Mujeres rapadas durante la Guerra Civil
“No habrá memoria histórica si no hacemos una verdadera
investigación de la represión sufrida por las mujeres desde su condición
de género. La historia no solo la marcan los fusilamientos y la cárcel”
Las catedráticas Cándida Martínez y Lola Ramos ha realizado una
investigación única sobre la represión específica sufrida por las
mujeres en Andalucía durante la guerra y el franquismo.(...)
Muchos de estos métodos tenían como objetivo “purificarlas”, atacar
su feminidad y utilizar su cuerpo para deshonrar y castigar al enemigo
varón. Entre las acciones más habituales: violaciones, tocamientos,
purgantes, los paseos con pelo rapado, colocación de moños rojos con la
cabeza rapada al cero, abusos sexuales, etc…
“La intención de
esta represión era muy distinta a la de los hombres, las humilla y las
degrada de mayor manera. Y eso es una tortura específica que forma parte
de esa memoria que no se recoge”
Las mujeres de aquella etapa que venían del “bando rojo” eran
calificadas en los múltiples informes de “mujeres caídas o desafectas al
régimen”. Podían ser esposas de fusilados, haber sido activistas
políticas o estar señaladas por tener algún miembro de la familia en la
cárcel. Eran juzgadas como peligrosas activistas y en algunas ocasiones
fueron juzgadas por la militancia de sus familiares.
Llevaban el peso
del control social que ejercía el régimen sobre su género, unido a una
responsabilidad “transferida” por los familiares que tenían huidos. Solo
por este motivo podían recluirlas largos años en la cárcel, en graves
condiciones de higiene y salud.
Informes psiquiátricos de médicos militares, como el de Vallejo Nájera,
que luego tenían muchas veces su culminación en sentencias de los
tribunales militares de la época, certificaban que las
activistas republicanas “eran mujeres sin freno, mujeres fieras, y por
ello había que controlarlas para impedir un comportamiento inadecuado e
impropio de mujeres de bien”, apunta Cándida. (...)
Martínez señala que “por esa única condición de mujeres, su trato en la cárcel podía llegar a ser mucho más severo”. En
medio de condiciones infrahumanas, el estudio destaca un aspecto clave
para conocer la memoria de aquellas mujeres y sus vivencias: las redes
de solidaridad que ellas creaban en esas cárceles. “Es muy
bonito conocer de cerca ese aspecto que revela cómo se fueron forjando
los mecanismos de supervivencia dentro y fuera de la prisión”, concluye
Martínez." (Público, 17/09/2014)
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