31/1/19

“Mataron a mi padre, apalearon a mi madre y tengo cinco hermanos a los que no conocí”

"(...) Paquita Hernando: un exilio ibérico

“Mataron a mi padre, apalearon a mi madre y tengo cinco hermanos a los que no conocí”, Paquita Hernando no pudo contener la emoción y se rompió entre lágrimas y quejíos por unos segundos. Tardó poco en recomponerse y expuso su historia al auditorio.

Tuvo que salir sola del país con 20 años, pero su éxodo no acabó al cruzar los Pirineos. Tras la guerra retornó y entregó su vida al sindicalismo en España. Esta decisión le supuso llevar a la policía secreta siempre pisándole los talones, “a cada casa que cambiábamos nos la registraban. Siempre sentíamos que estaba ahí”. 

A comienzos de los años 60 vivía en Mieres junto a su marido y sus dos hijas, “en el 62 comenzó una huelga de tres meses. A los tres meses la Guardia Civil terminó la huelga metiendo a los trabajadores en los talleres pistola en mano. 

Una noche entraron a las casas de los trabajadores y se llevaron a mi marido”. Tras detenciones e interrogatorios a los trabajadores más implicados en la huelga, esta llegó a su fin. Al marido de Paquita Hernando, y a toda la familia, le reubicaron en Barcelona hacia donde tuvieron que partir.

“Mi primer pantalón me lo puse en Barcelona en los 60. En esos años la ciudad era un referente de modernidad. Incluso en esos años pude tomar mi primera pastilla anticonceptiva. Era algo inimaginable en otros lugares”, explicaba Hernando de su segundo destino. A los tres años, de nuevo reubicación: siguiente destino, Zaragoza.

Se trajo la libertad a Zaragoza, los pantalones y su hábito de montar en moto. Aunque añoraba la modernidad y libertad que respiró en Barcelona, “estaba cansada de todo lo que había pasado y no quería más. Intenté dejar la política, pero nunca pude”, explicaba. Hasta que un día volvieron los problemas: “A mi marido no le dejaban en paz desde que nos detuvieron juntos un primero de mayo tras la manifestación de trabajadores. 

La policía le apodó el Asturiano y le seguían allá donde iba, hablaban con los jefes, con compañeros… Durante años tuvimos que aguantar todo eso”, recordaba. La presión policial y la persecución política no acabaron con Paquita Hernando, “nunca he dejado de ayudar y de hacer cosas porque siempre he sentido que las cosas que he hecho las he hecho por amor a los demás”. No ha dejado Zaragoza.

“Al final, ayudar a los demás es lo que me ha movido toda mi vida y no me arrepiento de nada a pesar de todas las dificultades. Luchábamos por la idea de que la gente viviera mejor”, y sentencia, “me parece fatal que la juventud no se movilice ante algo tan terrible como lo que está surgiendo, la ultraderecha. Las van a pasar muy canutas”.                       (Álvaro Castrillo Schneiter - eldiario.es, 15/01/2019)

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