"(...) El 14 de agosto de 1936 falangistas y guardia civil fueron
a la prisión de Burgo y se llevaron en un camión a cinco de ellos y
también a Antonio. De camino, se toparon con Máximo Redondo García que
estaba huido y al que también detuvieron.
Un segundo vehículo recogió a
los de la prisión de Almazán llevándose a tres de los que ahora están
desaparecidos. Los dos camiones se juntaron en Barcones, en el límite
de la provincia con Guadalajara. Allí les hicieron bajar del camión
atados de dos en dos.
Las fuerzas vivas, presentes.
En la ejecución estuvieron representadas todas las fuerzas vivas: falangistas, guardias civiles, voluntarios, el cura de Barcones y el cura de Soria que también iba en el camión. Ante la negativa a recibir ayuda espiritual, Arsenio les dijo: “el que quiera que se confiese, que no pasa nada, que nos van a matar”. Parece que los seis de Burgo de Osma decidieron confesarse, quizás por si el cura les salvaba. Pero los cuatro de CNT, no.
Los separaron en dos grupos. Matías Bonilla que tenía entonces
nueve años, lo vio todo escondido junto a dos amiguitos. Ahora, a los
90, ha sido uno de los testigos básicos para localizar las fosas y
relatar lo ocurrido.
Cuenta que Arsenio, alineado junto a los otros tres
anarquistas, habló a sus verdugos: “vosotros no sois culpables, sólo
sois un instrumento. Espero que la España que queréis construir sea
como la que he soñado yo, una España de hermandad y de buenas personas”.
Así murió.
Les tocó el turno a los otros seis. Bernabé intentó huir y echó a correr por el campo. Matías cuenta que le cruzaron a tiros, que le mataron por en medio del campo, “como a un conejo”. De este modo mataron a todos. Las fosas las cavaron los del pueblo en la tierra blanda del prado. Seis a un lado, cuatro al otro. Los vivos callaron hasta hace poco. (...)" (El Plural, 17/06/2015)
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