"19 fosas comunes y 67 personas, con tres mujeres y varios
sujetos preadultos, uno de 16 años. Son las cifras que presenta la
intervención arqueológica desarrollada en el antiguo cementerio de
Benamahoma (Grazalema, Cádiz) y que culmina con la excavación con más
víctimas del franquismo exhumadas hasta ahora en zona rural de
Andalucía.
El volumen de restos óseos localizados
confirma las tesis que apuntaban testimonios orales e investigaciones
históricas: la pequeña aldea fue, tras el golpe de Estado que provocó la
guerra civil española, un lugar de ejecución donde fueron asesinados
vecinos de Benamahoma y de poblaciones cercanas como Villamartín, El
Bosque o Prado del Rey.
Este epicentro de la represión fascista en la sierra gaditana confirma de nuevo la pedagogía del terror aplicada en el genocidio fundacional de la dictadura de Francisco Franco. Andalucía es la región más castigada por estas matanzas golpistas, con un tercio de las víctimas de toda España.
La
comunidad andaluza suma al menos 45.566 asesinados por los franquistas y
arrojados a 708 fosas y cunetas, según el Mapa de Fosas oficial.
Andalucía, por sí sola, supera de este modo los números de sangrientas
dictaduras como la de Jorge Rafael Videla en Argentina o Augusto Pinochet en Chile. (...)
Los huesos recuperados corresponden a unos 60 hombres, entre los que
predomina la franja de edad entre 30 y 45 años. Además, se han
recuperado los restos óseos de un adolescente de unos 16 años y de otros
cinco individuos que apenas superan la veintena. También hay tres
mujeres, mientras el análisis de uno de los esqueletos determinará el
sexo que aún se desconoce. Gran parte de las víctimas presentan pruebas
de muerte violenta, como fracturas perimortem y orificios de bala, como confirma a eldiario.es Andalucía el equipo científico dirigido por el arqueólogo Jesús Román y el antropólogo forense Juan Manuel Guijo.
La crónica genocida de los falangistas
El propio
alcalde de Grazalema ha recordado junto a la fosa todavía abierta "las
vivencias de vecinos que rememoraban el trágico final de sus
familiares". Una crónica genocida que firmaron un grupo de falangistas conocidos como Leones de Rota, entre agosto y septiembre de 1936.
Pero
en el pequeño pueblo gaditano no hubo guerra civil. Ni en la comarca,
más allá de algunos conatos de resistencia. La fácil conquista del
suroeste de España, clave en la postrera victoria fascista en la guerra
civil, no evita que los golpistas pongan en marcha la estrategia de
aniquilación del adversario social y político.
El
propio régimen de Franco certifica por escrito aquel relato del terror
ejecutado en Benamahoma. La matanza está recogida en el Procedimiento
Sumarísimo Nº 1098 de 1940 incoado al cabo de la Guardia Civil Juan Vadillo. Lo cuenta Francisco Espinosa Maestre en uno de los capítulos del libro La Justicia de Queipo.
Vadillo es el máximo responsable de la carnicería y, tras varias denuncias anónimas, queda acusado de esos crímenes y condenado a 17 años de cárcel.
Aunque el criminal solo responde ante la justicia franquista por un
crimen: la violación y el asesinato de una mujer. El resto de las
muertes quedan impunes y justificadas por la aplicación del Bando de
Guerra, según consta en la sentencia.
Pero el cabo no es un lobo solitario. Tiene el animoso soporte de la centuria falangista Leones de Rota, liderados por Fernando Zamacola Abrisqueta.
De sus terroríficas hazañas dan fe los propios criminales en la causa:
"Asesinatos perpetrados por él mismo en personas menores de edad o de
reconocida buena ideología, varios de ellos en personas del bello sexo
con el exclusivo fin de violación por parte del citado Juan Vadillo
Cano, y sobre saqueos e incautaciones verificados con el solo objeto de
lucro".
"Ejecuciones y asesinatos, detenciones
arbitrarias, desapariciones forzadas, saqueos, violaciones, amenazas,
coacciones, torturas...", narra el arqueólogo Jesús Román. La memoria
oral repite uno de estos crímenes: los falangistas ejecutan a una mujer
"recién parida", que yace tirada a los pies de la iglesia junto a un
grupo de asesinados. Pero está viva. Acaba arrastrándose calle abajo y
los fascistas, avisados, siguen el rastro rojizo dibujado en el suelo
hasta rematar a la mujer agonizante.
Es la historia
que todos repiten en el pueblo. Aunque otros retuercen el caso. "El
sepulturero la encuentra y la remata dándole con la pala en la cabeza".
Cuentan "que la sangre se mezclaba con la leche" de aquella mujer
"recién parida". Es la retahíla que traza las secuelas del terror. De la
barbarie silenciada que el equipo arqueológico, con un proyecto de la
Diputación de Cádiz, ha sacado del olvido recuperando los huesos de 67
víctimas del franquismo en 19 fosas comunes del antiguo cementerio de
Benamahoma." (Juan Miguel Baquero, eldiario.es, 16/09/19)
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