"El 29 de agosto, un ataque aéreo estadounidense contra lo que se suponía era un núcleo terrorista de ISIS-K, (grupo proscrito en Rusia y otros países), en Kabul, se saldó con la muerte de 10 civiles inocentes, entre ellos siete niños.
Varios días después el jefe del Comando Central de EEUU, general Kenneth McKenzie, reconocía
el error: "Es poco probable que el vehículo y los que murieron
estuvieran asociados con ISIS-K o fueran una amenaza directa para las
fuerzas estadounidenses".
Bajo
el paraguas de la guerra contra el terrorismo, Estados Unidos lleva 20
años ejecutando ataques aéreos, bien desde aviones tripulados o desde
drones, por diferentes zonas en conflicto. Ahora, una asociación sin
ánimo de lucro con sede en Londres denominada Airwars, que se dedica a
investigar la guerra aérea internacional, ha hecho público un informe en el que ha calculado que al menos 22.679 y potencialmente hasta 48.308 civiles han muerto a causa de los ataques estadounidenses en su guerra contra el terrorismo.
Mientras
los partes militares estadounidenses y los medios de comunicación no
dejan de destacar con precisión el número de soldados muertos en esta
guerra infinita comenzada el 11 de septiembre de 2001, 7.057 militares según el último recuento, los informes solo difunden datos imprecisos de muertos civiles por las acciones estadounidenses.
Casi cien mil ataques
Las
investigaciones de Airwars desvelan que los datos militares oficiales
de EE. UU. muestran al menos 91.340 ataques aéreos en siete zonas de
conflicto importantes. Una horquilla tan amplia de muertos civiles (de
un mínimo de 22.679 hasta potencialmente 48.308) refleja las
dificultades que se han encontrado para el cálculo de los daños civiles.
"El Ejército estadounidense raramente rastrea los efectos de sus
propias acciones, incluso si son erróneas. Se deja en manos de las
comunidades locales, la sociedad civil y las agencias internacionales
calcular los costos".
Ni
el Departamento de Defensa ni el CENTCOM, el Mando Central de Estados
Unidos, publican datos sobre víctimas civiles. CENTCOM dijo a Airwars
que los datos sobre daños civiles reconocidos oficialmente no estaban
disponibles. "La información que solicita no está disponible de
inmediato en nuestra oficina, ya que abarca varias operaciones/campañas
en un lapso de entre 18 y 20 años", les respondió en un correo
electrónico, invitándoles a solicitar una Freedom of Information, una
petición al gobierno para que en virtud de una ley federal haga pública
una determinada información.
Estas
solicitudes pueden tardar varios años en obtener una respuesta, sin
garantía de que la información se divulgue. Es por ello que Airwars debe
recurrir a diferentes fuentes que registran unas estimaciones mínimas y
máximas.
Estas
tremendas cifras de civiles inocentes asesinados por Estados Unidos
contrastan con las 2.977 personas que murieron por los ataques del 11-S,
aproximadamente diez veces menos si comparamos la menor de las cifras
estimadas de muertos por los ataques "contra el terror".
Y todavía resulta más impactante si tenemos en cuenta que, en el mismo periodo, es decir, desde aquel 11 de septiembre, alrededor de 100 estadounidenses han muerto en ataques
salafistas en los Estados Unidos, ataques inspirados o realizados por
Al-Qaida, ISIS (organizaciones terroristas, proscritas en Rusia y otros
países) u organizaciones relacionadas con el terrorismo islámico que
aboga por la muerte de los "infieles".
8.000 operaciones en 80 países
La
envergadura de la denominada guerra global contra el terrorismo que
inició Estados Unidos se apreció cuando en 2017 el Departamento de
Defensa revela que tiene en marcha 8.000 operaciones espaciales repartidas en 80 países del mundo.
Aunque la guerra "antiterrorista" de Estados Unidos nunca tuvo límites territoriales claros, Airwars ha elaborado su estudio de datos en base a tres categorías:
Invasiones y ocupaciones totales de países: Afganistán 2001-2021 e Irak 2003-2009.
Grandes campañas de bombardeos contra el grupo terrorista Estado Islámico: Irak 2014-2021, Siria 2014-2021 y Libia 2016.
Campañas
estadounidenses de ataques aéreos y con aviones no tripulados más
selectivas contra grupos terroristas y militantes: Somalia 2007-2021,
Yemen 2002-2021, Pakistán 2004-2018 y Libia 2014-2019.
Airwars
precisa que para su estudio ha contado con la colaboración de otras
organizaciones locales en cada uno de los países y conflictos
analizados.
Irak, Afganistán, Siria
El
año más mortífero fue 2003, cuando se informó que un mínimo de 5.529
civiles murieron por acciones estadounidenses, según la organización de
monitoreo Iraq Body Count, casi todos durante la invasión de Irak ese año.
El
siguiente año más cruento fue 2017, cuando probablemente murieron al
menos 4.931 civiles, la gran mayoría en presuntos bombardeos contra Irak
y Siria. Sin embargo, si incluimos las estimaciones máximas de daños a
civiles, 2017 fue de hecho el peor año en cuanto a víctimas civiles, con hasta 19.623 muertos.
