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Escobar también señala que, el que la movilización no fuera tan general como se cree, no implica que no existiera. De hecho, el experto determina que -tras la toma del país- muchas personas se enfrentaron a los nazis,
aunque no empuñando un arma. «Algunos se dedicaron a quitar los
carteles de propaganda alemanes y cambiarlos.
Otros, quemaron el pan
para molestarles y que comieran mal. Hubo muchas formas de hacerles más incómoda la estancia», añade.
Y es precisamente este tipo de resistencia la que este escritor desvela en su última novela histórica: «Los niños de la estrella amarilla» («Harper Collins»,
2017). Un libro en el que, a través de los ojos de dos niños que buscan
a sus padres, se narra cómo la población de un pequeño pueblo ubicado
al sur de Francia (Le Chambon-sur-Lignon) desafió a las tropas de Hitler protegiendo a miles de judíos durante toda la guerra (y ayudándoles, de paso, a huir del país).
La resistencia de ese pequeño pueblo montañoso (100% real a nivel histórico) demostró al mundo, en palabras del escritor, que era posible hacer frente a una situación injusta sin ubicarse peligrosamente ante los fusiles enemigos.
En Le Chambon-sur-Lignon, por ejemplo, la ayuda se generalizó gracias al trabajo de un pastor protestante llamado André Trocmé.
Un hombre que, sabiendo las maldades que se cocían en Alemania a partir
de 1939, se dedicó a dar charlas a sus ciudadanos para explicarles el
valor de la vida y lo que implicaba el quedarse quieto ante la
injusticia.
Con todo, y en palabras de Escobar, esta defensa de los refugiados (especialmente niños) no fue tan generalizada en el país como nos quieren hacer creer, a pesar de que tampoco fue escasa. «Es cierto que en Francia solo se deportó a un 50% de los judíos, cuando en otros países el número ascendió casi hasta el 100%, pero también es verdad que el régimen de Vichy tomó medidas antisemitas de buen grado contra la población y despachó decenas de trenes a Auschwitz llenos de niños».
Este libro, además, llega apenas unas jornadas después de que Marine Le Pen (líder de la candidatura ultraderechista Frente Nacional) haya afirmado que Francia no es responsable de las barbaridades que se perpetraron en aquellos años. Por el contrario, ha afirmado que los únicos culpables fueron los líderes que se hallaban en el poder por entonces. (...)
Con
esta novela, quería demostrar que también es posible resistirse de
forma pacífica. El propio André Trocmé (el espíritu de lo que sucedió en
Le Chambon-sur-Lignon) era un pacifista tan extremo que, en aquel
pueblo, no actuó la resistencia hasta casi el final de la guerra. No hubo ningún tipo de atentado hacia los alemanes o hacia los colaboracionistas porque allí creían que resistencia pacífica era la más efectiva.
Muchos
franceses resistían, por ejemplo, cambiando los carteles de los caminos
para que se perdieran los alemanes. Otros les quemaban el pan para que
comiesen mal o les robaban la ropa. No actuaban violentamente, pero
buscaban hacerle más molesta su estancia en Francia. Una estancia que,
al principio, se puede definir como unas vacaciones. (...)
4-¿Cómo es posible que se generara un régimen como el de Vichy y que fuera apoyado por una parte de la población?
Había un estado de opinión favorable a los extremismos fascistas porque todavía no se conocía todo lo que conocemos ahora. Por entonces no se sabía lo que iba a producir el fascismo y el nazismo.
Muchos pensadores lo vieron como una alternativa a las democracias que
estaban empezando a ser decadentes en Europa. Eso provocó que muchos
países cayeran bajo el influjo de los totalitarismos.
5-Pero en «Los niños de la estrella amarilla», usted explica cómo desde el régimen de Vichy se deportó a miles de judíos...
Sí.
En la sociedad francesa hubo una ruptura. El problema es que, a veces,
parece que Francia era solo la población cosmopolita de París. Y no.
También había una gran cantidad de campesinos conservadores que no había asimilado bien los valores de la República, que consideraba que había un desorden, y que empezó a utilizar los argumentos antisemitas que llegaban desde otras zonas.
