"Se hizo poeta en el lugar más hostil para los versos, una cárcel
franquista donde toda la energía se iba en sobrevivir, donde no había
paisaje al que mirar.
Tituló uno de sus poemas más célebres y su
biografía precisamente así: Decidme cómo es un árbol. Marcos Ana,
el preso político que más tiempo pasó entre rejas, ha muerto este
jueves en Madrid, a los 96 años.
Él habría dicho que fue a los 73 porque
solía descontarse esos 23 años que habitó las prisiones
de la dictadura. Cada cumpleaños hacía esa diferencia: “Tengo 90 años
de edad y 67 de vida; tengo 91, es decir, 68….” Nunca aparentó, en
cualquier caso, los inviernos que llevaba encima.
En una ocasión, a
punto de dar una charla en la Cámara de los Comunes, en Londres, le
confundieron con su intérprete, un profesor inglés y cojo. Al subir al
estrado nadie reaccionó. La gente solo empezó a aplaudir cuando llegó el
profesor.
El público interpretó que el preso que más tiempo había
pasado en las frías celdas del Régimen, el que había estado condenado a
muerte, el que había sido torturado... era necesariamente el que
caminaba con bastón y no aquel hombre alto que se había plantado en la
tribuna en dos zancadas.
Con 15 años se había afiliado, como las 13 rosas, a las
Juventudes Socialistas Unificadas. Luego se hizo del Partido Comunista.
Quiso ir al frente, pero le mandaron de vuelta a casa por no tener edad
suficiente. Ingresó en la cárcel con 19 y salió con 42, en 1961.
Le
acusaban de tres asesinatos en Alcalá de Henares por los que ya habían
sido fusilados otros presos. En prisión se acostó muchas noches pensando
que no llegaría a ver el día porque el Régimen había cometido la
ridiculez de condenarle no a una, sino a dos penas de muerte.
Finalmente, a él le conmutaron la pena, pero dio el último abrazo a
muchos compañeros que no tuvieron la misma suerte. Dedico sus años de
libertad a rendirles un homenaje permanente. “Marcos Ana
no se ha mirado complacido en el espejo. Lo ha roto en mil pedazos para
que en cada fragmento se vea el rostro de sus camaradas”, dijo el premio Nobel José Saramago.
Con sus compañeros de celda creó en la cárcel un periódico clandestino llamado Juventud.
Daban clases y organizaban tertulias literarias sobre los libros
prohibidos, que eran casi todos. Apoyándose en la parte de abajo del
plato de la comida, Marcos Ana
empezó a escribir poemas. Los sacaba clandestinamente de prisión.
A
veces, con la ayuda de un guardia. Otras, haciendo que un preso al que
quedaban días para salir en libertad, los memorizara. Y empezaron a
difundirse gracias a la ayuda de poetas en el exilio como Rafael
Alberti, y de los comités de solidaridad con los presos políticos.
Ahí
fue cuando Fernando Macarro se convirtió en Marcos Ana, el seudónimo que
escogió uniendo el nombre de sus padres: Marcos Macarro, que había
muerto en un bombardeo en enero de 1937 -él mismo encontró el cadáver
sobre la acera-, y Ana Castillo, que falleció en la navidad de 1943,
después de que a su hijo le condenaran por segunda vez a muerte.
Y con todo, para Marcos Ana lo más difícil, como explicó
muchas veces, fue adaptarse a la libertad. Sus ojos sufrían con la luz.
Se mareaba en los espacios abiertos. Y fue al verse en la calle cuando
supo que había perdido toda su juventud. Cuando se dio cuenta de que, a
los 42 años, jamás había estado con una mujer.
Con sus mejores intenciones, un amigo le llevó una noche a
un cabaré, llamó a una chica, le metió 500 pesetas en el bolsillo y le
dio las instrucciones: “Para que pases la noche con mi amigo”. “Se
llamaba Isabel y era morena, de ojos grandes, hermosísima…”, recordaba a este diario el verano de 2015.
Fue incapaz de tocarla. Al final, decidió contarle su historia.
Marcos e
Isabel pasaron la noche juntos, hablando. Cuando, al volver a casa,
descubrió que le había vuelto a meter las 500 pesetas en el bolsillo,
Marcos deshizo corriendo el camino hasta ella. Pero antes de llegar a su
pensión, decidió que si aquel día pagaba arruinaría para siempre el
recuerdo de la noche anterior. Entró en una floristería y pidió 500
pesetas en flores. En la tarjeta escribió: “Para Isabel, mi primer
amor”.
No volvieron a verse, pero fue al leer ese episodio de su biografía cuando Pedro Almodóvar quiso convertir la vida de Marcos Ana en una película y compró los derechos de Decidme cómo es un árbol.
