7/10/19

Su viuda Amparo y sus hijos vivieron en la penuria durante la posguerra, porque, no solo les quitaron la vida de su padre sino la mayor parte del dinero republicano que tenían. Les robaron hasta los caballos y mulas. También les quitaron todas las telas del comercio de mi abuela en Brihuega y que el alcalde franquista usaba para estrenar traje nuevo cada Domingo de Ramos...

"Enrique Riaza Martínez (Brihuega, 1890- Guadalajara, 1940) fue presidente de la Diputación de Guadalajara durante dos periodos de la II República Española, entre abril de 1931 y febrero de 1934 (con Acción Republicana) y desde febrero de 1936 a enero de 1937 (con el Frente Popular).

Veterinario de profesión, militante de Izquierda Republicana, de la que llegó a presidir su Comité Provincial, y director del semanario provincial ‘Abril’, fue fusilado el 20 de mayo de 1940, a los 50 años de edad.


Su familia ha querido ahora recuperar la memoria de un hombre al que su nieto Enrique Riaza Tomás describe como “un buenazo, una persona cariñosa, de izquierdas pero muy religioso y al que acudió mucha gente tanto de derechas como de izquierdas buscando ayuda”.

(...)  Con el fin de la contienda y la derrota del bloque republicana “su viuda Amparo y sus hijos vivieron en la penuria durante la posguerra, porque, no solo les quitaron la vida de su padre sino la mayor parte del dinero republicano que tenían. Les dijeron que era para la reconstrucción de la nueva España”, según cuenta su nieto que también lleva el nombre de Enrique Riaza.

“Les robaron hasta los caballos y mulas que habían dejado a buen recaudo en una finca del conde de Romanones”, explica. Y es que el hermano de su abuelo materno había sido contable y recaudador de la finca de Romanones hasta que murió en 1937 de una úlcera.
“También les quitaron todas las telas del comercio de mi abuela en Brihuega y que el alcalde franquista usaba para estrenar traje nuevo cada Domingo de Ramos”, relata Enrique Riaza, quien recuerda que su padre “solicitó la pensión de viudedad para mi abuela y la de orfandad para los hijos y se rieron en su cara”, cuenta no sin amargura.

Se vieron obligados a abandonar la casa familiar de Brihuega por la “persecución” en el pueblo. “Eran frecuentes los cortes de pelo y el aceite de ricino”. Se marcharon primero a Guadalajara y después a Madrid, junto a su tío Esteban Riaza que, aunque fue depurado en el Ayuntamiento de Madrid y perdió su cargo de inspector, siguió ejerciendo de profesor en la Escuela de Veterinaria de Madrid.  (...)"            (Carmen Bachiller, 30/09/19)

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