Esta parte de la sociedad entendió que había que apoyar esa “revolución conservadora”
(así la llamaban) en la que se prometía defender los valores
tradicionales de la Francia eterna que estaba más allá de lo nuevo. El
problema fue que, al final, eso era fascismo.
6-¿Hitler sabía que existía esa mentalidad en Francia?
Sí.
De hecho, la división entre la Francia libre y la ocupada siempre fue
provisional. La mentalidad de Hitler no era invadir y conquistar
Francia, sino más bien dejar que hubiera un estado afín a sus ideas y
que, posteriormente, este se uniera a él. En su favor estuvo que el
régimen francés de Vichy no solo colaboró, sino que creó leyes como las
nazis para oprimir a los judíos.
7-En
«Los niños de la estrella amarilla» habla de campos de concentración
franceses a los que el régimen de Vichy enviaba a los judíos.
Efectivamente.
Esos campos de concentración no los creó el régimen de Vichy, sino la
Tercera República cuando había querido controlar a los republicanos
españoles que llegaban hasta el sur de Francia huyendo del franquismo.
Los campos fueron al principio muy provisionales. Se hicieron en las
playas en condiciones infrahumanas. Pero poco a poco se extendieron por
el sur de Francia.
Pero entonces la guerra se precipitó y
lo cambió todo. A algunos hombres les sacaron para que colaborasen en
el ejército (fue el caso de los republicanos, que se alistaron en la
Legión Extranjera). Otros fueron encargados de hacer las trincheras
galas. Quedó todo en una especie de limbo político.
El régimen de Vichy lo que hizo fue perfeccionar esos campos cuando llegó al poder.
El nuevo gobierno metió en estos campos a refugiados que llegaban de
Alemania y de otras partes de Europa, fueran judíos o no, por su
ideología o por su religión. También encarceló en ellos a los “indeseables”,
como ellos les llamaban.
Poco a poco, la masificación y los pocos
recursos que se destinaban a estos campos (no había mantas o comida)
hizo que organizaciones como la Cruz Roja y los cuáqueros pidieran a
personas como André Trocmé que se llevasen a los niños de allí a un
lugar seguro.
8-¿Hubo redadas contra judíos en Francia?
Varias. En Francia hubo una gran redada en el 41 en la que entre 7.000 y 8.000 judíos fueron enviados a varios campos de exterminio alemanes. Pero la más destacada se sucedió en el 42. Fue entonces cuando la gendarmería francesa capturó a niños, ancianos y mujeres.
El problema es que los alemanes les pidieron que solo les enviasen a
los adultos.
El régimen de Vichy no supo entonces qué hacer con los
niños. Así que se quedaron. Pero como las autoridades de París
insistieron a los germanos en que no se querían quedar con los pequeños, al final fueron enviados una gran cantidad de niños hacia Auschwitz.
Muchos de estos niños llevaban desde mediados de los años 30 en Francia y tenían nacionalidad gala. El régimen de Vichy creó una ley para poder quitarles la nacionalidad tanto a ellos como a sus padres. Lo hicieron para poder expulsarlos más fácilmente.
Fue
un movimiento frío y calculado. No fue un intento de complacer a los
nazis. Al final, fueron más allá de lo que les pidieron los nazis.
Estaban convencidos de que había que sacar a todos los judíos de
Francia.
9-¿Colaboró el régimen de Vichy con los germanos en las deportaciones de judíos?
El
régimen de Vichy fue totalmente colaboracionista en esto. Una cosa que
muy pocos libros recuerdan es que este gobierno envió a miles de
trabajadores forzosos a Alemania, algo que hicieron también muchos
países.
Mucha gente fue enviada como esclavos, desde italianos
hasta españoles. Era mano de obra esclava que ayudó a mantener el
régimen nazi mientras los alemanes estaban luchando en el frente. Hay
historias dramáticas en este ámbito que todavía están por tocar. Es un
campo inagotable.
10-¿Fue entonces inexistente la resistencia francesa?
