"Tres policías franquistas denunciados ante la justicia
española. José Antonio González Pacheco, alias Billy el Niño, Manuel
Gómez Sandoval y Tomás Nieto Berrocal eran inspectores de la Brigada
Política Social. Están acusados de torturas en un contexto de crímenes
contra la humanidad. E identificados por una de sus presuntas víctimas:
el militante antifranquista Luis Suárez-Carreño.
El
"sadismo y crueldad" de Billy el Niño eran "vocacionales", cuenta
Suárez-Carreño a eldiario.es. Fue una de sus víctimas y recuerda su
cara. Relata cómo el policía "disfrutaba" torturando. Ahora quiere ver
ante el juez a su verdugo. Lo ha denunciado 44 años después.
Luis Suárez-Carreño fue detenido en 1970 y
1973. Procesado por el Tribunal de Orden Público, pasó tres años de
cárcel en Carabanchel. Estaba acusado de asociación ilícita y propaganda
ilegal. Pertenecía a la Liga Comunista Revolucionaria (LCR). El texto
de la querella incorpora un periodo concreto: los tres días que sufre
torturas en la Dirección General de Seguridad (DGS) de la madrileña
Puerta del Sol.
Su denuncia es la primera a título individual
y el arranque de una secuencia que busca obligar a actuar a la justicia
española. Otros futuros querellantes serán el exparlamentario europeo Willy Meyer, Felisa Echegoyen, Rosa María García, Adolfo Rodríguez, Jesús Rodríguez o Chato Galante.
Que los jueces decidan: o no aplican la Ley de Amnistía o amparan a
quienes "se les imputan delitos de torturas en un contexto de crímenes
contra la humanidad", en palabras del abogado Jacinto Lara.
La denuncia aporta un documento: el informe El franquismo y la violación sistemática de los derechos humanos que
acredita el contexto como aspecto esencial para que los delitos sean
considerados como crímenes contra la humanidad. "El dictamen pericial de
contexto está firmado por cuatro doctores en Historia: José Babiano,
Gutmaro Gómez Bravo, Antonio Míguez Macho y Javier Tébar", señala el
letrado.
Destacaba, se había hecho famoso entre la
gente de izquierda porque tenía un modo de involucrarse en los
interrogatorios muy entusiasta. Disfrutaba. Su sadismo y su crueldad
eran vocacionales. Otros policías te golpeaban sin una especial pasión.
No digo que sin fuerza e indiferencia ante lo que nos pudiera pasar.
Pero él intentaba dominarte psicológicamente, transmitir que sabía
mucho, en el plano personal, sobre la organización... Billy el Niño
mostraba una pasión y un interés perverso y morboso sobre ciertos
aspectos. Era su clave diferencial.
¿Qué le ocurrió?
En el año 73 me detienen por segunda vez. Ya había sido detenido y
procesado en el 70. La policía tenía bastante información sobre mí y era
una presa de la que querían sacar tajada. Se ensañan conmigo. Saben que
tengo un puesto de responsabilidad en la LCR y quieren aprovechar para
sacar información sobre otros compañeros y la estructura de la
organización.
¿Qué métodos usaban los torturadores franquistas?
Era una sucesión de golpes en el cuerpo. Intentaban no dejar marcas y
para eso te ponían un abrigo. Como era verano, ayudaba a que pasaras un
calor espantoso, sudaras y tuvieras una sed enorme. Los golpes en la
planta de los pies eran bastante dolorosos, sobre todo al cabo del
tiempo, de unas horas.
Acabé con las plantas de los pies destrozadas.
También te obligaban a caminar en cuclillas por la sala de tortura. Esto
fomentaba el agotamiento y en unas horas ya eres víctima del
desconcierto, no tienes claro ni dónde ni cómo estás. Pierdes las
referencias.
¿Tres días así?
Todo eso durante tres días que son muy largos. Soy torturado
sistemáticamente, con interrogatorios constantes. La dinámica era que te
bajan al calabozo, para que te relajes, y luego te vuelven a subir. Y
vuelta a empezar. Provocaban un estado general de pánico y agobio.
Insufrible. Permanezco en la Dirección General de Seguridad los tres
días máximos que permitía entonces la ley antes de pasar al juez.
