"(…) También me enteré del caso de un doctor Arraiza, de
Pamplona, conocido mío, que hizo una lista de las personas que había que
detener y fusilar, y al cual su mujer, que le acompañaba, le iba indicando:
-Te
has olvidado de poner en la lista a Fulano y a Mengano, y el marido los incluía
para que no fueran olvidados al llegar el momento de la trágica liquidación,
dispuesta por el odio y por el fanatismo, tan torvos y voraces en unos como en
otros. (…)"
(Pio Baroja: La guerra civil en la frontera, Ed. Caro Regio,
2005, pp. 50)
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