“Y son policías y no falangistas los que completan, desde
que Serrano Suñer controlaba aún, a través del subsecretario. Llorente, el
Ministerio de la Gobernación, un siniestro archivo a imagen y semejanza de los
que confeccionaron los nazis y ahora confeccionan los franceses: el Archivo
Judaico.
El 13 de mayo todos los gobernadores civiles han recibido
una circular enviada el día 5 por la Dirección General de Seguridad en la que
se les ordena que envíen a la central informes individuales de «los israelitas
nacionales y extranjeros afincados en esa provincia», en los que se indique «su
filiación personal y político-social, medios de vida, actividades comerciales,
situación actual, grado de peligrosidad, conceptuación policial».
La orden la
firma José Finat el último día de su permanencia en el cargo, porque va a ser
relevado por el coronel Galarza. Su amistad con Serrano Suñer le ha llevado
allí, y ha prestado grandes servicios a Franco, como el de organizar a los
policías que, en connivencia con el embajador Lequerica y la Gestapo, y
utilizando a un siniestro policía de apellido Urraca, consiguieron traer a
Companys y Zugazagoitia a España.
José Finat, conde de Mayalde, hizo buenas
migas con Himmler cuando visitó España en octubre de 1940, y puso al día una
vieja colaboración firmada por el general Martínez Anido en 1938. Gracias a ese
acuerdo, la policía política alemana goza de estatus diplomático en España, y
puede vigilar a sus anchas a los treinta mil alemanes que viven aquí.
Dentro de
un mes, Finat va a ocupar su cargo de embajador en Berlín. Allí podrá entregar
en persona a Himmler sus listas de judíos. Si España entra en la guerra, será
un buen regalo para los nazis.
No se trata de defenderse de la posible acción subversiva
que puedan realizar los refugiados que pasan por España huyendo de la
persecución nazi. Se trata, sobre todo, de tener controlados a los judíos
españoles de origen sefardí:
Las personas objeto de la medida
que le encomiendo han de ser principalmente aquellas de origen español
designadas con el nombre de sefarditas, puesto que por su adaptación al
ambiente y similitud con nuestro temperamento poseen mayores garantías de
ocultar su origen y hasta pasar desapercibidas sin posibilidad alguna de
coartar el alcance de fáciles manejos perturbadores.
El trabajo no va ser fácil, por esa capacidad de adaptación
que tienen los judíos. Sobre todo en lugares que no sean como Barcelona,
Baleares y Marruecos, donde había «comunidades, sinagogas y colegios
especiales», ya que eso permite una mayor facilidad de localización.
La circular no oculta la urgencia de la acción. Hay que
proteger al Nuevo Estado de la posible acción de estos individuos, que son
«peligrosos».
El coronel Valentín Galarza está poniendo patas arriba el
ministerio que le ha dejado Serrano Suñer infestado de falangistas
revolucionarios. Pero no va a destrozar toda la obra de su antecesor. El
Archivo Judaico se va a seguir completando con carácter de urgencia al
principio y con metódica seriedad después.
¿No son acaso los judíos y los masones los enemigos
fundamentales del Nuevo Estado?
Cuando haya pasado el tiempo, el Archivo Judaico será
ocultado y, posiblemente, destruido. Cuando deje de ser urgente tener listas
completas de israelitas y haya que justificar que el régimen surgido del 18 de
julio ayudó todo lo posible a que se salvaran muchos judíos de la persecución
nazi. (…)
Ya no se trata de que la represión la lleve el partido por
su cuenta, como si fuera un poder autónomo del Estado. Se trata de que el mismo
Estado asume comportamientos que le identifican con los de la Alemania nazi,
pero mediante las instituciones tradicionales, o sea, en este caso, la policía.”
(Jorge M. Reverte: La
División Azul. Rusia, 1941-1944. RBA, 2011. Págs. 113/07/109)
No hay comentarios:
Publicar un comentario