"El 29 de enero de 1969 se decretó la suspensión
del artículo 18 durante tres meses en toda España. Dicha suspensión es
la equivalencia a un estado de excepción donde la represión y la
barbarie de los Cuerpos de Seguridad del Estado se multiplicaban, se
detenía a todo lo que se movía, no se podía circular a partir de las 10
de la noche en grupos de más de tres personas, la BPS podía te podría
retener durante más de 72 horas en las comisarías o cuarteles de la
Guardia Civil…; en nuestro caso nos retuvieron entre 10 y 13 días, y
llegamos a temer por nuestras vidas debido a las torturas infringidas
por nuestros torturadores (...)
En Mataró, concretamente, la
represión se cebó en las Comisiones Obreras Juveniles, CCOOJJ, CCOO,
Partit Socialista Unificat de Catalunya (PSUC) y las Juventudes
Comunistas de Catalunya (JCC). El día 8 de febrero, en la Escuela de
Formación Profesional Miquel Biada, las CCOOJJ habían convocado una
manifestación relámpago por la enseñanza gratuita y contra el estado de
excepción, en la que participaron unos 30 jóvenes.
Dos miembros de la
Brigada Político-Social, el comisario José María Martín Carretero y
Aguilar, el Extremeño, con la complicidad de Mariano Ysasi, jefe de la
Falange, intentaron detenernos a todos, aunque no lo lograron por la
fuerte resistencia que ofrecimos, y llegaron incluso a dispararnos con
sus pistolas tirando a dar; quizás no nos alcanzó una bala porque
saltábamos como gamos y los alrededores de la Escuela reunían las
condiciones para poder darnos a la fuga.
No obstante, horas después
fuimos detenidos 12 personas en este orden:
- Ramón Morales Morago, 18 años, de Daimiel (Ciudad Real). Pastelero en el Forn Maresme.
- Manuel López Rodríguez, 19 años, de Motril (Granada). Paleta en Construcciones Castillejo.
- Antonio García Castillo, 18 años, de Motril (Granada). Engomador en Cartonajes Más.
- Joaquín Sánchez Martínez, Mustang, 20 años, de Murcia.
- Pedro Alfonso Barrenar Ruiz, 33 años, de Calamonte (Badajoz). Herrero.
- Ignacio Pérez Ruiz, 26 años, de Motril (Granada). Mecánico ajustador en Jordà
- Antonio Rodríguez Avellaneda, 25 años, de Motril (Granada). Paleta en Construcciones Blas.
- José Luis López Bulla, 25 años, de Santa Fe (Granada). Administrativo en Cartonajes Más.
- Vicente Garrido Carranza, 58 años, de Daimiel (Ciudad Real). Mano de obra en Construcciones Nogueras.
- Jordi Casals, 59 años, de Mataró. Pintor autónomo.
- Conxita Roig Frasquet, 22 años, de Mataró. Enformadora en Medias Gassol.
- Tonia Boter de Palau, 22 años, de Mataró. Maestra.
- Luis Fernández Mateo, 26 años, de Serradilla (Cáceres). Estudiante de Medicina en Barcelona.
Fuimos detenidos por los
sicarios de la BPS antes mencionados, a golpes, pasando por la Cárcel de
Mataró y siendo trasladados a la Jefatura Superior de Policía de Via
Laietana, donde fuimos brutalmente torturados por los hermanos Creix,
Navales y Cano, los policías más sanguinarios de los que disponía el
régimen fascista para amedrentar a los luchadores por las libertades
democráticas, la justicia y la paz. Las torturas más comunes eran las
que se indican en las ilustraciones.
Las torturas
Un ejemplo de tortura era la
cigüeña, en la que nos ponían en cuclillas y esposados de las muñecas
por debajo de la corvas o de las muñecas al tobillo hasta caer al suelo,
mientras nos propinaban un montón de patadas en todo cuerpo; en el caso
de Ignacio Pérez, le rompieron dos costillas.
