4/11/15

“Le habían hecho un hoyo para enterrarlo vivo"


"(...) Este año, la asociación ha hecho entrega de las copias de los expedientes de los juicios sumarísimos a los familiares de los capitanes José Vega Cózar, de Úbeda, y Miguel Ocaña Yeguas, de Martos; y del que fuera alcalde de Alcalá la Real durante la Segunda República, Salvador Frías Pino.

Un emotivo acto que ha hecho aflorar los recuerdos de Francisca Ocaña, de 84 años, hija del militar republicano Miguel Ocaña que fuera fusilado a los 46 años junto a su hermano Daniel Ocaña Yeguas al terminar la Guerra Civil, en 1941. 

A pesar del tiempo transcurrido, Francisca se acuerda de que al dolor de la muerte de su padre y de su tío su sumó la pena por la marcha de su hermano mayor, que logró escapar de una muerte segura. “Le habían hecho un hoyo para enterrarlo vivo; menos mal que consiguió huir y cruzar los Pirineos andando”.

Su madre tuvo que esperar nueve años hasta que pudo abrazar de nuevo a su hijo, para lo cual se tuvo que desplazar hasta el sur de Francia donde residía, mientras que el resto de la familia se quedó en Jaén. Con el tiempo ella y su marido marcharon también al país vecino. Allí permanecieron algo más de treinta años, hasta que a principio de los ochenta regresaron a Martos.

A pesar de la distancia y del tiempo transcurrido, reconoce que de vez en cuando los recuerdos se agolpan y le hacen revivir aquellos primeros años de represión y miedo; aunque en su caso, dice, la palabra miedo no hizo mella en su vida. Francisca afirma que, tras la muerte de su padre y de su tío, ella acompañaba a su madre al camposanto para depositar flores en un terreno donde solo había jaramagos y lo hacían en el tren Jaén-Campo Real que pasaba por Martos.

“Fue el conserje del cementerio de San Eufrasio quien nos indicó el lugar donde se encontraban los fusilados. El nos explicó que después de fusilarlos los arrojaban a fosas comunes y les echaban tierra y cal viva... Que yo recuerde, siempre he venido en estas fechas, a pesar de las advertencia de amigos y familias por temor a que nos hicieran o dijeran algo. 

Siempre he venido, desde que tenía 7 años”, comenta Francisca, que, ajena al debate político sobre la memoria histórica, no logra entender por qué ellos no pueden dar sepultura a sus muertos. (...)"            (Andaluces.es, 02/11/15)

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