10/3/10

La respuesta de la gente al 11-M

«Hubo gente que arrancó la cortina de su casa y escribió el mensaje que sentía». Ese gesto, reacción espontánea que entremezclaba el pundonor y el grito necesitado de paz, es quizás una anécdota que sintetiza el sentimiento global generado por la ciudadanía de Madrid aquel horrible 11 de marzo de 2004 pasadas las 7.30 horas de la mañana.

Esa mujer que arrancó la cortina, como aquel sanitario del Samur que escribió en su ropa manchada de sangre, como aquel otro hombre que arrastró el mantel de su mesa y que aún contiene restos de ese desayuno inolvidable forman el acervo del 11-M que un equipo del Centro Superior de Investigaciones Sociológicas (CSIC) se ha dedicado a recopilar desde el día después del macabro jueves hasta hoy. Son 70.000 muestras de dolor, 70.000 lágrimas y esperanzas, 70.000 cicatrices... seis años después.

Las manifestaciones y las expresiones populares bailaron desde lo religioso a lo político, por lo que han requerido un equipo multidisciplinar que profundice en esas diferentes aristas. Se sucedieron durante tres meses, el tiempo que transcurrió hasta que los propios trabajadores de Renfe pidieron no chocar de bruces en su trabajo diario con los restos de la tragedia. Entonces, la compañía ferroviaria ideó unas máquinas para que los ciudadanos que lo deseasen escaneasen la palma de su mano e inscribiesen el mensaje electrónico que querían dejar a una víctima, a la ciudad de Madrid o, sencillamente, expresar el dolor que emborronaba su trayecto en tren.

Todos esos mensajes, el día de la catástrofe y hasta hoy, no se han perdido. Quedarán para la posteridad y para el contenido de tesis doctorales y proyectos de investigación, porque los 70.000 objetos y muestras expresivas compiladas por el CSIC se ceden mañana al Archivo Histórico Ferroviario, de la Fundación de los Ferrocarriles, para que todos podamos acceder a ellos. En formato electrónico, se utilizarán para el internamiento en múltiples líneas de trabajo como el «contenido político» de los mensajes u otros. Será un 10 de marzo, 24 horas antes de cumplirse el sexto aniversario, cuando se dé carpetazo a un trabajo que se ha prolongado durante los últimos cuatro años.

No obstante, el proyecto dirigido por la investigadora Cristina Sánchez-Carretero no ha abordado esa línea de batalla política. De hecho, una de las conclusiones más relevantes es la que ha comentado hoy en rueda de prensa: «La principal línea de investigación han sido los mecanismos sociales que surgen como respuesta ante traumas colectivos. Las imágenes, en ese caso, sirven para recordar el conflicto, el componente bélico, pero la palabra es de solidaridad, de la necesidad de paz y de deseo de la transformación del mundo». Por eso, la doctora Sánchez-Carretero repite las frases, las palabras más escritas por los ciudadanos: «Todos íbamos en ese tren» y «Paz».

Encontramos, entre las imágenes de esos altares improvisados en las estaciones de El Pozo, de Santa Eugenia, pero muy especialmente, en la de Atocha corazones para «Pablo, que nació en 1961 y murió en 2004», para «Paula, de su amiga Cristina» o el de «Angélica, ya te has convertido en un ángel». Este último lo expresa Antonio Cea, responsable del CSIC que ha investigado la iconografía religiosa que conforma el 11-M, centrada en las 919 estampas, rosarios, imágenes y cruces que depositaron los ciudadanos para dar rienda suelta a sus emociones.

Las estaciones madrileñas de El Pozo, Santa Eugenia y Atocha fueron escenario del duelo colectivo; el lugar que surgió de manera espontánea para pedir paz y expresar que «algo así nunca debería haber ocurrido»
Del contenido de esos mensajes agrupados, Sánchez-Carretero ha llamado la atención sobre la «ritualización de lugares no institucionalizados que la gente parece necesitar». Esto se produce ante dos tipos de acontecimientos: muertes de personalidades mediáticas y muertes anónimas vinculadas a catástrofes. En estos casos, como aconteció el 11-M, los ciudadanos buscan un lugar que siempre tiene tres características: «Es cercano al sitio del fallecimiento; es un lugar que ninguna institución dirige como lugar del ritual para recordar a sus conciudadanos; y en este lugar no se busca recordar al familiar fallecido, porque para eso sí van a un cementerio, sino para conmemorar algo y pedir acciones concretas». Es lo que los antropólogos llaman «grassroots» o «actos performativos» con los que se pide algo y se expresa que «algo así no debería haber ocurrido», agrega la responsable del estudio.


Mensajes espontáneos; lugar no institucional y socializado
En suma, por contenido, los mensajes del 11-M «equiparan a Bruce Springsteen con Antonio Machado, a la poesía con el rock o la oración, se escriben en múltiples idiomas (entre los que el árabe y las comunidades musulmanas de Madrid ocupan un lugar primordial, exhibiendo sus ganas de paz) porque un tercio de las víctimas eran de origen extranjero», explica Cristina Sánchez-Carretero, que cuenta cómo un inmigrante rumano (de los muchos trabajadores del Este que habitan en el Corredor de Henares) abandonó en el lugar de la catástrofe sus papeles de regularización con un mensaje impreso. Por continente, «se documenta una toma de la calle por la ciudadanía, como sucedió, por ejemplo, tras el asesinato del presidente estadounidense Abraham Licolm, en 1865».

Un inmigrante rumano abandonó en el lugar de la tragedia sus papeles de regularización con un mensaje a sus compatriotas muertos en el trenSurgen, de modo inevitable, las comparaciones con las muestras de dolor y el «Archivo del Duelo» del 11-S en Nueva York. Los investigadores abundan en una gran diferencia entre ambos países y masas sociales: «En Estados Unidos y el 11-S, hay un componente nación-Estado expresado con el símbolo de la bandera americana presente en buena parte de las muestras de duelo, allí predominaba la llamada al patriotismo; en Madrid la identificación total se produce con la ciudad, las muestras de representación del componente nación-Estado son diversas, aquí las muestras con más cosmopolitas», explica la doctora, que lo ejemplifica con dos frases: «Se escribía "Colombia LLORA con España", pero "Colombia ES Madrid"». (Fundación para la Libertad, citando a ABC, 10/3/2010
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