15/5/14

Al rato esos barcos se pusieron a bombardearnos. De pronto nos caían encima los obuses. Imagínate el terror de la gente, que iba muriendo en la carretera

"Ha fallecido Antonio Torres. Cuando Antonio se puso ante la cámara para ser parte de los testimonios que hoy dan vida al proyecto Vencidxs, cuando recordaba lo que no reflejaba su sonrisa y su calidez, nos confesó que hacerlo le dolía. «Pero entonces no me dolía. En la guerra se endurecen los corazones»

(...) Yo era una persona muy inocente y hasta el último momento no me di cuenta de la entrada de los fascistas. Salí de Málaga con mi padre, a toda prisa, en dirección a la carretera que iba a Almería. 

Aquello era como una procesión de gente, no te vayas a pensar que eran ni diez ni veinte; era… como la Semana Santa, como una manifestación. Al principio mi padre y yo nos agarramos a los amortiguadores de un camión para ir mejor. Caminamos toda la noche y amanecimos en Torre del Mar. 

La gente iba con lo que había podido coger de casa, algunos no llevaban nada, y se pusieron a desayunar caña de azúcar que había plantada. Entonces vimos unos barcos. Alguien dijo: “¡Ésos barcos son de los nuestros! ¡Nos van acompañando en el camino…!” Sí, acompañando… Al rato esos barcos se pusieron a bombardearnos.

De pronto nos caían encima los obuses. Imagínate el terror de la gente, que iba muriendo en la carretera, y nosotros no podíamos hacer nada, sólo quitarnos del medio. Aquello no lo esperábamos. Luego vinieron los aviones y se pusieron a ametrallarnos. Querían que volviéramos a Málaga, querían sembrar el terror

Y mucha gente murió en el camino. Hay escenas que no se te olvidan. Yo pude ver a una mujer, llena de sangre, con un niño muerto en los brazos. La mujer no estaba ni sentada, ni tumbada, estaba como un poco de lado, mirando hacia el cielo. Ella miraba para arriba, como pidiendo una ayuda. En fin, cuadros como ése se veían más malos que buenos.

Tuvimos que abandonar la carretera del mar y entrar hacia adentro. Después de cinco o seis días llegamos a Motril y comenzaron a bombardearnos otra vez. Nos pudimos esconder en un cañaveral, pero había que seguir andando para evitar la muerte.

 Almería está muy lejos, ¿sabe usted? Las criaturas, las mujeres de su casa, los viejos, todos íbamos muy cansados, porque aquello era mucho caminar, y además vinieron los bombardeos, los aviones. Y al final llegamos, llegamos a Almería. Pero allí no había nada, ni para comer, ni para dormir.

 Nos metieron en un tren y nos llevaron a Murcia. En Murcia tampoco había nada, ni teníamos ningún familiar, así que pedimos irnos a Barcelona, porque teníamos familiares allí, y nos aprobaron el viaje. (...)"            (Periodismo Humano, 14/05/2014)

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