12/2/14

Los alemanes les hicieron una proposición: ceder, mediante una simulada venta, todos los derechos sobre la riqueza industrial a la firma Hermann Goering



“Pronto se organizó la inmoralidad en torno al problema judío. Los israelitas ricos encontraron enseguida escapatoria, facilitada por la propia Gestapo, median-te ciertas elevadas concesiones.

En Hungría la industria pesada, la química, la Banca y una gran parte del comercio estaban en poder de los judíos, más trabajadores o hábiles que los aborígenes, siendo los titulares de la mayoría de las acciones en las fábricas.

Entonces los alemanes les hicieron una proposición, que fue, inmediatamente, aceptada: ceder, mediante una simulada venta, todos los derechos legales sobre la riqueza industrial que poseyeran en Hungría, a la firma Hermann Goering, o a otra cualquiera.
Tal procedimiento ya se llevó a cabo en Checoslovaquia y en la misma Alemania, con lo que aparentemente se efectuaban simples transacciones comerciales, avaladas por la libre voluntad de ambas partes contratantes.

Además, el hecho de que fuese una entidad privada (la Hermann Goering) le quitaba todo aspecto oficial, bien que no fuese un secreto para nadie la cualidad de testaferro del nazismo del mariscal germano.

Para los judíos no había otra opción que la muerte. Sabían que si Alemania ganaba la guerra, ellos perderían, de todas formas, su fortuna y su vida; de ser derrotada, siempre había la casi seguridad de que tales transacciones no fueran reconocidas.

Y, en efecto, como hemos dicho ya, meses antes de la invasión de Hungría, los anglosajones hicieron pública la ilegalidad de dichas operaciones, advirtiendo a los países neutrales del inútil riesgo a que se exponían, traficando con la riqueza privada de los judíos, administrada por los agentes del Reich.

En diversas ocasiones los tales fueron negocios particulares, llevados a cabo por algún alto oficial, que consiguió para sí, la cesión de determinado número de acciones, que fueron negociadas en mercados libres, sobre todo en Suiza.
De esta suerte consiguieron algunas familias hebreas -los Mauthner, los Weiss, los Chorin- escapar de la muerte, aunque los alemanes retuvieron rehenes para asegurarse del silencio de los salvados."                      

(Eugenio Suárez:  Corresponsal en Budapest  (1946), Ed. Fundación Mapfre, 2007, págs. 108/9)

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