19/2/08

Sin compasión, los judíos

“Es cierto que nuestro miedo por desaparecer del mapa nos ha acompañado casi constantemente; ha sido como una nube siempre flotando encima de nosotros, pero quizás precisamente por eso, por ser algo tan amenazante, hemos sido incapaces de enfrentarnos a él de verdad, de forma concreta y sensata, y por eso tampoco se han dado los pasos necesarios para superar ese miedo, y no me refiero sólo a medios militares (con los que también hemos fallado), sino a un cambio profundo y amplio en la conciencia de quien está obligado a evitar de verdad un peligro existencial para Israel. (…)

Hoy en día, Israel es un país insoportablemente turbio. Se respira una atmósfera empañada, y esto no es algo que empezara ni con Ehud Olmert ni con la última guerra, si bien Olmert con su conducta ha contribuido bastante a ello. (…)

Actualmente, tenemos la ocasión de ver cómo está actuando en este país un gen destructor, bien conocido por nosotros, capaz de llevarnos a una guerra fratricida. Es como si tras más de 100 años de incesantes luchas políticas, de guerras y de infinitas operaciones militares de castigo, la sospecha y la hostilidad con que nos hemos acostumbrado a mirar a nuestros enemigos se hubieran convertido en nuestra forma casi automática de pensar y comportarse con el resto, con todo aquel diferente de nosotros, aunque, por así decirlo, sea "uno de los nuestros".

Carecemos de compasión. No nos compadecemos de nosotros mismos y mucho menos de los demás. No existe el compromiso recíproco que precisa la frágil situación en que nos hallamos.” (DAVID GROSSMAN: El miedo de Israel a desaparecer del mapa. El País, ed. Galicia, Opinión, 17/02/2008, p. 33)

No hay comentarios: