4/1/11

La experiencia totalitaria

"Su propia experiencia de vida en un país comunista ¿en qué le marcó? Cuando vives en un país así, como era Bulgaria en mi juventud, debes ser consciente de que tu vida es una y que las oportunidades se te cierran. Cuando sabes que el Estado es el único agente que te va a emplear y te despiden, nadie te asistirá.

En eso, el capitalismo te abre muchas más puertas. El compromiso se planteaba como algo difícil. Si lo asumías, acababas en la cárcel y desde allí poco más podías hacer. Pero tampoco querías comprometerte mucho con el régimen. Para sobrevivir bastaba con respetar algunas reglas, quienes querían prosperar, lo tenían fácil, sencillamente mostrando mucho interés.

Si lo único que pretendías era pasar inadvertido, te limitabas a votar por el único candidato posible, acudir a algunas manifestaciones y mostrarte obediente y buen camarada para no correr el riesgo de ser tachado como oveja negra. Existía un código básico que todo el mundo aprendía muy rápido.

No protestabas, no pedías, no criticabas al Gobierno. Eran cosas inevitables, y no puedes culpar ni juzgar a nadie por haberlas hecho en su día. Es muy fácil tener la tentación hoy de echar en cara a los ciudadanos comunes del comunismo su cobardía, pero no está bien.

Pero es cierto que las actitudes heroicas, en esas circunstancias, se apreciaban más. ¿Qué sería de nosotros sin ciertos ejemplos? Era muy, muy raro encontrarlos. Solo al final surgieron. En los tiempos de Stalin, le aseguro, no hubo nadie. Podías morir como un héroe, nunca vivir como tal. A mí, todo esto no me ha hecho indulgente, pero sí muy comprensivo con quien padecía esos regímenes.

No les juzgo crudamente. Tuve la suerte de irme de Bulgaria a los 24 años. Si me hubiera quedado, me las habría tenido que apañar, como cualquiera, sin llegar a ser miembro del partido, sin denunciar a nadie, ni a tu hermano, ni a tu esposa, ni a tus hijos, ni a tus padres, como hizo mucha gente en esos tiempos.

¿Eso fue lo peor? ¿La degradación? La destrucción moral del individuo. Despojarte de la dignidad, algo de lo que todo un país se recupera muy lentamente. La falta de dignidad y ese cinismo al que estabas abocado. (TzvetanTodorov: "La UE ha quedado moralmente contaminada por la expulsión de los inmigrantes". El País Semanal, 10/12/2010, p. 28 y ss.)

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