20/5/16

¿A quién se le ocurre intervenir algo que está sano? Creo que pensaron: 'a ver qué pasa'. Creo que experimentaron con nosotros

"Los periodistas Montse Armengou y Ricard Belis realizaron una investigación —Los internados del miedo para la Televisión de Cataluña en 2015— sobre los centros en los que durante la dictadura y bien entrada la democracia se cometieron miles de abusos a menores.

 "El Franquismo creó las condiciones de desamparo y revistió a estas instituciones de beneficencia y caridad", argumenta Armengou a VICE News. "Durante cincuenta años pasaron por esos centros muchas hornadas de niños, algunos de los cuales permanecerían ahí toda su vida".

Pablo Castaño — nacido en Noblejas, Toledo, en 1938 — no pudo vivir con su madre hasta los 8 años. Había sido condenada a pena de muerte y encarcelada durante 7 años por haber formado parte del ayuntamiento de la localidad. "Fue la única mujer concejal y antes de la llegada de la República había luchado por mejorar las condiciones miserables las mujeres que tenían en el trabajo", cuenta a VICE News.

El padre de Pablo murió a consecuencia de una paliza propinada al reclamar, facturas en mano, los muebles que habían sido saqueados de la casa familiar. Así que tuvo que pasar su infancia junto a sus abuelos paternos, que se ocuparon de él hasta que su madre fue liberada, arrastrando terribles secuelas vitales.

A los seis meses Pablo contrajo poliomelitis, enfermedad infantil contagiosa que afecta al sistema nervioso y causa parálisis y atrofia muscular, y que empezó a ser controlada en España una década más tarde que en el resto de Europa o EEUU. "Desde entonces una de mis piernas quedó afectada", explica.

"A los 6 años, mi abuela me llevó al hospital del Niño Jesús para que me operaran, cosa que hicieron varias veces y luego completaron con un aparato ortopédico que no resolvió nada", añade.

Cuando la madre de Pablo salió de la cárcel, se preocupó por mejorar su situación —Pablo tenía que caminar con bastón— y le llevó al hospital de Reeducación de Inválidos en Carabanchel, donde sufrió más operaciones y pasó meses ingresado.

"Allí le aconsejaron seguir operando", prosigue. "Después de una de las operaciones, cuando tenía 12 años, al visitarme en el postoperatorio se dio cuenta de que la escayola, que debería de estar en la pierna izquierda, estaba en la derecha. 

Al pedir explicaciones, el cirujano, don Vicente Sanchís, le dijo que lo había hecho para paralizar el crecimiento de la pierna sana y que así las dos se igualaran. Lo cierto es que esa operación causó consecuencias terribles, ya que hizo que mi pierna sana girara hacia dentro al crecer".

Vicente Sanchís aparece en las páginas web de sociedades médicas como un traumatólogo de prestigio gracias a su paso por el Instituto de Reeducación de Inválidos. Sin embargo, la opinión del director del centro no era la misma: "A los dos años volvimos al hospital para explicar lo que me estaba pasando, y el director del mismo nos dijo que el cirujano ya no trabajaba allí, y que esa operación se la había hecho a muchos niños, con el mismo mal resultado".

Pablo agravó las secuelas de todos los tratamientos sufridos. Confiesa ha soportado mucho dolor, sobre todo al envejecer. "¿A quién se le ocurre intervenir algo que está sano? Creo que pensaron: 'a ver qué pasa'. Creo que experimentaron con nosotros como hicieron los nazis con los judíos", sentencia.

Montse Armengou opina que las consecuencias para estos niños y jóvenes fueron devastadoras: "Una huella que nunca se ha borrado", afirma. "Pero más allá de la dureza de los abusos destacaría el impacto de la humillación, la vergüenza y ese trauma que provoca el cebarse en los más desamparados".

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