No. Francia fue uno de los pueblos que más gente refugió junto a Holanda. Por no hablar del caso danés. Es verdad que en Francia se ayudó y se refugió mucho a los judíos.
El exterminio de los judíos franceses no llegó al 50%, mientras que en
las repúblicas bálticas fue prácticamente el 100%. Pero le problema es
que el pueblo de Francia fue muy pasivo ante la ocupación. (...)
12-¿Cómo
es posible que una buena parte de la población fuera colaboracionista o
se mantuviera en silencio ante este movimiento antisemita?
El antisemitismo siempre ha sido un estigma en Europa.
Y en Francia también, aunque nos choque más. El judío siempre se había
visto como alguien extranjero aunque hubiese vivido en el país desde
hacía decenios. El problema era que solían vivir en comunidades
cerradas, mantenían sus costumbres, su idioma... Ya no era una cuestión religiosa, era un problema de integración. Por eso, en Europa siempre ha habido mucha separación. (...)
13-Por el contrario, algunos pueblos como Le Chambon-sur-Lignon sí se enfrentaron a los nazis.
SÍ.
En el pueblo estaban muy concienciados. Desde el 39, André había dado
multitud de charlas a los vecinos aprovechando que estaba muy enterado
de lo que pasaba en Alemania por lo que había sucedido a la iglesia confesante (la que se había negado a aceptar las condiciones del régimen nazi
y se habían separado de la iglesia oficial luterana). Toda esta
información hizo que el pueblo se concienciara. Cuando llegó el régimen
de Vichy, el pueblo y todos los de alrededor sabían lo que iba a pasar.
La información les dio poder sobre las circunstancias.
14-¿Cómo ayudaban en este pueblo a los refugiados judíos?
La primera idea era que los refugiados huyeran a Suiza o a Marsella
(donde había miles de perseguidos que esperaban un barco para escapar
de Europa). Pero al final, algunos de los grupos que se habían llevado a
refugiados hasta Marsella fueron los mismos que enviaron a multitud de niños a Le Chambon sur Lignon.
Lo
hicieron porque sabían que tenían una estructura creada para ayudarles.
Esta había sido establecida antes de comenzar la guerra por los
feligreses del pueblo, los cuales acogieron durante esa época a los
hijos de los obreros de Lyon para que pudieran tener un verano más
saludable en un entorno más sano y pudiesen salir del ambiente de
marginación.
También tenían una pequeña infraestructura hotelera muy útil para acoger gente (el pueblo era un lugar de veraneo para turistas). Finalmente, André había creado una escuela pacifista con
la idea de que los hijos hugonotes o protestantes pudieran acceder a la
universidad. Toda esta infraestructura hizo posible que se refugiaran
allí tal cantidad de niños.
15-¿La ayuda de los habitantes fue general?
Sí, aunque los ciudadanos tuvieron sus roces con la población. No tanto con los niños, sino con los refugiados que
llegaron antes de manera privada para ocultarse allí. Estos, que
buscaban huir de las grandes ciudades, acapararon mucha comida. Eso hizo
que subiera el precio de los alimentos en la región y que hubiera
ciertas suspicacias hacia los judíos que hacían esas cosas. Pero
naturalmente, al final lo que logró sobrevivir fue ese espíritu
solidario.
Cuando André estuvo oculto durante un tiempo porque temía que le pudiesen arrestar por dirigir esa ayuda, la propia población siguió haciendo lo mismo hasta el final de la guerra. Fue una forma de demostrar que aquel movimiento no era cosa de un solo hombre,
sino de decenas de personas corrientes. Nadie del pueblo traicionó
aquella confianza. Había un sentido de comunidad y de apoyo mutuo. El
que luchaba no era solo André Trocme, eran todos ellos. Como una comunidad.
16-¿Cómo es posible que ni los alemanes, ni los agentes de la Francia de Vichy acabasen con esa red de resistencia?
Los
nazis no estaban establecidos en el pueblo, venían desde fuera. Cuando
desde Le Chambon-sur-Lignon se percataban de que llegaban, avisaban a todos los refugiados para que se escondiesen en las montañas.
