28/1/08

Ambiente opresivo de las dictaduras

“La convicción existencialista de que el infierno son los otros. La invencible sensación de vivir en el peor de los mundos posibles. La colectiva miseria moral que puede imponer el poder totalitario a sus obligados y temerosos súbditos. La sospecha o la certidumbre de que el vecino te está espiando continuamente y que delatará cualquier indicio de transgresión ante un estado policial que reprime implacablemente no solo la heterodoxia sino el intento de sobrevivir con metodología ilícita a una desesperada situación personal. La mediocridad vital, el pragmático conformismo, la resignación sombría, el chantaje y el abuso contra el débil o el acorralado, la corrupción cotidiana como aceptada y glorificada moneda de cambio en las relaciones entre la gente. Éstas son algunas de las temibles cuestiones que retrata esta película angustiosa y terrorífica que te hace palpar el vértigo mental y la asfixia de sus dos memorables y trágicas protagonistas.

Ocurre en la indeseable y sórdida Rumanía de hace 20 años y narra la preparación, ejecución y epílogo de un aborto clandestino, algo penado con la cárcel y la ruina a perpetuidad.” (CARLOS BOYERO: El espanto cotidiano. El País, ed. Galicia, Cine, 25/01/2008, p. 43)

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