"(...) las torturas a Gerardo Iglesias, quien ya en democracia fuera diputado y secretario general del PCE en sustitución de Santiago Carrillo, la juez argentina ha pedido a la Interpol la detención del entonces policía Pascual Honrado de la Fuente. La juez da credibilidad en su Auto a la querella de Iglesias, que es especialmente dura:
“A
la edad de 17 años, en 1963, fue detenido por la Brigada Político
Social de Oviedo, bajo las órdenes de Claudio Ramos Tejedor. Se le acusaba de incitar a la huelga.
Permaneció detenido en la comisaría 78 horas, siendo brutalmente
torturado (psíquica y físicamente) por varios miembros de la brigada
mencionada.
Se destacaron en las torturas el policía Pascual Honrado de
la Fuente y el propio inspector Claudio Ramos Tejedor. Desde ese momento
fue objeto de una implacable persecución: despidos de puestos de
trabajo, citaciones constantes a comparecer en comisarías y cuarteles,
(a las que no se presentaba para eludir a la tortura), viéndose obligado a pasar a la clandestinidad, con la consiguiente pérdida de trabajo…”.
Sigue
el Auto de la juez: “El 26 de enero de 1967 fue detenido nuevamente por
la Brigada Político Social y torturado entre otros por Pascual Honrado
de la Fuente y Claudio Ramos Tejedor, ya mencionados y un tal
“Palacios”. Ingresó en la Prisión Provincial de Oviedo el 30 de enero
del mismo año y fue puesto a disposición del Tribunal de Orden Público,
que lo condenó a cuatro años de prisión, esta pena la cumplió en su integridad y se negó a redimir pena por trabajo“.
Aunque muy significativa, la declaración de Gerardo Iglesias ante la juez Servini no es la más dura ni la peor. “Si por mí fuera, tú serías de los que no salen vivos de la Dirección General de Seguridad”: eso es, por ejemplo, lo que el policía Ricardo Algar Barrón le reconoció al antifranquista José María Galante Serrano, en su cuarta detención en la DGS:
“En mi segunda detención, entre los policías que me torturaron se encuentran Ricardo Algar Barrón y Celso Galván Abascal;
a ambos los cito entre los miembros de la BPS [Brigada Político-Social]
que denuncio al final de mi declaración. Además, el primero de ellos
participó en malos tratos y vejaciones durante mi tercera detención y,
en la cuarta, fue uno de los policías que me tomó declaración, mediante
la cual me hizo saber que me tenía un odio particular y que, si por él fuera, yo sería de los que no salen vivos de la DGS…”. (...)
“En ese momento nos agarraron por el pelo (Francisca lo
llevaba especialmente largo en esa época), y a mí me llevaron por un
pasillo que comunicaba a distintos despachos. Según iban amenazando por
el pasillo, los policías que se encontraban ahí me golpearon e
insultaban, no puedo recordar el número ya que intentaba, con las
limitaciones que da estar esposado, protegerme la cara (…)
En una de las
mesas se encontraba sentado el Inspector José Ignacio Giralte González
y en la otra el Inspector Jesús González Reglero, este último con la
cadena con la que fui detenido, sonriendo y haciéndola girar, supongo
que intentando amedrentarme. De pie se encontraba Antonio González Pacheco y otros dos miembros de la Brigada que no soy capaz de recordar”.
Sigue
el testimonio: “El Inspector que daba las órdenes ¿Sainz? [sic], mandó
que me quitaran las esposas y que me situara a cierta distancia de la
pared (calculo que a unos 60 centímetros) y con las piernas abiertas, los brazos apoyados sobre la misma y la cabeza hacia abajo. Una vez situado en esa posición me golpeó en un costado que me derribó…
Me volvieron a levantar y me obligaron a ponerme en la misma posición, a
partir de ese momento a cada lado se puso un policía (José Ignacio
Giralte González y Jesús González Reglero) [sic], y me decían que bajara la cara, cada vez que lo hacía me golpeaban en la misma, por la espalda recibí golpes incluidos los que me propinaban con las propias cadenas con las que fui detenido y patadas en la entrepierna“.
