21/2/18

La OTAN ya descargó en 2001 toneladas de bombas sobre las gentes más pobres de Afganistán para “salvarlas”... desde entonces, miles de mujeres han sido violadas por los soldados de la ocupación y los “yihadistas” que aun controlan la mitad del país

  Mujeres nigerianas refugiadas en Libia 

"La OTAN tiene la responsabilidad y la oportunidad de ser una protectora líder de los derechos de las mujeres” afirma Angelina Jolie, convertida en la imagen de la Alianza Atlántica para sus nuevas agresiones militares, para “prevenir y responder a la violencia sexual en un conflicto“. 

Ésta coalición militar de 29 estados ya descargó en 2001 toneladas de bombas sobre las gentes más pobres de Afganistán para “salvarlas” de los viejos aliados de EEUU, los ineptos “yihadistas”.  Desde entonces, miles de mujeres han sido abusadas y violadas por los soldados de la ocupación y los “yihadistas” que aun controlando la mitad del país.


En 2011, el fiscal de la Corte Penal Internacional lanzaba la falsa noticia de que los soldados libios recibieron Viagra para fomentar crímenes sexuales. Amnistía Internacional desmontó la acusación aunque después de que fuese utilizada por la OTAN en su plan de desmantelar el estratégico estado libio. 

El libro “The Private War of Women Serving in Iraq” recoge el testimonio de 40 soldadas del ejército de EEUU en Irak, agredidas sexualmente por sus compañeros “salvadores de las mujeres oprimidas”. 

¿Cómo unos delincuentes podrían ser portadores de la democracia? Luego, se reveló la violación de una niña iraquí de 14 años en 2006 y el asesinato de su familia por el soldado Steven Dale Green y sus cuatro compañeros. Era la punta de iceberg. Aunque ya no se habla de los refugiados


En las zonas de guerra, cientos de miles de mujeres sufren la violencia sexual por los “enemigos” oficiales, los hombres del gobierno y de la familia, y el personal de las ONG. La violación, la trata, la esclavitud sexual, el matrimonio infantil y el forzoso, y la prostitución a cambio de la protección o alimentos forman parte de la amplia gama de estas relaciones de explotación. 

Aunque la naturaleza íntima de la agresión sexual impide a que las víctimas hablen, ellas van rompiendo el tabú y denuncian estos crímenes contra la humanidad:

