11/3/10

El judío que se salvó con la risa

"En mitad de la visita, Hilsenrath pide un cenicero a su joven esposa. Acepta un cigarrillo y recuerda: "Una vez, en el gueto, me colé en un tren de la Cruz Roja que evacuaba huérfanos. Me sorprendieron sin papeles y me detuvieron con otros ilegales. Montaron dos ametralladoras para fusilarnos, pero un oficial nos mandó de vuelta al gueto. Un soldado rumano nos ofreció cigarrillos. Después de aquel susto, el tabaco me supo tan bien que no lo he dejado nunca". El tabaco mata menos que los nazis. Hilsenrath se ríe.

Regresó a Alemania hace 35 años, "sin haber olvidado nada" e "intentando no pensar en los seis millones". El Holocausto es "un suceso clave" en su vida y en sus libros. En su primera novela, el protagonista es un paria del gueto de Mogilev-Podolsk. "Yo no lo tuve tan mal, teníamos un salvoconducto que nos protegió de las deportaciones al Este". En la Ucrania ocupada, al otro lado del río Bug, esperaba la SS, que asesinaba a todos los judíos. Es común entre los supervivientes "un sentimiento de culpa impreciso, porque uno ha salido de allí y tantos otros no". Celan, Levi y Améry se suicidaron. Hilsenrath vuelve a reír: "Yo no me he suicidado, como es obvio: muy al contrario, se me desarrolló el sentido del humor". (...)

Cuando fantasea con regresar a Alemania, a Bronsky lo recibe un tipo con pinta de nazi y secretario general de Culpa y expiación (así tradujeron al alemán Crimen y castigo). Le dan dinero, chicas y una vivienda. Es una parodia de la hipocresía de la posguerra alemana, "porque no hay expiación posible, ni siquiera castigo adecuado para el Holocausto". ¿Y cuando Angela Merkel va a Yad Vashem? El "no" de Hilsenrath es rotundo: "Creo que Merkel es sincera, como su generación".

Hilsenrath regresó "por el idioma". En su novela Última estación: Berlín, el protagonista vuelve con el plan de matar a un compañero que lo maltrató en la escuela por judío. Se encuentra con un hombre amable, socialdemócrata y socio de Amnistía Internacional. Su odio se disipa. "Aquel niño existió, pero yo no fui a matarlo; vive cerca de Halle. Yo ya no tengo afán de venganza". ¿Desde cuándo? "Hará dos años". (Edgar Hilsenrath: El judío que se salvó con la risa. El País, ed. Galicia, cultura, 28/02/2010, p. 47)

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