Después de siete años deseando la detención del asesino de Joseba, descubrió, de golpe, que vivía en Hernani, al lado de su actual pueblo, Andoain, y muy cerca del piso familiar del que "nos tuvimos que exiliar por las amenazas".
Demasiadas emociones como para pensar en la generosidad. Demasiado fresca la imagen del detenido junto a su casa, en actitud de "campeón, de gudari (soldado), de no ser responsable" de todo el dolor que había causado.
"Los laicos no nos pueden pedir perdones absolutos, no nos pueden pedir que no exijamos el cumplimiento de la ley. Las víctimas no somos criaturas celestiales. Pero si llegado el momento [Gurutz Agirresarobe] se arrepiente, estoy dispuesta a perdonar, a aceptar su reinserción". Pero a renglón seguido precisó que "ha de ser un arrepentimiento de verdad, es decir, ha de colaborar activamente en acabar con ETA y su mundo de violencia, eso es irrenunciable.
No nos podemos autoengañar", dijo a EL PAÍS tras la multitudinaria conferencia de prensa que ofreció en la Delegación del Gobierno de Santander. La hermana de la víctima de ETA estaba pasando unos días en la localidad de Santoña." (El País, 05/08/2010, p. 12)
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