"(...) Este año, la asociación ha hecho entrega de las copias de los expedientes de los juicios sumarísimos
a los familiares de los capitanes José Vega Cózar, de Úbeda, y Miguel
Ocaña Yeguas, de Martos; y del que fuera alcalde de Alcalá la Real
durante la Segunda República, Salvador Frías Pino.
Un emotivo acto que ha hecho aflorar los recuerdos de Francisca
Ocaña, de 84 años, hija del militar republicano Miguel Ocaña que fuera
fusilado a los 46 años junto a su hermano Daniel Ocaña Yeguas al
terminar la Guerra Civil, en 1941.
A pesar del tiempo transcurrido,
Francisca se acuerda de que al dolor de la muerte de su padre y de su
tío su sumó la pena por la marcha de su hermano mayor, que logró escapar
de una muerte segura. “Le habían hecho un hoyo para enterrarlo vivo; menos mal que consiguió huir y cruzar los Pirineos andando”.
Su madre tuvo que esperar nueve años hasta que pudo abrazar de nuevo a
su hijo, para lo cual se tuvo que desplazar hasta el sur de Francia
donde residía, mientras que el resto de la familia se quedó en Jaén. Con
el tiempo ella y su marido marcharon también al país vecino. Allí
permanecieron algo más de treinta años, hasta que a principio de los
ochenta regresaron a Martos.
A pesar de la distancia y del tiempo transcurrido, reconoce que de
vez en cuando los recuerdos se agolpan y le hacen revivir aquellos
primeros años de represión y miedo; aunque en su caso, dice, la palabra
miedo no hizo mella en su vida. Francisca afirma que, tras la muerte de
su padre y de su tío, ella acompañaba a su madre al camposanto para
depositar flores en un terreno donde solo había jaramagos y lo hacían en
el tren Jaén-Campo Real que pasaba por Martos.
“Fue el conserje del cementerio de San Eufrasio quien nos indicó el
lugar donde se encontraban los fusilados. El nos explicó que después de fusilarlos los arrojaban a fosas comunes y les echaban tierra y cal viva...
Que yo recuerde, siempre he venido en estas fechas, a pesar de las
advertencia de amigos y familias por temor a que nos hicieran o dijeran
algo.
Siempre he venido, desde que tenía 7 años”, comenta Francisca,
que, ajena al debate político sobre la memoria histórica, no logra
entender por qué ellos no pueden dar sepultura a sus muertos. (...)" (Andaluces.es, 02/11/15)
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