"(...) los escritores conocidos y los eventuales cronistas de efemérides
folcloristas tampoco se han fijado en el devenir de los represaliados y
de sus familias, que, por ser pobres y presumibles emigrantes, no
aportaban gran cosa a la visión angélica de estos lugares (“Parientes
pobres y burros viejos, lejos”).
Sucede en otros pueblos serranos
ferozmente castigados en la represión sangrienta, como Mogarraz y Casas
del Conde, por no hablar de Miranda del Castañar y otros aledaños, ya
fuera del actual partido judicial de Ciudad Rodrigo. Solamente se tiene
datos fiables de los “exilios” provocados por los primeros zarpazos del
terror militarista.
Eufemio Puerto Cascón describe con cierto
detalle la saca fallida de Norberto Herrera Sánchez y Zacarías Maíllo
Criado, tiroteados la noche del cinco de agosto de 1936 en el paraje de
El Robledo, término de Herguijuela de la Sierra (Hernández 2004).
Zacarías salió ileso y se convirtió por algún tiempo en uno de los
primeros “topos”, escondido en el chozo de un guarda.
Norberto fue
herido en una pierna, pero consiguió esconderse en una viña, donde fue
auxiliado a la mañana siguiente por un hermano de la informante Cecilia
Bajo Cerezo (HS 2014). Procuró ser muy discreto sobre la identidad de
sus agresores en sus manifestaciones para el esclarecimiento de los
hechos:
“(…) Que el deponente fue llevado en una camioneta cuya
matrícula de la misma ignora, así como también no pudo determinar
quiénes eran los falangistas que le detuvieron [y] dispararon contra el
declarante, que eran para él desconocidos y desde luego no era ninguno
de ellos de este Partido [judicial de Sequeros].
Que el deponente no
puede explicar el motivo de la agresión de que fue objeto, ya que nunca
ha militado en partido extremista y fue siempre persona de orden y
únicamente a una denuncia falta (sic, por ¿falsa?) pudo obedecer o a que lo confundieran con otra persona (Dil.Mog/36: f. 26).
La
odisea carcelaria de Norberto Herrera duró diez años, sin ser condenado
a prisión en los repetidos procesamientos durante la guerra, gracias a
la pertinacia de sus adversarios locales, que, además de detestarlo por
razones ideológicas, estaban celosos del cargo que ocupaba, pues era
secretario del juzgado municipal. Algunos detalles de su persecución se
han descrito en otra parte (Iglesias 2016: 120, 279, 325, 480).
A
consecuencia de los disparos (efectuados “a más de tres metros”) le
quedaron la rodilla derecha abultada y la pierna encogida, con
inutilidad para el trabajo de agricultor, según el informe de un médico
de Sequeros en 1936. Y en 1943 seguía solicitando que se le repusiera en
el cargo de secretario del juzgado de Mogarraz.
No hay constancia de
que después recuperara el puesto ni el pleno uso de la pierna derecha.
Tendría su residencia en Santibáñez de la Sierra, de donde era natural.
Algún descendiente suyo se estableció en Valladolid (HS 2014).
El
mismo Eufemio Puerto señala la detención de otros cuatro mogarreños en
la misma fecha de aquel verano sangriento, aunque puede ser erróneo ese
dato (Iglesias 2016: 280, nota 7): Alfonso Hernández Núñez, alias
“Tunín” o “Bonino”, Manuel Barrado, alias “Tristrás”, y Atanasio Regaña,
que fueron ejecutados extrajudicialmente, además de Gonzalo Chelitas, a
quien soltaron en La Alberca.
Los cadáveres de los tres primeros serían
los que se hallaron en en el sitio de Las Datas, junto al camino de El
Casarito, en el término de Maíllo, el día 17 de agosto de 1936 (C.464/37).
Unos días después de la inhumación de los cadáveres se presentaron en
el pueblo tres señoras de Mogarraz que, por las señas que dieron, podían
ser las viudas de las víctimas.
Pero en el sumario no se consigna la
identidad de estas personas (una de las cuales sería María Lucas Maíllo,
esposa de Manuel Barrado, según el acta defunción, 17/08/36 y 18/12/81,
ASMJ) ni después han dejado huellas conocidas de su paso por la Tierra.
Tampoco se dispone de datos sobre el devenir familiar de Desiderio
Criado Barés, de 24 años, natural de Mogarraz y vecino de Ciudad
Rodrigo, soltero, que fue sacado de la prisión del partido judicial para
la dehesa de Aceñuelas el 15 de septiembre de 1936, con otros vecinos
mirobrigenses.
Como se expuso en las “Croniquillas”
(17/08/2016), la represión en Mogarraz afectó a veinte personas hasta
ahora identificadas, pero los efectos que tuvieran en ellas o en su
entorno familiar se desconocen en su mayor parte, por falta de
información adecuada y de curiosidad de los escritores localistas,
aparte del mencionado Eufemio Puerto. (...)" (Salamanca al día, 22/06/17)
No hay comentarios:
Publicar un comentario