"(...) Desde la calle Felipe Ramírez, los militares ponían en fila a
hombres y mujeres que las autoridades franquistas señalaron, por haber
pertenecido a algún sindicato, un partido, o por el simple hecho de
haber formado parte de una manifestación”. Empujados, casi como
animales, salían a la plaza en grupos, mientras a plena luz del día eran
acribillados por las balas. (...)
No fue una represión de contestación o venganza, en los siguientes días y semanas se siguió asesinando y otros 200 vecinos fueron eliminados. La represión franquista acabó con la vida como mínimo de 426 Republicanos, aunque ninguno de ellos fue responsable de la muerte de los derechistas, los autores de aquella atrocidad huyeron del pueblo cuando entraron los fascistas. (...)
Dos meses más tarde las víctimas Republicanas llegaron a 700, según los cómputos más recientes.(...)
María y Valle Alcaide Martín tenían solo 5 años de edad:
“Recuerdo cómo mi madre nos llevó al campo cuando empezaron a caer
bombas para que estuviéramos a salvo”, recuerda María. Con la madre,
Pastora Martín Sotillo se encontraban sus 11 hermanos.
“Como no
llevábamos comida, mi madre bajó a recoger algo a mi casa y en aquel
momento la cogió la guardia para preguntarle por 2 de sus hijos, José y
Manuel”. Pastora sabía que estaban en el frente republicano luchando
como milicianos.
“Les dijo a la guardia que no sabía dónde estaban y que si lo
supiera tampoco se los diría”. Con 47 años, fue trasladada a la cárcel
que habían improvisado cerca del ayuntamiento. Su vida estaba centrada
en la crianza de sus hijos y nunca había participado en política. María y
Valle, acompañaban a una de las hermanas mayores, Rafaela, a llevarle
comida a la madre, “..hasta que un día un guardia dijo que no fuéramos
más..”.
El 9 de agosto, Pastora fue fusilada en las tapias del
cementerio de Paradas. La vida de las Alcaide cambió para siempre. El
hambre, la tragedia, el destierro y el sufrimiento se apoderaron de esta
familia. El padre, Joaquín murió poco tiempo después, sin poder
soportar aquella situación y sin conocer el paradero de sus 2 hijos.
A
veces acompañaba a su hermana Carmelita con canastos de comida a sus
hermanos prisioneros esclavos que trabajaban en la construcción del
Canal de los Presos, cerca de Bellavista. José Alcaide saldría de la
cárcel en 1944. Manuel murió fusilado, con apenas 20 años, en mayo de
1940.
Las Alcaide vivieron durante largos años el desprecio de las
autoridades en el pueblo. María recuerda cuando no dejaban a ninguno de
sus hermanos comer en los comedores sociales. “Sabían que éramos hijas
de rojos y no nos dejaban entrar. Tampoco pudimos tener el subsidio de
los niños que puso Franco porque teníamos que decir que mi madre había
muerto y yo cómo iba a poner eso, si la habían matado”.. (Tulio Riomesta, 01/01/19)
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