"(...) Míriam Iscla se coloca frente al anfiteatro. Ya no se dirige al público, sino a las monjas de la caridad
que custodiaban el hospital de Can Sales, en Mallorca. Y de repente su
boca habla en nombre de Matilde Landa, militante del Partido Comunista y
trasladada en 1939 desde la cárcel de Las Ventas.
Con una voz sosegada,
se ríe de la misericordia de Dios y culpa a las católicas de haber
asesinado a 13 niños. "Hermanas, aunque me amenacéis y torturéis, no me
voy a bautizar. He nacido libre".
Como castigo, las
monjas impusieron un régimen de horarios imposible para amamantar a los
bebés, que morían de hambre en pabellones contiguos a los de sus madres.
"No puedo mirar sin llorar los rostros de esos niños a los que amenazan
con dejar sin leche si yo no me convierto", escribía Landa en una
carta.
Las órdenes religiosas se hicieron cargo de estos almacenes donde
hacinaban a las reclusas para "limpiar el futuro de España". Allí, los
infanticidios se convirtieron en una práctica heredada del nazismo para
coaccionar a las mujeres. "Vallejo Nájera defendía que ser roja era una
enfermedad hereditaria y que se debía matar a la criatura o separarla de
su madre", nos cuenta Domingo. (...)
Amparo Bayón procedía de una familia de derechas y se declaraba
abiertamente católica. Durante el golpe de Estado, su marido se refugió
en Madrid y le aconsejó que huyera a Zaragoza con su familia.
La mujer
quemó todas las fotografías, cartas y documentos que le pudiesen
vincular con el bando republicano. Pero no fue suficiente. Su familia
política la delató para quedarse con las tierras y el dinero de la
herencia. " (Mónica Zas Marcos, eldiario.es, 31/03/16)
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