“Es cierto que nuestro miedo por desaparecer del mapa nos ha acompañado casi constantemente; ha sido como una nube siempre flotando encima de nosotros, pero quizás precisamente por eso, por ser algo tan amenazante, hemos sido incapaces de enfrentarnos a él de verdad, de forma concreta y sensata, y por eso tampoco se han dado los pasos necesarios para superar ese miedo, y no me refiero sólo a medios militares (con los que también hemos fallado), sino a un cambio profundo y amplio en la conciencia de quien está obligado a evitar de verdad un peligro existencial para Israel. (…)
Actualmente, tenemos la ocasión de ver cómo está actuando en este país un gen destructor, bien conocido por nosotros, capaz de llevarnos a una guerra fratricida. Es como si tras más de 100 años de incesantes luchas políticas, de guerras y de infinitas operaciones militares de castigo, la sospecha y la hostilidad con que nos hemos acostumbrado a mirar a nuestros enemigos se hubieran convertido en nuestra forma casi automática de pensar y comportarse con el resto, con todo aquel diferente de nosotros, aunque, por así decirlo, sea "uno de los nuestros".
No hay comentarios:
Publicar un comentario