Casi
todas las muertes de civiles reportadas por guerras estadounidenses
desde el 11 de septiembre (97%) ocurrieron en las dos ocupaciones (Irak
2003-2019 y Afganistán 2001-2021); así como en la campaña contra el
Estado Islámico en Irak y Siria (2014-2021).
Los drones de Obama
Sería
un error pensar que el belicismo norteamericano es cosa de presidentes
republicanos. En 2012, los propios asesores de Obama reconocían que el
presidente estadounidense tenía una reunión "antiterrorista" todos los
martes con dos docenas de funcionarios de alto rango de seguridad en la
denominada Situation Room de la Casa Blanca, estudiaban sus
biografías y designaban las personas que debían ser asesinadas en nombre
de la lucha antiterrorista. El presidente daba el visto bueno de forma
individual, se daba la orden al dron correspondiente —los aviones
Predator y Reaper no tripulados que van armados con misiles Hellfire— y
el individuo elegido -junto con cualquiera que se encontrara a su
alrededor- era eliminado.
Lo explicaban con todo lujo de detalles los periodistas Jo Becker y Scott Shane en The New York Times con las declaraciones de los asesores de seguridad de la Casa Blanca. Ya entonces, se informaba que Obama llevaba aprobados 268 ataques de ese tipo con miles de muertos. Solo en Pakistán, según The Guardian,
los drones, desde 2004, habían acabado con la vida de entre 2.464 y
3.145 personas, de los cuales hasta 828 eran civiles (535 con Obama) y
175 niños. Alguna prensa europea llegó a calificar aquello como “La 'kill list' de Obama”.
Obama recurrió
a los drones armados más veces sólo en su primer año en la Casa Blanca
que Bush en toda su presidencia. Prácticamente desde el principio, la
estrategia del presidente demócrata consistió en apostar por los ataques
letales selectivos, no sólo con drones, sino también con las fuerzas
especiales o con misiles de ataque enviados desde largas distancias.
Iniciados
en secreto y más tarde normalizados en público, los ataques letales
selectivos transformaron la "guerra contra el terrorismo" para que se
extendiera cada vez más por todo el planeta.
Cuando
llegó Trump aumentando y presumiendo del aumento del gasto militar, con
su escalada en el uso de las fuerzas especiales incluso más allá de las
cotas alcanzadas por Obama, y su expansión del imperio de los drones
con cada vez más ataques, se encontraron con pocas quejas de demócratas o
republicanos. Al fin y al cabo, era la estrategia de los dos
presidentes anteriores, sólo que aumentada.
Pinta de terrorista
En su libro Las guerras de los drones, matar por control remoto,
la activista y defensora de la paz Medea Benjamin analizó el uso de
drones en las guerras sucias de Estados Unidos (Irak, Afganistán, Libia,
Yemen, Somalia...), sobre todo por parte de la CIA, de organizaciones
vinculadas con el Pentágono y de contratistas privados que reclutan
mercenarios.
Los
drones de guerra son manipulados por individuos con varias pantallas
ante sí; dicen: ''Ese tipo tiene pinta de terrorista islámico'', y el
analista de imagen lo confirma o lo niega, y según el caso se le mata o
se le deja en paz.
Benjamin
explica que "guerra sucia significa aquí buscar desde el aire a
cualquier posible indeseable y, en vez de capturarlo, para ver si es él,
y juzgarlo para verificar su culpabilidad, se le lanza un misil y se le hace trizas, a él y a cuantos estén a su alrededor.
Barack
Obama tiene su lista secreta de indeseables, la CIA tiene otra, los
militares la suya, y así hasta que se acaben los presuntos terroristas
islámicos y aparezcan otros que justifiquen la continuidad de la
industria de guerra de Estados Unidos...".
Ofensiva de terror
20
años de guerra contra el terrorismo han dejado un rastro de violaciones
de derechos humanos que van desde las mazmorras de Abu Ghraib con su
catálogo de torturas, al campo de concentración de Guantánamo y al
asesinato de miles de inocentes mediante ataques aéreos indiscriminados,
como acabamos de ver. Sin ninguna duda la denominada “guerra global
contra el terror” desde el discurso occidental se convirtió en "ofensiva
de terror" para los habitantes de países como Afganistán, Irak, Siria,
Libia o Pakistán.
La
excusa del terrorismo ha servido para atropellar la legislación
internacional, para violar sistemáticamente los derechos humanos, para
encarcelar inocentes bajo la mera sospecha de terroristas o para
criminalizar protestas pacíficas.
La
lectura simplista que gran parte de la ciudadanía estadounidense y
europea hace del terrorismo islamista y de la guerra contra el terror,
separando entre un bando malo yihadista y uno bueno occidental no tiene
ninguna credibilidad para los habitantes de los países que llevan 20
años comprobando humillaciones, torturas y miles asesinatos de
inocentes por nuestros drones.
Muchos llegan así a la conclusión de que Estados Unidos y sus aliados no son menos terroristas que Al Qaeda o ISIS." (Pascual Serrano, Sputnik, 23/09/21)
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