"La
cinta 'Mientras dure la guerra' recupera la figura del presbítero,
maestro, masón y republicano, amigo de Miguel de Unamuno y ejecutado por
los franquistas
Protestante,
maestro, republicano y masón. Atilano Coco tenía todas las cartas para
acabar asesinado por los golpistas. Y así ocurrió. Secuestrado en
Salamanca, encarcelado y muerto a tiros en diciembre del 36, el amigo de
Miguel de Unamuno que recupera la película Mientras dure la guerra de Alejandro Amenábar es un ejemplo de las persecuciones religiosas que ejecutó el fascismo español.
Si
la República había consagrado la libertad de culto, los rebeldes
sostenían una idea única de España: católica, pura, impermeable. Más
allá, todo eran herejes. Y, como en un remake a destiempo de la
Inquisición, serían perseguidos, sometidos a cárcel, torturas y
ejecuciones, además del expolio de sus bienes, que entraron en el saco
del botín de guerra de los derrotados.
Atilano Coco, su vida,
obra y muerte, quedan como paradigma de esta cacería al infiel
emprendida por el naciente franquismo. Porque el culto, para los
fascistas, tenía principio y fin en la colaboradora Iglesia católica. Un
fanatismo religioso que ni el propio Unamuno sería capaz de interrumpir
siquiera por un caso, como retrata Amenábar.
Queda como epitafio
la nota que Enriqueta Carbonell, mujer de Coco, entregó al intelectual
para recordar la situación de su marido. Un papel en el que Unamuno,
dicen, escribió apuntes del discurso en el Paraninfo de la Universidad
de Salamanca donde soltó el famoso "venceréis, pero no convenceréis".
Un
par de meses después, el 9 de diciembre, Atilano Coco fue ejecutado en
el monte de La Orbada. Pero el presbítero sigue siendo además un
desaparecido. Uno más entre miles que continúan arrojados a fosas
comunes repartidas por todo el país. Nadie sabe dónde está la tumba del
amigo de Unamuno.
Una tarea de "limpieza" religiosa
"Claro
que hubo una persecución religiosa", resume en declaraciones a
eldiario.es el obispo de Madrid de la Iglesia Anglicana de España,
Carlos López. "Quizás una veintena de protestantes españoles fueron
ejecutados" por los franquistas, calcula.
Y aporta otros nombres,
más allá de Atilano Coco. "Como Pedro de Vegas, que tenía una parroquia y
una librería en Córdoba que mandaron quemar. Luego le asesinaron",
explica. "Era además amigo de Pío Baroja, que lo saca en alguna de sus
novelas".
Sigue. "Julio Caro, también ejecutado sin juicio
previo". Y "otros condenados a penas de cárcel", como Santos Martín
Molina en Sevilla, "que penó ocho años". También aquellos que no
encontraron más salida que el destierro, como Manuel Borobia en
Valladolid, "que marchó a Vigo, donde tampoco le dejaron ejercer como
maestro, y se tuvo que ir de España", y Progreso Parrilla, que desde
Jaén "atravesó el campo y se fue a Portugal, y en Lisboa cogió un barco y
se exilió hasta la muerte de Franco en Londres".
Aunque la
represión golpista también llegó al saqueo. "Se nos cerraron bastantes
templos y el régimen franquista nos expropió 26 templos y 14 escuelas",
sostiene el obispo de Madrid de la Iglesia Anglicana.
Quienes no
fueran católicos "seguro estaban expuestos a la represión poliédrica",
afirma la historiadora Marta Velasco, autora de Los otros mártires.
Porque los golpistas "en los primeros años de guerra arrasaron con todo
y no se anduvieron con sutilezas", cuenta en un libro que lleva como
subtítulo 'Las religiones minoritarias en España desde la Segunda
República hasta nuestros días'.
La búsqueda infructuosa de Atilano Coco
El
propio colectivo memorialista intentó localizar "hace unos años" los
huesos del pastor asesinado por los franquistas. Pero la información
sobre su paradero "era muy vaga" y los arqueólogos de la ARMH no
llegaron "a encontrar un sitio donde buscar". Por eso, hoy, "sigue
siendo un desaparecido".
A raíz del caso "hicimos una
investigación sobre la represión a las religiones no católicas, como
judíos, protestantes o musulmanes", continúa. "A esta gente las
perseguían como a los comunistas", ejemplifica Silva. "Los masacraron". Y
Atilano Coco, en el verano del 36, era una persona popular en
Salamanca. Fácil de señalar.
"Posiblemente recibió denuncia del
cura de la parroquia más cercana", apunta Carlos López. "Unos meses
antes había tenido con esta persona una polémica pública que le había
ganado porque era más ágil y capaz, y le denunció como persona dañina",
afirma. "A partir de ahí empezó el camino que lo llevó a la detención y a
su ejecución sin juicio previo", subraya el obispo anglicano.