Así de contundente finaliza el Auto de la juez: “Según que me iban golpeando, me decían ‘di que tu madre es una puta, di que tu padre es un maricón,
etc.’. A medida que la sesión de tortura se prolongaba, iba perdiendo
resistencia y me caía al suelo con mayor frecuencia.
En una de esas
caídas, uno de los policías (ya era incapaz de reconocer cual), se
dirigió a ¿Sainz? advirtiéndole del estado en que me encontraba,
entonces me levantó del suelo me empujó contra la pared, me golpeó en
los riñones y dijo que a partir de entonces me golpearan en la espalda,
estómago o en la cabeza. Lo que duró la sesión lo desconozco ya que
estuve noqueado durante un tiempo. El siguiente recuerdo que tengo es en
la enfermería de la DGS…”.
Estos hechos son similares a los que, supuestamente, el policía Félix Criado Sanz le practicaría a Jon Etxabe Garitacelaya, detenido el 11 de abril de 1969, que pasó 7 días en comisaría y sería “salvajemente torturado” en Zamora con “golpes a mansalva, la rueda, la rana…”. (..)
“En su segunda detención, lo metieron en el coche y en el suelo del mismo se pusieron a patearlo en la espalda y en las piernas mientras que las esposas se le clavaban en la espalda y piernas. Que al llegar a la comisaría comenzaron las torturas, que el querellante recuerda como ejecutadas por bestias inhumanas, los golpeaban por todo el cuerpo; al comenzar la tarde le aplicaban “el quirófano”
que consistía en que lo tiraban boca arriba en un escalón con la cabeza
hacia afuera y le deban golpes en la cara cuando caía hacia abajo por
el cansancio, y los volvían a levantar sujetado del pelo; lo agarraban
del pelo y de las piernas y le tiraban de un lado a otro”.
En el
auto se lee también que “los interrogatorios en los sucesivos días eran
de golpes entre dos o tres y aquí sí recuerdo a uno que luego lo
ascendieron, se llamaba Jesús Martínez Torres, joven que lo habían
traído a Zaragoza en compañía de otro también joven y rubio que también
participaba con saña en los interrogatorios, ayudado por el Legionario”.
El caso del antiguo policía Atilano del Valle Oter parece especialmente llamativo: está imputado en esta causa por, supuestamente, haber disparado y arrojado por la ventana a Miguel Jiménez Hinojosa,
tras su detención en un piso de Barcelona el 24 de abril de 1971. He
aquí las “Constancias probatorias” que incluye la juez Servini en su
Auto:
“El 24 de abril de 1971, con 23 años, es detenido por
segunda vez en un piso de Barcelona por los funcionarios de la Sexta
Brigada Regional de Investigación Social, Atilano del Valle Oter y
Francisco Rodríguez Álvarez, quienes le disparan a bocajarro y lo tiran por la ventana.
Es trasladado a la Clínica San Jorge, donde recibe los primeros auxilios. En
vista de la gravedad de las heridas es evacuado al Hospital Clínico de
Barcelona, donde le diagnostican conmoción cerebral con posible fractura
de la base del cráneo, fractura de pelvis, rotura hepática, contusiones
y heridas varias de pronóstico muy grave.
Un consejo de guerra lo
condena a 16 años, tras lo cual recorre las cárceles franquistas de
Barcelona, Soria, Segovia y Jaén, durante 5 años, 6 meses y 4 días, y
sale en libertad en octubre de 1976. Desde hace 20 años está jubilado por incapacidad permanente total con el hígado trasplantado…”. (...)" (Manuel Ángel Menéndez, Cuarto Poder, en Rebelión, 15/11/2014)
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