  • En Libia: decenas de miles de hombres y mujeres libios y también de las tierras de la África subsahariana que han huido de las guerras, las persecuciones étnico-religiosas, y de la pobreza extrema, han sido retenidos por los traficantes de seres humanos que han convertido Libia en el principal mercado de esclavos del mundo.
    Ramya, una mujer de eritrea de 22 años fue secuestrada junto con otros hombres y mujeres. Fue privada de comida y agua, golpeada y violada varias veces. La italiana Médicos por los Derechos Humanos (MEDU), tras realizar una entrevista con 31 mujeres y 127 hombres llegados de Libia, afirma que todos, salvo una de las mujeres, dijeron que habían sufrido violencia sexual. Los propios traficantes suelen inyectar un anticonceptivo a mujeres y a las niñas a partir de 12, 13 años, para que no se queden embarazadas en la travesía.
  • En Sudan Sur: ésta país “petrolífero” creado por EEUU en 2011, vive una devastadora guerra en la que la violación ha alcanzado “proporciones épicas”, dice la ONU. Unas 20.000 mujeres, antes de huir del país y refugiarse en Uganda ya habían sido violadas. Muchas volvieron a ser atacadas sexualmente en el camino, y una y otra vez en el asentamiento Pagirinya; no pocas fueron repudiadas por sus maridos o familias.
    Mery, cuenta cómo unos hombres armados entraron en su casa, mataron a su marido, se turnaron para violar a su hija de 12 años y luego fueron a por ella. “Ya no podía ver a mi niña.  Solo pude ver sangre”. Nyalaat, su hija murió horas después.  En la guerra de Sudan, han sido asesinadas 50,000 personas; 2,2 millones han huido de sus casas y 4 millones pasan hambre y una violencia que no termina. Mery, había planeado envenenar al bebé que iba a tener de la violación, pero el amor de madre superó la criminal costumbre de eliminar a los inocentes “niños de violación”. En este campo también se encuentra Jeanna, de 28 años nativa de la República Democrática del Congo, país donde las mujeres y niñas han sufrido atroces violaciones incluso con objetos punzantes. Ella prefiere la muerte antes de ser violada, porque “la comunidad te considera maldita, y te aísla”. En las últimas dos décadas en el este del Congo, han nacido unos 50,000 niños fruto de la violación.
  • En Irak, otro país que “sigue siendo liberado” por EEUU desde 2003, un ocultado número de mujeres han sido violadas por las tropas ocupantes, por las bandas armadas, por la policía en las comisarías, y por el personal de la ONU en los campos de refugiados. Muchas mujeres en estos asentamientos tienen miedo hasta de ir a los baños por el temor a ser asaltadas: utilizan pañales.
    Al igual que en muchos países de Oriente Próximo y de África, en Irak los bebes son registrados con el apellido del padre y si este es desconocido la madre se enfrenta a la muerte “por el honor” y él niño en el mejor de los casos, acabará en un orfanato.
    La antigua Mesopotamia es otro país donde los traficantes internacionales de sexo hacen su agosto con niñas huérfanas y mujeres desamparadas, que son trasladadas a los países del Golfo Pérsico y desde allí enviadas al mercado mundial de prostitución y pornografía.
    En la región kurda de Irak, la campaña Shahrazad trabaja con las víctimas de acoso sexual y violaciones. También hay miles de hombres violados por otros hombres: sólo en el campo de Erbil se estima que entre 30% y 40% de los varones lo han sufrido, aunque por vergüenza y por temor a ser acusados de “prácticas antinaturales” no se atreven a denunciarlo.
    Una de los residentes es Souhayla, una niña de 16 años que fue raptada en Mosul por los “yihadistas” cuando tenía 13. En sus muñecas lleva la marca de las cicatrices de los intentos del suicido. Pudo huir tras un ataque aéreo que sepultó a su captor y también a otra joven esclava sexual. Hasta meses después seguía en estado de shock severo. Había sido violada por un total de siete hombres durante estos años. Bárbaros que tras esclavizar a las mujeres las vendían a las mafias o las mataban. Se van descubriendo fosas comunes con sus cadáveres por el norte de Irak.
  • En Myanmar: en el último año, cerca de 5000 mujeres, hombre y niños de la minoría étnico-religiosa rohingas fueron agredidos y asesinados, y otros 600.000 se convirtieron en refugiadas en Bangladesh.
    En su drama está presente un gaseoducto que atraviesa su región y lleva el gas de la costa de Myanmar a China. Con el fin de expulsarles de su codiciada tierra, el ejército y las bandas armadas han recurrido al terror, la quema de las aldeas, matando a sus habitantes y violando a sus mujeres: manual de la limpieza étnica. Nurshida es una de las miles de niñas y mujeres violadas rohinga, acogidas en el campamento Kutupalong de Bangladesh. Ha perdido a su familia y también a su país. El estigma de ser violada impide que muchas de estas musulmanas hablen de su tragedia, procesen lo sufrido y hagan el duelo.
  • En Yemen: Para las mujeres de esta nación también musulmanas es preferible morir que ser violada. No se sabe cuántas niñas y mujeres han sido asesinadas por sus propias familias tras ser objeto de la agresión sexual. Sólo en diciembre y enero pasados otras 85.000 personas huyeron con lo puesto de sus casas a causa de los intensos bombardeos de EEUU-Arabia saudí sobre el país, que ya sufría la mayor crisis humanitaria del mundo. Nuha Saleem, de 23 años, cuenta al diario Yemen Times que las noches de bombardeos su madre se despierta para cubrir el cuerpo de las hijas, y no les deja huir sin ponerse la abaya: que los hombres vean alguna parte de su cuerpo -vivas o muertas-, es peor que morir por el impacto de un misil.

Llevar anticonceptivo consigo es imprescindible para las mujeres que se convierten en migrantes o refugiadas, y no sólo para así protegerse de los maridos desconsiderados (que se niegan a utilizar protección) y poder saltar vallas agarrando las manos de los hijos, sino también de los violadores que andan sueltos.


Desde Dinamarca, hasta EEUU llegando a Afganistán, el problema de la violación honda su raíz en la ideología que cosifica a la mujer, a la apología de la supremacía masculina, y unas relaciones y estructuras del poder económico, político y social que permite el dominio de unos sobre otras, y bajo diferentes conceptos “normalizados” como los “deberes maritales” de la mujer, o la pedofilia oculta en los “matrimonios con niñas”.


Los gobiernos deben expedir visados ​​humanitarios a las mujeres solicitantes de asilo, y proporcionarles campos seguros. Y desear que acaben las guerras provocadas por los recursos naturales y las dictaduras, tiene que pasar de ser una utopía a una exigencia activa, para que nadie más tenga que huir de su tierra."                   (Nazanín Armanian, Público, 20/02/18)

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