1/2/12

"Cuando fueron a enterrarlo se dieron cuenta de que le faltaba el reloj... Concepción sabía quién lo había matado porque vio al falangista muchas veces con él puesto”. Como un trofeo. Los verdugos nunca se escondieron"

"A Concepción González Trigo, la edad (tiene 83 años) y una enfermedad en las piernas le impiden trasladarse hoy desde Vigo. En su lugar hablará Ángel Rodríguez Gallardo, un historiador que conoce bien su historia, especialmente trágica, porque además de que mataran a su padre al principio de la Guerra Civil, Concepción tuvo la mala suerte de ser ella quien encontró el cadáver.

“Lo habían dejado tirado en un camino a las afueras del pueblo (Ponteareas). Los falangistas habían ido a buscarlo de madrugada hasta Tui, porque sabían que quería huir a Portugal. Su intención, según dijeron, era matarlo en la plaza del pueblo, pero cuando llegaron, a las siete de la mañana, había mucha gente colocando los puestos de la feria para ese día, así que se lo llevaron en un camión, lo fueron torturando por el camino y a las afueras lo mataron”, relata Rodríguez.

Poco después, Concepción encontraba el cuerpo. “Ella recuerda que tenía los brazos y las piernas partidas. Lo habían molido a palos”. Cuando fueron a enterrarlo se dieron cuenta de que le faltaba el reloj, una pieza del patrimonio familiar que había pasado de padres a hijos durante generaciones. “Concepción sabía quién lo había matado porque vio al falangista muchas veces con él puesto”. Como un trofeo. Los verdugos nunca se escondieron."         (El País, 31/01/2012)

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