En París conoció a Vida Sender, hija de unos anarquistas
aragoneses y futura madre de su hijo, Marcos. “La cárcel la viví como un
militante, y hasta que no conocí el amor no me di cuenta de lo que me
habían quitado. Cuando la vi pensé: 'Para esto he salido yo de prisión,
para esto estoy yo en el mundo”, explicaba en la misma entrevista.
La convivencia no fue fácil. “Era como un toro”, recordaba ella. Un día
le sentó y le dijo: “No quiero ser una segunda cárcel para ti”. "Me
regaló otra vez la libertad", explicaba él. El amor dio paso a una
amistad que les acompañó toda la vida.
Les gustaba bajar a una terraza
cerca de la casa de Marcos donde el poeta practicaba uno de sus
pasatiempos favoritos: ver pasar a la gente e imaginar qué problemas
tenían, en qué cosas irían pensando. " (Natalia Junquera, El País, 25/11/16)
"Fueron tantos, que no cabían todos. Muchos aguardaron bajo la lluvia su
turno para poder despedirse.
El auditorio madrileño Marcelino Camacho
se ha llenado esta tarde de gente que quería o admiraba a Marcos Ana, el
preso político que más tiempo pasó en las cárceles franquistas, 23
años. Falleció el pasado jueves,
ya cumplidos los 96, y pese a su avanzada edad, uno de los comentarios
más repetidos en el homenaje de esta tarde ha sido la sorpresa que les
había causado su muerte. (...)
Juan Diego Botto ha recitado, muy emocionado, el poema que da título a la autobiografía de Marcos Ana, Decidme cómo es un árbol.
"Es un hombre que permitió que este país pudiera mirarse a la cara y
sostenerse la mirada. Porque él es lo que este país debería haber sido",
ha añadido el actor de origen argentino. (...)
Cuando salió de la cárcel, en 1961, dedicó todos sus años de
libertad a homenajear a sus compañeros presos, especialmente, a los que
no lograron salir de la cárcel porque murieron antes de hambre, de
frío o fueron ejecutados por el Régimen.
La cantautora Lucía Sócam ha intepretado durante el homenaje
un poema que Blas de Otero compuso para Marcos Ana cuando el poeta
cumplió 22 años entre rejas.
El ex fiscal anticorrupción Carlos Jiménez Villarejo ha
leído sobre el escenario fragmentos de este discurso del poeta: "Conocí,
como tantos compañeros, la pérdida de la libertad. Sufrí la tortura,
viví al borde de la muerte... podía haberme convertido en una bestia,
pero al contrario, mi experiencia personal me llevó a la conclusión de
que nunca sería capaz de ejercer la violencia contra nadie precisamente
porque la he sufrido.
La única venganza a la que yo aspiro es ver
triunfando algún día los nobles ideales por los que yo he luchado y por
los que miles de demócratas antifranquistas perdieron su vida o su
libertad".
Uno de los momentos más emotivos ha sido cuando el hijo del
poeta ha recitado, junto al ataúd de su padre, sus versos. "El mejor
homenaje que le puedo hacer es leer un poema suyo. Los he leído muchas
veces, pero creo que él nunca me oyó".
Durante una entrevista con este diario,
Marcos Ana explicaba que el peor momento de su vida en prisión eran los
días de visita, cuando veía a sus compañeros presos abrazar a sus
niños. "A mí se me caían las lágrimas pensando que yo nunca iba a tener
eso. Mi hijo ha sido, sin ninguna duda, el amor de mi vida", decía.
Fue
Vida Sender, hija de unos anarquistas aragoneses, la mujer que le
permitió cumplir el sueño de ser padre tras salir en libertad, en 1961.
Hoy, en el auditorio Marcelino Camacho, apretaba emocionada la mano de
su hijo, que también se llama Marcos, y es documentalista. (...)" (Natalia Junquera, El País, 27/11/16)
Obra y premios
De su etapa en prisión son los libros Poemas desde la cárcel y Las soledades del muro.
En 2007 publicó su biografía, Decidme cómo es un árbol (Umbriel-Tabla rasa).
En 2009, el Gobierno le concedió la medalla de oro al mérito en el Trabajo.
En 2011, obtuvo la medalla de oro al mérito en las Bellas Artes y publicó Poemas de la prisión y de la vida.
En 2013 publicó Vale la pena luchar, un libro escrito en el contexto de la crisis económica. Se lo dedicó "a la juventud".
En 2007 publicó su biografía, Decidme cómo es un árbol (Umbriel-Tabla rasa).
En 2009, el Gobierno le concedió la medalla de oro al mérito en el Trabajo.
En 2011, obtuvo la medalla de oro al mérito en las Bellas Artes y publicó Poemas de la prisión y de la vida.
En 2013 publicó Vale la pena luchar, un libro escrito en el contexto de la crisis económica. Se lo dedicó "a la juventud".
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