"El
problema religioso en España es algo muy antiguo y eso que siempre
hemos convivido con otras religiones, más allá de la católica", tercia
la historiadora Marta Velasco. "Los evangélicos tenían comedores
infantiles, editaban revistas en plena guerra, tuvieron una gran labor
social y ahí podemos enmarcar a Atilano", apunta Emilio Silva.
"Eran
muy progresistas, dentro de que formaba parte de una religión, por eso
los persiguieron y los ilegalizaron", añade el presidente de la ARMH.
"Hasta los pactos –de la dictadura de Franco– con EEUU no se aprueba
una, entre comillas, ley de libertad religiosa", sostiene. Y ahí
coincide con Carlos López: "Hasta entonces las iglesias funcionaban de
forma clandestina, antes del decreto de 1967 era una persecución
sistemática e intolerancia plena".
La persecución que "no descansa"
"La
persecución religiosa fue terrible y el régimen no descansa", los
golpistas atacan mientras dura la guerra y continúan durante la
dictadura de Francisco Franco. Los rebeldes "se dan cuenta de la
diversidad hispana, descubren la importancia de otras religiones en la
sociedad" y emprenden una tarea "de limpieza y pureza en la que no cabía
el diferente", añade como "hipótesis histórica".
¿Qué cifras
alcanzó esta violencia? "No hay una cuantificación de personas que
sufrieron represión" por este motivo, explica la investigadora. El
olvido está razonado desde "la marginalidad en la que han vivido"
provocando que "aún hoy no sean colectivos visibles", apunta Velasco.
"El
franquismo ha conseguido fijar en nuestro imaginario colectivo que el
protestante no es de aquí, que es extranjero, igual que pasa ahora con
los musulmanes, aunque hayan nacido en España, como que no nos cuadra",
explica Marta Velasco. Una herramienta clave para asentar esta exclusión
nace "cuando la iglesia se mete en el sistema educativo como espina
dorsal del régimen".
"Yo no conocía lo que había pasado con las
minorías religiosas y lo más interesante cuando inicié la investigación
fue darme cuenta que como, sin considerarme una persona católica,
cargaba con todo el discurso nacional católico", añade. "Y los
protestantes, evangélicos... tienen una consideración de secta. ¿Por qué
decimos eso?", cuestiona.
Fascismo contra las "reformas republicanas"
Constitución
de la Segunda República Española de diciembre de 1931, artículo 27: "la
libertad de conciencia y el derecho de profesar y practicar libremente
cualquier religión quedan garantizadas en el territorio español". El
franquismo azotó la diversidad de culto desde el primer momento,
restaurando la religión católica como único camino permitido bajo el
lema 'Un dios, una patria, un caudillo'.
"La normativa franquista
se va comiendo a las reformas republicanas", señala Marta Velasco. "Un
proceso que cuando se estudia en paralelo es siniestro, terrible, como
si le metieran una poda bestial a todas las hojas verdes y flores del
árbol y lo dejaran seco", dibuja.
Y en ese contexto de primera
violencia extrema y persecución religiosa resultó detenido y asesinado
Atilano Coco Martín (Guarrate, Zamora, 1902 – Salamanca, 1936). El
pastor protestante había estudiado en Inglaterra, era presbítero de la
Iglesia Española Reformada Espiscopal, maestro de la escuela adjunta a
la iglesia anglicana y miembro del Partido Republicano Radical
Socialista, más tarde de Unión Republicana, y de la logia masónica
Helmántica como parte del Grande Oriente Español.
Los militares
golpistas detienen a Coco a finales de julio del 36 y lo encarcelan en
la prisión provincial de Salamanca. Con Enriqueta Carbonell Carratalá
tenía dos hijos, Alicia y Enrique. Todos los intentos de su mujer por
azuzar al amigo Miguel de Unamuno para lograr su salvación fueron en
vano, como cuenta la cinta Mientras dure la guerra.
"Me
faltó en la película que acabara diciendo que Atilano Coco está todavía
desaparecido y que retratara más su perfil progresista, porque aparece
un tanto desdibujado", afina el presidente de la Asociación para la
Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH), Emilio Silva.
Atilano
Coco, el pastor protestante amigo de Miguel de Unamuno ha sido
rescatado por la película de Alejandro Amenábar. El presbítero tiene
otros reconocimientos, como una calle a su nombre en su pueblo natal,
Guarrate, o la residencia universitaria 'Centro Atilano Coco' inaugurada
en 2005 en Salamanca. Pero, todavía, el maestro, republicano y masón
asesinado por los franquistas sigue siendo un desaparecido. Nadie sabe
dónde está su tumba. Como otros miles de personas enterradas en fosas
comunes por toda España.
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