En el 73 detienen también a su mujer (menor de edad, con 18 años, la mayoría entonces estaba en los 21).
Junto a mí detuvieron a mi mujer, que era muy joven y tenía poca
relación con la actividad militante, aunque conocía mi implicación. Me
decían lo que le iban a hacer a ella, lo que había hablado de mí, era un
proceso psicológico de intentar romperte, de querer hacerte culpable.
Cuando me bajaban al calabozo y mi mujer oía pasos, pensaba que era yo y
gritaba. Lo único que podíamos hacer era gritarnos.
¿Los fantasmas de aquellos días le siguen persiguiendo?
No he pensado recurrentemente en ello. No es un recuerdo agradable,
desde luego, pero no lo he olvidado. Recuerdo muchas cosas con nitidez,
aunque seguro que algunos detalles se habrán perdido. Como cuando los
policías se tomaban unos cubatas y yo seguía allí, torturado y sudando
después de horas de calor y sin beber ni una gota de agua. Sí, tengo
cosas grabadas que no las puedo olvidar.
Estaba detenido en la Dirección General de Seguridad, en la Puerta del Sol. Un lugar de infausto recuerdo para muchos.
Era el lugar de paso obligado. Ahí es donde estaba la Brigada
Político-Social, los sociales que les llamábamos entonces. Y por ahí
teníamos que pasar todos. Ahí tiraron a Enrique Ruano por la ventana y a
fecha de hoy no hay ni una sola referencia ni testimonio sobre la
importancia que tuvo el edificio como espacio de represión pero también
de lucha por la libertad y contra el franquismo. Es un ejemplo de cómo
este país, en términos de memoria, sigue teniendo mucho por hacer.
¿Qué episodios de violencia contra detenidos recuerda?
Muchos salieron con heridas y daños físicos graves. En el tiempo que
estuve en [la cárcel de] Carabanchel había compañeros que venían
tocados. Yo llegué con severas lesiones en los pies y recuerdo algún
compañero que quedó cojo, o un compañero del FRAP (Frente Revolucionario
Antifascista y Patriota) que murió hace poco y arrastró toda su vida
las secuelas que le acarreó aquel episodio de tortura. Serían miles de
personas, pero la Administración no se ha preocupado por recuperar estas
historias, no se han recopilado ni siquiera los testimonios orales, y
se pierden.
Sufrió tortura en sus dos detenciones, ¿y en la cárcel?
No. Cuando hacíamos huelgas de hambre o protestábamos había represalias
como las celdas de castigo, el aislamiento. Porque en la cárcel
seguíamos la resistencia. De hecho, así alcanzamos en los años 70 un
cierto estatus de respeto de las autoridades franquistas como presos
políticos.
Aunque no estábamos reconocidos como presos políticos
oficialmente, pero eso nos daba opción de estudiar, discutir, formarnos,
compartir recursos y comida… un cierto aire de libertad y organización
que se había luchado tanto dentro como fuera. También era muy importante
el apoyo social y estudiantil y el internacional como un movimiento que
hizo mucho por los presos y la lucha por las libertades.
La justicia argentina ya intentó sin éxito procesar a Billy el Niño y
otros presuntos torturadores franquistas. ¿Cree que la justicia española
atenderá ahora el caso?
Es nuestra
esperanza. Quiero puntualizar que la querella argentina no está muerta.
El Estado español no está prestando la obligatoria colaboración con la
justicia argentina pero el proceso sigue adelante, no se ha anulado ni
suspendido.
Lo que pretendemos es abrir más frentes de acción de
justicia. Que haya justicia. Obligar a los jueces a que tengan que
pronunciarse y se nieguen a amparar estos delitos, que quede claro que
la Ley de Amnistía no tiene validez ante crímenes contra la humanidad.
Estamos en un proceso de arranque de una secuencia.
A
mí me ha tocado ir delante, pero nuestros abogados, especializados en
derechos humanos, y las asociaciones de víctimas del franquismo,
preparamos una serie de querellas individuales que se suman a las
iniciativas y denuncias de ayuntamientos como los de Pamplona o Vitoria
para defender a los ciudadanos que sufrieron estos crímenes. Con la
esperanza, siempre, en que la verdad y la justicia resplandezcan." (Juan Miguel Baquero, eldiario.es, 20/06/2017)
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