"El 9 de junio de 1944, apenas 4 días después del desembarco aliado en
Normandía, la división SS Das Reich inició un mortífero avance por
territorio francés, asesinando a población civil. La división había
recibido la orden de sumarse al combate en Normandía y les urgía llegar
cuanto antes a la zona de combate.
La resistencia francesa, alzada en
armas en apoyo del desembarco hizo cuanto pudo por retrasarles: voladura
de puentes, bloqueos en carreteras, hostigamientos y aunque no podían
impedir el avance si lograron retardar la marcha varias horas que serían
cruciales en los días en los que se combatía en las playas.
El mando de
la división Das Reich dio ordenes de actuar de forma implacable contra
cualquier resistencia, lo que incluía toma de rehenes y ejecuciones de
civiles como medidas de represalia y disuasorias. La unidad había
combatido en el frente del Este y este tipo de ordenes tenía para ellos
un significado muy concreto.
Muy pronto sería la población francesa la
que iba a sufrir el mismo terror y la misma voluntad genocida que, a
gran escala, se había manifestado contra la población rusa.
Obligados a dar rodeos por las carreteras para evitar las destrucciones de las vías de comunicación, muy pronto las amenazas se convirtieron en hechos. En Tulle, tras un ataque del maquis en la ciudad, 99 civiles tomados como rehenes fueron ahorcados en plaza pública por unidades de la División y un bando de guerra emitido por las fuerzas de ocupación alertó sobre el resultado de seguir oponiendo resistencia.
Oradour-sur-Glane, una pequeña población de 350 habitantes entre
Limoges y Saint-Junien, cuya única experiencia de la guerra eran los
hijos movilizados y la presencia de refugiados, recibió la visita de una
compañía de granaderos panzer el 10 de junio de 1944.
Era un pueblo
más, uno de los muchos pueblecitos de la campiña francesa donde la
población civil vivía buenamente sus vidas en medio de las penurias de
la época; nada había pasado allí que pudiera presagiar el drama.
En sus vehículos blindados, los 287 miembros de las SS que ocuparon
Oradour, (3ªCompañía, Ier Batallón, Reg. Der Fürher, Div. Waffen-SS Das
Reich, incluida la plana mayor del E.M. del batallón) entraron en el
pueblo y establecieron un cordón a su alrededor.
Con cierta tranquilidad
y sin violencias sacaron a todos de sus casas y les reunieron en la
plaza del mercado. Hombres, mujeres, niños —los pequeños alumnos de la
escuela comarcal también fueron allí conducidos—. Se le dijo al alcalde
que había armas escondidas y que se procedería a un registro. Las
mujeres y niños, en torno a 450, fueron encerrados en la Iglesia,
hacinados de forma inhumana.
Los hombres fueron divididos en grupos y
llevados a diversas partes de la localidad. Los soldados les mataron con
armas automáticas, rociaron con gasolina los cadáveres y arrojaron
granadas al interior de las casas. La población fue destruida de forma
sistemática.
Al empezar los disparos, las voladuras y el fuego, los padres de algunos niños de la escuela comarcal corrieron hacia la población desde sus aldeas cercanas para buscar a sus hijos; el cordón de soldados les dejó pasar para una vez dentro asesinarles igualmente.
En la iglesia el ruido
de la masacre causó el terror y muchas mujeres trataron de huir con sus
hijos. Los soldados dispararon a través de las puertas para impedirlo.
El paso siguiente fue detonar en el interior de la iglesia varias bombas
incendiarias que causaron un calor gigantesco y una deflagración
intensa que causaron la muerte a las centenares de mujeres y niños allí
encerrados.
De lo vivido en el interior de la Iglesia en esos minutos de
horror no podemos hacernos una idea. Los cuerpos de algunos bebés
aparecieron colocados en el interior del confesionario, donde sus madres
les habían intentado esconder en un intento desesperado de salvarles la
vida aunque ellas mismas fallecieran.
Las personas fueron quemadas
vivas, desmembradas por la explosión, muertos por asfixia, por
aplastamiento, o cocidos literalmente por el intenso calor. Varias
mujeres lograron saltar por una de las cristaleras, que habían reventado
por el calor, para ser luego tiroteadas por los soldados SS.
Dos
mujeres únicamente lograron escapar, una, la más joven de las dos, no
pudo seguir pues se rompió las piernas al caer y fue asesinada allí
mismo poco después; la única superviviente fue una mujer de cierta edad
que había logrado alejarse tras saltar y escapar antes de que los
soldados se apercibieran de su presencia.
En el resto del pueblo, en
grupos de 10 o 20, los hombres fueron a su vez asesinados. De los más de
200 hombres, solamente 6 escaparon con vida, todos ellos heridos,
caídos al suelo entre los cuerpos de los tiroteados y que lograron
apartarse de los montones de víctimas antes de que el fuego acabase con
ellos.
Interior de la Iglesia de Oradour donde murieron asesinadas las mujeres y niños de la localidad.
En su marcha asesina hacia Normandía, la división Das Reich dejó un monstruoso rastro de sangre y terror. Con todo, esta verdadera marcha de la muerte causó menos víctimas civiles que el avance hacia Badajoz y Talavera de la columna Castejón a las ordenes de Yague en julio-agosto de 1936 en la GCE. (...)
Oradour estaba llena de refugiados que habían encontrado en aquel
pedacito de la Francia rural un hogar en medio de una guerra horrenda. (...)
¿Quienes eran los españoles de Oradour asesinados junto a sus vecinos y amigos franceses?
Se conocen algunos datos sobre ellos. Eran básicamente refugiados
civiles con sus hijos, algunos nacidos ya en Francia. La presencia
española no se limitaba a estos residentes, la mayoría instalados allí
desde 1941, sino que existían numerosos exiliados republicanos españoles
que formaban parte de un Grupo de Trabajadores Extranjeros (GTE)
instalado a cierta distancia.
Estos grupos se componían de refugiados o
desplazados en edad militar, sujetos a las autoridades de ocupación y
que prestaban sus servicios como trabajadores agrícolas o locales.
Muchos de ellos colaboraban con los campesinos de la comarca: en la
calle principal de Oradour existía una cocina de campaña que servía a
los trabajadores que iban al pueblo durante el día; muchos niños y
jóvenes de la localidad acudían a la cocina a intentar conseguir algo de
comida. El castellano se oía en Oradour todos los días, siendo el
colectivo español local el más numeroso entre los extranjeros. ¿Quiénes
eran los residentes? (...)
Todos ellos (al menos 21 españoles, entre adultos y niños) fueron asesinados el 10 de junio de 1944.
Robert Hébras, superviviente de la matanza de Oradour Sur Glane" (Sociología Crítica, 10/04/2013)
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