También nos hacían la moto, que
consistía en pegar puñetazos en el estómago hasta que caíamos al suelo. y
luego nos hinchaban a patadas. Con la ruleta rusa nos sentaban en una
silla con las manos esposadas atrás y nos disparaban con una pistola que
no tenía cargador, y cuando finalmente respirábamos aliviados al ver
que seguíamos vivos, nos pegaban un culatazo en la espalda o en el
hombro; así permanecimos durante 13 días en los calabozos de Vía
Laietana.
Los interrogatorios no tenían límite, y podían durar incluso
ocho horas: nos bajaban al calabozo y a la media hora otra vez al
interrogatorio, hasta que nos mareábamos y nos arrastraban al calabozo
otra vez, donde en 10 metros cuadrados metían hasta 25 personas, de
manera que no podían ni tumbarse en el suelo.
Nuestros torturadores no
tenían la más mínima consideración, no respetaban ni edad ni sexo. Así
fue el caso de Vicente Garrido, con 58 años, que pese a los malos tratos
demostró una gran entereza y no proporcionó ningún dato a los esbirros
de la BPS, o de las compañeras Antonia Boter y Conxita Roig, que a pesar
de los golpes e insultos constantes y las amenazas de violación, fueron
un ejemplo como luchadoras por las libertades democráticas de Catalunya
y del resto del Estado.
A ellas tampoco pudieron sacarles una palabra
que pudiera hacer daño a la lucha del movimiento obrero.
En esos momentos se encontraban
también detenidos allí el dirigente del PSUC Ángel Abad, el abogado Luis
Salvadores, y el estudiante universitario Fariñas, tres de los muchos
que cayeron aquel día en Barcelona.
Estos tres compañeros nos animaban a
no dar datos ni denunciar a ningún compañero que pudiera ir a prisión
al igual que nosotros y, como consecuencia de su heroísmo y su
solidaridad, tres grises proveídos de sus porras sacaron a Fariñas (al
cual también le ataron la cuerda del mástil de la bandera a los
testículos durante toda una noche) de la celda al pasillo y lo
aporrearon hasta que perdió el conocimiento.
Fariñas no se quejaba lo
más mínimo, y cada vez que se despertaba les llamaba criminales y
asesinos. De lo más sombrío de las celdas, donde bien podría haber unos
doscientos presos, salían gritos de “¡Libertad!” y “¡Algún día seréis
juzgados por un tribunal del pueblo!” mientras otros, con lágrimas en
los ojos, tarareábamos La Internacional.
El final
Después de 13 días de tortura
nos trasladaron a la Modelo, donde estuvimos incomunicados durante dos
semanas en condiciones infrahumanas, y sin poder cambiarnos de ropa ni
ducharnos casi durante treinta días, con las celdas llenas de chinches y
las ventanas sin cristales.
Finalmente, los menores de edad pasamos a
la sexta galería y los demás compañeros a la cuarta, donde coincidimos
con dos compañeros más de Mataró que habían sido detenidos en Barcelona:
Francesc Roca i Marimon, acusado de pertenecer a Comisiones de
Estudiantes de Magisterio, que tampoco se libró de la tortura, y Miquel
Torné, militante del FOC (Front Obrer de Catalunya), que junto a otros
compañeros de CCOO de Telefónica, que acabaron ingresando en la sexta
galería, se disponían a boicotear al Ministro de Trabajo Solís Ruiz, que
en esos momentos intervenía en TVE.
Miquel tenía 17 años y le aplicaron
un sumario para hacerle un Consejo de Guerra que a última hora pasó a
los Tribunales de Orden Público (TOP), que le condenó a un año.
Finalmente, durante nuestra
estancia en la Modelo, a través de nuestros abogados Alberto Fina,
Montserrat Avilés y Pep Mante, interpusimos una denuncia contra la
Brigada Político-Social por malos tratos. A los dos meses quedamos en
libertad provisional hasta septiembre, cuando la Audiencia Nacional
llamó a Pedro Barrena, Ignacio Pérez, Antonia Boter y Conxita Roig, que
declararon ser ciertas las torturas sufridas por Ignacio, Ramón Morales y
demás compañeros, por lo que quedó sobreseído el sumario y sin ser
procesados ninguno de los doce. (...)" (Socialismo21, 04/01/19)
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