25/6/13

"Estaba perdido en aquella oscura planicie del norte de Alemania y presentías que habías tocado el fondo más negro de la mente humana"



"WYNFORD VAUGHAN-THOMAS 

Una montaña de cadáveres de mujeres, una montaña alta, probablemente haya visto las fotografías, pero el hedor y el horror... había niños pequeños jugando cerca de la montaña de cadáveres, y ése fue el final, el horrible final. En los cobertizos se había declarado la fiebre tifoidea y todo lo demás, y no podías oírte a ti mismo entre los estertores de muerte. 

Yacían unos encima de otros, gente enferma, gente vomitando, cuerpos decrépitos que reptaban con las manos y las rodillas. Entré en una zona que tuvieron que precintar a causa del tifus; a través del alambre aparecieron ramas de arbusto, eso pensé que eran, pero eran los brazos de la gente, y las voces, el sonido ronco que brotaba de gargantas completamente secas, nunca lo olvidaré. 

A veces despierto por la noche, oigo ruidos y creo que estoy en Belsen de nuevo, entre aquel horrible, espantoso y nauseabundo olor. Y la indignidad final de amontonar el cuerpo humano como si no tuviera ningún valor. 

Estaba rodeado por bosques de abetos, neutrales, y a veces no puedo mirar un árbol de Navidad sin acordarme de Belsen. Estaba perdido en aquella oscura planicie del norte de Alemania y presentías que habías tocado el fondo más negro de la mente humana."

(Richard Holmes: Un mundo en guerra. Historia oral de la segunda guerra mundial, ed. Crítica, Barcelona, 2008, págs. 297/8)

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