"(...) En octubre de 2001, y bajo el pretexto de castigar a sus antiguos aliados de Al Qaeda-Talibán por los atentados del 11S, EEUU y sus aliados aplican el castigo colectivo a la nación afgana descargando 20.000 bombas sobre sus gentes provocando decenas de miles de muertos, heridos y mutilados y la huida de millones de almas de sus hogares en aquel duro invierno.
Las 500 toneladas de uranio empobrecido vertidas se ven en los niños nacidos con graves malformaciones, como denunció el doctor coronel estadounidense Asaf Durakovic, antes de ser expulsado del ejército. Luego, enviaron a unos 300.000 soldados de los sectores sociales excluidos para matar a otros pobres por unas calderillas. Ellos llevarán la violencia a otro nivel: secuestrar, violar, prostituir a un número imposible de determinar de niñas y mujeres afganas.
Atención al dato: en 2012, el Pentágono revela que al menos 26.000 mujeres y hombres estadounidenses fueron agredidos sexualmente en las bases de EEUU. Sólo en Irak y solo en 2004, unas 40 soldadas denunciaron ser violadas, y en 2016 fueron más de 5.000. ¡Imaginen lo que habrán hecho con las mujeres "no compatriotas, no armadas" afganas!
El caso de la neurocirujana paquistaní, la doctora Aafia Siddiqui (1972) y sus tres hijos pequeños en Afganistán, secuestrados por la CIA en 2003 y sometida a brutales torturas y violaciones, sólo fue la punta de iceberg. Las atrocidades y los crímenes de guerra de la OTAN en Afganistán fueron, obviamente, ignoradas por la Corte Penal Internacional.
Los cambios cosméticos realizados en algunas ciudades grandes, como inaugurar peluquerías femeninas, son como los McDonald's que EEUU abría en los antiguos países del Pacto de Varsovia: "Señal de su liberación".
Entre 2010-2011, el 66% de las niñas afganas de entre 12 y 15 años no iban a la escuela, y en 2015, según UNICEF, 7,3 millones de niños (del cual el 60% eran niñas) abandonaron el colegio debido a la pobreza; muchas de esas niñas empleadas en las plantaciones de opio explotadas por los carteles internacionales de la droga, dando lugar al fenómeno de "Novias de la droga", mientras se disparaba el consumo de opio entre las mujeres más pobres. (...)
En 2012 la Comisión de los Derechos Humanos de Afganistán registró 5.575 casos de violencia física contra la mujer (quemarla viva, darle palizas de muerte, mutilarle, etc.). Cientos de mujeres fueron subastadas en las plazas públicas.
Y el balance en 2021:
- Cada año, al menos 2.300 mujeres y niñas se inmolan, desde la más absoluta desesperación.
- Solo el 37% de las jóvenes saben leer y escribir, el porcentaje se reduce en las mujeres adultas: 19%.
- Según Global Rights, 9 de cada 10 mujeres afganas han sufrido violencia sexual y física o han sido obligadas a contraer matrimonio.
- El 67% de la población no tiene acceso al agua potable.
- La esperanza de vida de la mujer no alcanza los 50 años.
Como si de un laboratorio del control social se tratase, las patrullan policiales de "vicio y virtud" (utilizadas también por las teocracias de Arabia Saudí e Irán) vigilan no sólo los contactos entre los seres humanos, sino también el grado de su obediencia a las normas más absurdas sobre los colores de las vestimentas o el corte del pelo y la barba de los chicos: los infractores recibirán los 75 latigazos que manda Dios.
En estos años, la OTAN cogobierna con Talibán: "los Talibán no son nuestros enemigos", dijo Biden durante el mandato de Obama. EEUU dejó que el grupo se reorganizara hasta expandir su poder por gran parte del país, donde gracias a Washington seguía aplicando sus normas: llegaron a construir miles de madrazas y unas de 100.000 mezquitas. (...)
Desde el día 15 de agosto, miles de familias de etnias no pastunes han sido expulsadas de sus hogares y sus terrenos y casas han sido ocupados por esos bandidos; cientos de mujeres, muchas embarazadas o con bebés, se han tenido que refugiar en las montañas con lo puesto.
Hoy, el principal problema de la mujer afgana no es poder estudiar
como afirman la prensa occidental y las afganas de clases acomodadas,
sino alimentar a su familia y tener seguridad: la desesperación es tal
que están vendiendo a sus hijas pequeñas para poder dar de comer a otros
miembros de la familia. (...)" (Nazanín Armanian, Público, 04/11/21)
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