Lo fusilaron por el camino. Su mujer, embarazada, fue detenida el mismo día y condenada a 11 años de cárcel. Estuvo 18 meses en prisión, donde dio a luz. Antonio, un hijo del primer matrimonio de José, fue fusilado un mes después que su padre. Ambos fueron enterrados en la fosa común del cementerio de San Amaro, según descubrió siete décadas más tarde Loli, hija y hermana de las víctimas.
"El enterrador nos dijo que estaban uno al lado del otro". En el certificado de defunción consta que José murió "por herida de 17 balas". "No les llegó con darle un tiro en la frente, tuvieron que ensañarse", lamenta Loli." (...)
Bernardo Hernández tenía 28 años y su crimen, para sus verdugos, era ser masón y el presidente de la federación de trabajadores del comercio de UGT en A Coruña.
Fue enterrado sin que su familia, cuya casa fue saqueada por los militares, supiera dónde hasta hace bien poco. En el registro del cementerio municipal de San Amaro, apareció un certificado de defunción en el que se decía que murió a consecuencia de una "hemorragia interna". Un eufemismo que empleaban los franquistas para definir una muerte por un tiro en el estómago." (El País, Galicia, 20/12/2010, p. 6)
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