Llamar a este kibutz "asentamiento" resultaría extraño. Sin embargo, Israel necesita "asentamientos". Son un elemento intrínseco de la imagen que siempre ha querido transmitir a sus admiradores y donantes extranjeros: la de un pequeño país que lucha para asegurarse el lugar que le corresponde en un entorno hostil mediante el duro y positivo trabajo de limpieza de tierras, irrigación, autosuficiencia agraria, productividad e industriosidad, legítima defensa y construcción de comunidades judías. Pero este relato de neocolectivistas y pioneros suena falso en el Israel moderno y lleno de alta tecnología. (...)
El mayor de estos controvertidos "asentamientos" es Maale Adumim, que tiene una población de más de 35.000 habitantes y comprende tierras con una superficie de 50 kilómetros cuadrados, el triple que Ginebra, en Suiza, y casi la mitad que Manchester, en Inglaterra. ¡Menudo "asentamiento"! (...)
La población de colonos ha crecido sin cesar a un ritmo del 5% o más durante los últimos 20 años, casi el cuádruple que la población israelí en su conjunto. Junto con los judíos de Jerusalén Este (también anexionada de forma ilegal y unilateral a la capital de Israel), los colonos son hoy más de medio millón de personas: justo por debajo del 11% de la población (judía) del "Gran Israel", y ésa es una de las razones por las que cuentan tanto en las elecciones, en las que la representación proporcional les otorga una influencia desmesurada.
Ahora bien, si Israel se emborracha con los asentamientos, Estados Unidos lleva mucho tiempo siendo el que se lo permite. Si Washington no diera a Israel 3.100 millones de dólares anuales de ayuda, las casas en los asentamientos de Cisjordania no serían tan baratas, menos de la mitad de unas viviendas equivalentes en el territorio israelí propiamente dicho. Muchos de quienes van a vivir a esas casas ni siquiera se consideran "colonos". Recién llegados de Rusia y otros países, se limitan a aceptar la oferta de alojamiento subvencionado, se trasladan a los territorios ocupados y se convierten en clientes agradecidos de sus patronos políticos, por lo que será muy difícil sacarlos de allí.
Por consiguiente, el presidente Obama tiene que elegir. Puede hacer el juego a los israelíes, pretender que cree en sus buenas intenciones y la importancia de las distinciones que le ofrecen; pero los israelíes estarían tomándole por tonto, y ésa es la imagen que daría en la región y en todo el mundo.
O puede romper con dos décadas de docilidad estadounidense, reconocer públicamente que el emperador está desnudo, tratar a Netanyahu como el cínico que es y recordar a los israelíes que sus asentamientos (todos sus asentamientos) dependen de la buena voluntad de Estados Unidos. Los llamados "asentamientos" no tienen nada que ver con la defensa de Israel, ni mucho menos con sus ideales fundacionales de autosuficiencia agraria y autonomía judía. No son más que una forma de colonización, y Estados Unidos no debería dedicarse a subvencionar ni permitir esas cosas, ni a conspirar para disimularlas. (...)
Si los norteamericanos no son capaces de defender sus propios intereses en la región, que al menos no se dejen volver a tomar el pelo." (TONY JUDT: ¿Qué es un 'asentamiento'?. El País, ed. Galicia, Opinión, 25/06/2009, p. 33 )
"Un ciudadano israelí, que responde por el nombre de Daniel Ben Hillel, me hace llegar una carta a propósito de mi artículo ‘Los okupas de Jehová’, que publiqué en El País y en este blog el 11 de junio. (...)
Estimado Sr. Bassets,
Me dicen que es usted de ascendencia Judía, lo cual me permite, quizás, comprender mucho mejor su posicionamiento acérrimamente anti-israelí. Ese es un problema con el cual hemos venido lidiando desde hace 2.500 años y a pesar de que tenemos aún fresca en la memoria la experiencia de la Judería alemana en 1938, aun no hemos podido comprender que hay cosas de las que simplemente no podemos, como judíos, desprendernos.
ntentaré marcar, por lo menos, algunas de éstas, a mi entender, erróneas concepciones.
La propiedad de la tierra de Israel - El Estado de Israel fue fundado en su tierra ancestral, tierra que vió nacer al pueblo Judío y la única tierra en la cual los Judíos se desarrollaron como país y como pueblo. (...)
La tierra de Israel, en cambio, nos pertenece porque es la tierra que Dios le dio al pueblo Judío y no por una resolución de las Naciones Unidas. (...)
Racionalidad de los "okupas" - Los okupas, como usted les llama, y en cuyo numero me cuento, no están en duda; resulta, tan solo, que nuestra escala de valores es distinta a la suya. (...)
No puede pretender que yo crea y/o acepte que no tengo derecho a Judea y Samaria (donde vivo) y sí a Tel Aviv por la simple razón de que las Naciones Unidas así lo determinaron. Judea y Samaria son nuestra cuna histórica, no así la región de la costa; por ello creemos tener tanto o más derecho a Judea y Samaria que a cualquier otra región de Israel.
Idealismo - Quizás este punto sea la clave para su incapacidad de comprender la lucha del pueblo Judío por vivir en su tierra; quizás el vivir en una sociedad mercantilista le lleve a creer que se puede transar en lo básico siempre y cuando se obtenga algo a cambio de ello. Sr. Bassets, ¡cuéntele eso a los vascos! ¡cuénteselo a los catalanes (eso debería entenderlo) o a quien fuere que crea que los ideales no se venden!
La Realidad - Creo firmemente que la única forma de que vea, acepte y conozca la realidad es que visite nuestro país, y más específicamente mi ciudad, donde sería mi huésped, por supuesto sin cargo alguno para usted; también me haría cargo del coste del billete de avión. (...)
Daniel Ben Hillel
(Del alfiler al elefante. Blog de Lluís Bassets: Carta de un colono israelí, 26/06/2009)
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