Además, estratégicamente Le Chambon-sur-Lignon era un sitio aislado y al que era muy difícil acceder en invierno.
Esas condiciones le aislaron en cierto sentido. No había siquiera un
cuartel de la gendarmería allí porque era una zona muy pacífica. Era un
paraíso, y un infierno climatológicamente hablando. Por ello, los nazis
no sentían la necesidad de instalar tropas allí. Prefirieron llevárselas
a un pueblo próximo.
No hubo tropas fijas porque no lo veían
importante militarmente. Aunque hubo intento de llevarse a los judíos, a
los republicanos españoles y a los artistas que estaban allí
refugiados, se hizo la vista gorda por todo esto. El régimen de Vichy no quiso entrar, y los nazis estaban en otras preocupaciones.
17-¿Cuáles?
Habían
empezado a perder la guerra, y no querían tomarse molestias en una zona
sin importancia estratégica. También fue determinante el que no hubiera
resistencia violenta hasta casi el final de la guerra. Por eso cayó un
poco en el olvido.
18-¿No hubo, entonces, redadas?
Sí,
fueron aumentando en intensidad. Las últimas redadas fueron hechas en
el verano del 42. Los nazis, que ya habían sufrido un desembarco en
Sicilia, pensaron que era posible ser invadidos desde Marsella. Por eso,
ocuparon toda el territorio y llevaron a cabo una gran represión en él.
No olvidemos, por ejemplo, que en esa zona estaba afincado el llamado “Carnicero de Lyon”. A partir de entonces, el peligro fue en aumento.
En el pueblo, esta tensión se notó con un crecimiento de las redadas. En el verano del 43, Daniel (primo de André) fue capturado y llevado a un campo de concentración acusado
de ser judío, a pesar de que no lo era. Varios chicos de la escuela que
él dirigía también fueron detenidos y llevados a campos de
concentración.
19-¿Cuál era la pena por ayudar a refugiarse y huir a los judíos en el régimen de Vichy?
Normalmente suponía ser ajusticiado, ser encarcelado, o ser deportado a Alemania
como colaboracionista y miembro de la resistencia (ya fuera pacífica o
no). Esta última podía implicar acabar en un campo de exterminio.
Ofrecer cualquier tipo de resistencia era arriesgarse muchísimo. Y no
solo tu, también tu familia. Era el temor de muchos de los
colaboracionistas, las consecuencias que pudiera tener para sus familiares y amigos el que ellos se unieran a la resistencia.
20-¿Por qué eligió la historia de este pueblo para su novela?
Quería
escribir una novela que demostrara cómo vivieron los niños la guerra, y
lo uní con la historia del pueblo, que refugió a decenas de pequeños. A
partir de ese punto, decidí narrar en ese marco la resistencia pacífica
que ofrecieron André y su esposa Magda, dos personajes tan fuertes que se comen el libro cuando salen por su actitud. Todo lo que hicieron fue heroico.
A pesar de ello, el centro son los niños y la búsqueda de su familia.
En este sentido, me interesaba mucho mostrar como se comporta un
hermano mayor en una situación límite como esa, a pesar de ser pequeño.
Finalmente,
esta historia me permitía demostrar lo variopinto de la resistencia.
Aunque esta no fue todo lo generalizada que debería, se llevaba a cabo
de múltiples formas. En Francia era posible que un minero comunista y un
conservador religioso tuvieran una misma visión del mundo: la creencia
en las libertades y su convicción de que debían estar en contra de que
una persona estuviera perseguida por su religión. Eso me impactó, y
quería que esa variedad quedase implícita en la novela.
La
resistencia no fue un grupo, estuvo formada por personas con la
convicción y la dignidad de no doblegarse ante el miedo y el fanatismo
nazi. (...)"
(Entrevista a
Mario Escobar, autor de «Los niños de la
estrella amarilla», una novela histórica que narra la vida de dos niños a
través de los hechos reales acaecidos en Le Chambon-Sur-Lignon, Manuel P. Villatoro, ABCE, 11/04/17)
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