"Los periodistas Montse Armengou y Ricard Belis realizaron una investigación —Los internados del miedo para
la Televisión de Cataluña en 2015— sobre los centros en los que durante
la dictadura y bien entrada la democracia se cometieron miles de abusos
a menores.
"El Franquismo creó las condiciones de desamparo y revistió a
estas instituciones de beneficencia y caridad", argumenta Armengou a
VICE News. "Durante cincuenta años pasaron por esos centros muchas
hornadas de niños, algunos de los cuales permanecerían ahí toda su
vida".
Pablo Castaño — nacido en Noblejas, Toledo, en 1938 — no
pudo vivir con su madre hasta los 8 años. Había sido condenada a pena de
muerte y encarcelada durante 7 años por haber formado parte del
ayuntamiento de la localidad. "Fue la única mujer concejal y antes de la
llegada de la República había luchado por mejorar las condiciones
miserables las mujeres que tenían en el trabajo", cuenta a VICE News.
El
padre de Pablo murió a consecuencia de una paliza propinada al
reclamar, facturas en mano, los muebles que habían sido saqueados de la
casa familiar. Así que tuvo que pasar su infancia junto a sus abuelos
paternos, que se ocuparon de él hasta que su madre fue liberada,
arrastrando terribles secuelas vitales.
A los seis meses Pablo
contrajo poliomelitis, enfermedad infantil contagiosa que afecta al
sistema nervioso y causa parálisis y atrofia muscular, y que empezó a
ser controlada en España una década más tarde que en el resto de Europa o
EEUU. "Desde entonces una de mis piernas quedó afectada", explica.
"A
los 6 años, mi abuela me llevó al hospital del Niño Jesús para que me
operaran, cosa que hicieron varias veces y luego completaron con un
aparato ortopédico que no resolvió nada", añade.
Cuando la madre
de Pablo salió de la cárcel, se preocupó por mejorar su situación —Pablo
tenía que caminar con bastón— y le llevó al hospital de Reeducación de
Inválidos en Carabanchel, donde sufrió más operaciones y pasó meses
ingresado.
"Allí le aconsejaron seguir operando", prosigue.
"Después de una de las operaciones, cuando tenía 12 años, al visitarme
en el postoperatorio se dio cuenta de que la escayola, que debería de
estar en la pierna izquierda, estaba en la derecha.
Al pedir
explicaciones, el cirujano, don Vicente Sanchís, le dijo que lo había
hecho para paralizar el crecimiento de la pierna sana y que así las dos
se igualaran. Lo cierto es que esa operación causó consecuencias
terribles, ya que hizo que mi pierna sana girara hacia dentro al
crecer".
Vicente Sanchís aparece en las páginas web de sociedades
médicas como un traumatólogo de prestigio gracias a su paso por el
Instituto de Reeducación de Inválidos. Sin embargo, la opinión del
director del centro no era la misma: "A los dos años volvimos al
hospital para explicar lo que me estaba pasando, y el director del mismo
nos dijo que el cirujano ya no trabajaba allí, y que esa operación se
la había hecho a muchos niños, con el mismo mal resultado".
Pablo
agravó las secuelas de todos los tratamientos sufridos. Confiesa ha
soportado mucho dolor, sobre todo al envejecer. "¿A quién se le ocurre
intervenir algo que está sano? Creo que pensaron: 'a ver qué pasa'. Creo
que experimentaron con nosotros como hicieron los nazis con los
judíos", sentencia.
Montse Armengou opina que las consecuencias
para estos niños y jóvenes fueron devastadoras: "Una huella que nunca se
ha borrado", afirma. "Pero más allá de la dureza de los abusos
destacaría el impacto de la humillación, la vergüenza y ese trauma que
provoca el cebarse en los más desamparados".
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