18/5/21

La larga sombra de la Guerra Civil española

 "En España, los muertos están más vivos que los muertos de cualquier otro país en el mundo.

Federico García Lorca, 1933

En este artículo partimos de la economía para reflexionar sobre las posibles consecuencias de la Guerra Civil Española—a sabiendas de que es un tema complicado y todavía doloroso en la memoria de muchos españoles. Sin duda sigue estando muy presente en la agenda política española, como demuestran las noticias sobre la exhumación de Franco o el nuevo proyecto de ley sobre Memoria Histórica. Para esta entrada nos basamos en un documento de trabajo reciente (disponible aquí o aquí), donde justamente estudiamos la memoria colectiva, como mecanismo de transmisión de los efectos culturales y políticos que encontramos a largo plazo.

Quizás no valga la pena ahondar sobre la historia de la guerra, para una audiencia española y especialista, cuando se han escrito tantos volúmenes sobre la misma (Thomas, 1961; Preston, 1986, 1990, 1996, 2011; Beevor, 1989, entre muchos otros). Simplemente la ubicamos temporalmente, de 1936 a 1939, como un enfrentamiento entre el bando sublevado (o Nacional) y el bando Republicano. Recordemos que, frente al triunfo del Frente Popular en el contexto de la Segunda República, un grupo de militares sublevados montaron un golpe de estado el 18 de Julio, que, aunque se esperaba fuese rápido y certero, terminó dividiendo el país en una guerra extensa y atroz. 

Como resultado de ella, se estima que alrededor de 600.000 personas murieron, de una población base de 23,6 millones de habitantes en 1930. La represión contra la población civil fue particularmente severa, cobrando casi 200.000 víctimas: 140.000 por parte del “terror blanco” de los Nacionales y 50. 000 del “terror rojo” Republicano (Preston 2011, Prada Rodríguez 2010,  Ledesma Vera 2010).

En las ciencias sociales, el estudio sobre las guerras civiles empezó con el trabajo de Fearon y Laitin (2003) en ciencia política y relaciones internacionales. En Economía, Blattman y Miguel (2010) resumieron el estado de la literatura hasta el momento, mientras que Ray y Esteban (2017) analizaron nuevamente la evidencia, enfocándose hacia la relación entre conflicto y desarrollo. Muchos estudios, resumidos en Bauer et al. (2016), concluyen que el conflicto podría conllevar a mayor cooperación y participación política.

 A estos grandes resúmenes, les han seguido una serie de trabajos, examinando el impacto del conflicto a largo plazo. Se podría hablar de dos olas, una primera, que encontró efectos nulos y en ciertos casos positivos en sitios como Japón, Alemania y Vietnam (Davis y Wenstein, 2002; Brakman et al., 2014; Miguel y Roland, 2011) y una segunda, cuestionando algunos de estos resultados iniciales, integrada por (Dell y Querubín, 2017; Fontana et al., 2017, Chioveli et al., 2017). Contribuimos a esta última literatura examinando empíricamente el impacto cultural y político de la Guerra Civil Española.

Para medir los efectos de la guerra en la confianza y las preferencias políticas de los españoles 80 años después de la finalización del conflicto, utilizamos datos de diferentes fuentes. Para cuantificar la intensidad del conflicto, utilizamos los datos de fosas comunes publicados por el Ministerio de Justicia. Para medir la confianza, recurrimos a datos de encuestas llevadas a cabo por el CIS (Centro de Investigaciones Sociológicas) durante los años 1998-2015. Por último, medimos la ideología política a través de los resultados electorales a nivel de municipio para la mayor parte de las elecciones democráticas (1977-2016).

Analizar la relación entre conflicto y otra variable de interés puede ser problemático si, por ejemplo, las variables están correlacionadas con un tercer factor que no podemos medir. Para sortear este problema, aplicamos dos estrategias diferentes. En primer lugar, para analizar la confianza, explotamos la desviación de las tropas franquistas en el avance hacia Madrid, respecto al plan inicial de ataque del General Mola. En concreto, utilizamos la variación en las fosas comunes que proviene de la distancia hasta la carretera  que tomaron las tropas franquistas en su avance hacia Madrid, controlando por el plan inicial de Mola y restringiendo los datos a aquellos partidos donde existe una carretera principal.

