"Ha fallecido Antonio Torres. Cuando Antonio se puso ante la cámara para ser parte de los testimonios que hoy dan vida al proyecto Vencidxs, cuando recordaba lo que no reflejaba su sonrisa y su calidez, nos confesó que hacerlo le dolía. «Pero entonces no me dolía. En la guerra se endurecen los corazones»
(...) Yo era una persona muy inocente y hasta el último momento no me di
cuenta de la entrada de los fascistas. Salí de Málaga con mi padre, a
toda prisa, en dirección a la carretera que iba a Almería.
Aquello era
como una procesión de gente, no te vayas a pensar que eran ni diez ni
veinte; era… como la Semana Santa, como una manifestación. Al principio
mi padre y yo nos agarramos a los amortiguadores de un camión para ir
mejor. Caminamos toda la noche y amanecimos en Torre del Mar.
La gente
iba con lo que había podido coger de casa, algunos no llevaban nada, y
se pusieron a desayunar caña de azúcar que había plantada. Entonces
vimos unos barcos. Alguien dijo: “¡Ésos barcos son de los nuestros! ¡Nos
van acompañando en el camino…!” Sí, acompañando… Al rato esos barcos se
pusieron a bombardearnos.
De pronto nos caían encima los obuses. Imagínate el terror de la
gente, que iba muriendo en la carretera, y nosotros no podíamos hacer
nada, sólo quitarnos del medio. Aquello no lo esperábamos. Luego
vinieron los aviones y se pusieron a ametrallarnos. Querían que
volviéramos a Málaga, querían sembrar el terror.
Y
mucha gente murió en el camino. Hay escenas que no se te olvidan. Yo
pude ver a una mujer, llena de sangre, con un niño muerto en los brazos.
La mujer no estaba ni sentada, ni tumbada, estaba como un poco de lado,
mirando hacia el cielo. Ella miraba para arriba, como pidiendo una
ayuda. En fin, cuadros como ése se veían más malos que buenos.
Tuvimos que abandonar la carretera del mar y entrar hacia adentro.
Después de cinco o seis días llegamos a Motril y comenzaron a
bombardearnos otra vez. Nos pudimos esconder en un cañaveral, pero había
que seguir andando para evitar la muerte.
Almería está muy lejos, ¿sabe
usted? Las criaturas, las mujeres de su casa, los viejos, todos íbamos
muy cansados, porque aquello era mucho caminar, y además vinieron los
bombardeos, los aviones. Y al final llegamos, llegamos a Almería. Pero
allí no había nada, ni para comer, ni para dormir.
Nos metieron en un
tren y nos llevaron a Murcia. En Murcia tampoco había nada, ni teníamos
ningún familiar, así que pedimos irnos a Barcelona, porque teníamos
familiares allí, y nos aprobaron el viaje. (...)" (Periodismo Humano, 14/05/2014)
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