8/1/18

Para el capitán Díaz Criado el sexo con las mujeres de los detenidos formaba parte del botín de guerra, y a menudo era una condición indispensable si éstas querían salvar las vidas de los prisioneros

"(...) Detrás de cada asesino era posible encontrar un asesino mayor. Detrás de Queipo de Llano es posible toparse con un individuo carente de moral: el capitán de Infantería Manuel Díaz Criado, militar africanista para quien la guerra supuso la oportunidad de disfrutar de un uso ilimitado del poder, y de aprovechar todos los beneficios, sociales, económicos, sexuales, que su nueva situación le permitía.

La historia sigue de este modo. El 25 de julio de 1936, una vez aplastada la resistencia en los barrios sevillanos, Queipo de Llano elige a Díaz Criado como delegado en el Cuerpo de Investigación y Vigilancia, un cargo de carácter represivo cuya denominación sería Delegado Militar Gubernativo para Andalucía y Extremadura.

En el historial de Díaz Criado figuraban los años de servicio bajo el mando de Millán Astray en la década de 1920. También figuraba un intento de asesinato contra Manuel Azaña. El actor Edmundo Barbero, que se encontraba en 1936 rodando en Córdoba la película El genio alegre, lo describió con pocas palabras: “borracho” y “cruel”.

Como encargado de la represión, Queipo entregó a Díaz Criado poderes absolutos. Su mano derecha sería el encargado de la supervisión de las torturas y los interrogatorios de los prisioneros. 

De acuerdo con el libro de Paul Preston, “quienes tuvieron ocasión de observarlo de cerca, compartían la opinión de que era un canalla y un degenerado que se servía de su posición para saciar su sed de sangre, enriquecerse y satisfacer su apetito sexual”.

 Para este capitán de Infantería, el sexo con las mujeres de los detenidos formaba parte del botín de guerra, y a menudo era una condición indispensable si éstas querían salvar las vidas de los prisioneros.

En Un año con Queipo. Memorias de un nacionalista, Antonio Bahamonde ofrece una descripción bastante gráfica de la atmósfera, a medias macabra y a medias obscena, que se respiraba en las dependencias del lugarteniente del virrey:

“Díaz Criado no iba al despacho hasta las cuatro de la tarde, y esto raras veces. Su hora habitual eran las seis. En una hora, y a veces en menos tiempo, despachaba los expedientes; firmaba las sentencias de muerte –unas sesenta diarias– sin tomar declaración a los detenidos la mayoría de las veces. Para acallar su conciencia, o por lo que fuere, estaba siempre borracho. Era el cliente habitual de los establecimientos nocturnos.

 En Las Siete Puertas y en la Sacristía, se le veía rodeado de amigos aduladores, cantaores y bailaoras y mujeres tristes, en trance de parecer alegres. No admitía visitas; sólo las mujeres jóvenes eran recibidas en su despacho. Sé de casos de mujeres que salvaron a sus deudos sometiéndose a sus exigencias”.

La frivolidad con que operaba Díaz Criado (quien, a veces, después de pasar la noche bebiendo, se llevaba a sus amigos de fiesta y a las prostitutas que les acompañaban a presenciar los fusilamientos de primera hora del día) terminó inevitablemente por causar problemas. 

Aun así, Queipo toleró los excesos de Díaz Criado y no admitía ninguna queja contra él,  hasta que, a mediados de noviembre de 1936, el propio Franco se vio en la obligación de insistir en que debían destituirlo. La decisión provocó un nuevo encontronazo (otro más) entre el caudillo y el virrey.

Podría pensarse que la destitución de Díaz Criado pudo otorgar un respiro a los detenidos.  Pero una vez más, no ocurrió así.

“Una vez relegado del cargo, su sustitución por el comandante de la Guardia Civil Santiago Garrigós Bernabeu no aportó demasiado alivio a la aterrorizada población. En realidad, resultó fatal para quienes habían salvado la vida gracias a la sumisión sexual por parte de esposas, hermanas o hijas ante los caprichos eróticos de Manuel Díaz Criado. 

Los casos volvieron a revisarse, ‘y como era inmoral el procedimiento seguido, se fusiló a quienes antes se habían liberado’”. (...)"              (Miguel de Lucas, CTXT, 22/12/17)

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