿Dónde pusiste la cruz?". El objetivo: detectar a los que pusieron "la cruz" equivocada -votaron al MDC- y generar un entorno de terror que hiciera imposible una nueva derrota electoral de Mugabe en la segunda vuelta. Los miles que se registraron en la primera vuelta como observadores independientes o agentes electorales de la oposición creyendo que la democracia iba en serio fueron las primeras víctimas.

Al frente del dispositivo se colocó al Comité de Operaciones Unificadas (JOC), que agrupa a los altos mandos militares y policiales. Y como director, a Emmerson Mnangagwa, de 65 años, el más firme candidato a relevar algún día a Mugabe. Mnangagwa y al menos dos de sus compañeros del JOC ya dirigieron en los años ochenta las terribles masacres de opositores en Matabeleland, cuya capital es Bulawayo, que causaron más de 20.000 muertes. (…)

Algunas víctimas han relatado sus pasos por los "campos de reeducación" a las ONG: a todas, las milicias las fueron a buscar a casa y les retuvieron en algún caso durante días: "Me acusaban de haber vendido el país a los blancos y decían que nos iban a limpiar porque nuestro país no puede regalarse", explica un hombre de 32 años. Otro: "Me estuvieron pegando durante una hora y luego dijeron: 'Ahora estás bautizado; tus pecados han sido perdonados".

Alguna de estas reuniones llegó a encerrar a 70 personas simultáneamente, de las que seis murieron como consecuencia de las torturas. La violencia, coinciden las ONG, supera cualquier ola posterior a 1990 y también el nivel de brutalidad: algunos han sido apaleados hasta la muerte; otros, quemados vivos. Y algunos cadáveres, sostiene HWR, han sido encontrados con las lenguas y los labios cortados. "Los actos de terror que se han perpetrado son el preludio de todo politicidio o genocidio", concluye Genodice Watch, con sede en Washington." (El País, ed. Galicia, Internacional, 28/06/2008, p. 3)

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