En términos de resultados, encontramos que el tipo de victimización importa cuando se trata de la relación entre conflicto y confianza a largo plazo. Primero, encontramos resultados cercanos a cero y no estadísticamente significativos cuando utilizamos como medida de conflicto todas las fosas comunes, que comprenden víctimas tanto civiles como militares. Sin embargo, estos mismos resultados se tornan negativos y significativos cuando nos centramos en las fosas comunes exhumadas. Las fosas comunes que el Ministerio de Justicia categoriza como “exhumadas” han sido exhumadas en las últimas décadas (el 81% después del 2000) y, en la mayoría de los casos, se trata de muertes por fusilamiento (63,13%) ocurridas durante los primeros meses de la guerra (el 64% son de 1936). Todos estos hechos apuntan a la represión contra la población civil ejercida durante la primera parte de la contienda.

Si nos fijamos en las dos magnitudes que correlacionamos (número de cadáveres exhumados por población de 1930 y confianza en las instituciones del Estado en la actualidad) se demuestra que un incremento de 1 en la desviación standard de la primera magnitud (lo que vendría a suponer la duplicación en el número de cadáveres exhumados) está correlacionado con un descenso del 0,37 en la desviación standard de la confianza en las instituciones actuales, que estuvieron relacionadas con el conflicto (ejército y Guardia Civil).

No obstante, no hallamos ninguna relación estadísticamente significativa entre el conflicto y la confianza en el Parlamento Nacional, el Tribunal Constitucional, o el Defensor del Pueblo, instituciones relacionadas con el periodo democrático posterior a la dictadura franquista. Interpretamos estos resultados como evidencia de que el canal de transmisión está más asociado con la Guerra Civil como tal y no refleja patrones más generales. Adicionalmente, encontramos que la exhumación en sí no genera mayor o menor confianza, sino que es el conflicto el que está ejerciendo el impacto negativo en la confianza. Para esto nos centramos en áreas que tuvieron exhumaciones en la época moderna, comparando las medidas de confianza antes y después de una exhumación. Empíricamente no hemos hallado que la apertura o exhumación de una fosa común genere cambios en la confianza en dicha área.

¿Cuál es el mecanismo que destruyó la confianza? Por motivos políticos, personales o simplemente para proteger la vida y evitar represalias, muchas personas denunciaron a sus vecinos o a otros miembros de su comunidad a las autoridades. Nuestra hipótesis es que eso erosionó la confianza y sigue teniendo efecto hoy en día. Aunque en un contexto distinto, nuestro mecanismo es similar al expuesto en la literatura económica por Nunn y Watchekon (2011) para el comercio de esclavos, o por Lichter et al. (2020) en la Alemania del Este por la Stasi.

Procedemos al análisis examinando los posibles efectos políticos que pudo haber tenido la guerra. Nos centramos aquí en la región de Aragón, donde el frente estuvo estable durante casi dos años, desde julio del 1936 hasta la primavera del 1938. Nuestra medida de conflicto sigue siendo las fosas comunes de la represión civil. Los datos sobre fosas comunes de Aragón tienen la gran ventaja de que podemos identificar quién es el responsable de la violencia, ya sea el bando Nacional o el Republicano.

Aplicando un análisis de regresión discontinua, es decir comparando resultados inmediatamente a un lado o el otro de la línea de combate, observamos primero que en el bando ocupado por los Nacionales hay evidencia de más represión causada por ese mismo bando. Lo mismo sucede con el lado ocupado por el bando Republicano y la represión causada por los republicanos. Luego confirmamos que no hay ninguna discontinuidad para un gran número de medidas geográficas y climáticas, como es estándar en este tipo de análisis. Por ejemplo, no detectamos saltos para altitud, uso del suelo, distancia a las capitales provinciales, carreteras o vías férreas.

Para entender el impacto de la guerra en la ideología política, utilizamos resultados electorales a nivel de municipio del periodo 1977-2016, como mencionamos anteriormente. Clasificamos los partidos políticos según su ideología—de derechas o de izquierdas—y encontramos que más personas votan por partidos de derecha en el área que fue inicialmente ocupada por los Nacionales, y por partidos de izquierda en el área que ocuparon los soldados Republicanos. La diferencia es significativa y del orden del 10%, y los efectos están concentrados en partidos moderados. Estos resultados surgen tanto al analizar elecciones al Congreso como elecciones municipales.  Cuando analizamos partidos con ideología extrema, populista o regionalista no encontramos diferencias significativas. Tampoco encontramos diferencias marcadas en participación ni para los referéndums de 1986 y 2005, sobre permanecer en la OTAN y sobre la aprobación de la Constitución Europea.

Utilizando datos municipales para las elecciones de 1936, recopilados por Balcells (2011), no se hallan diferencias significativas entre votos por la izquierda y la derecha. De igual modo, tampoco encontramos diferencias para los afiliados a la CNT (Confederación Nacional del Trabajo) en 1936. ¿Qué es lo que está causando entonces la diferente ideología política? A nuestro entender, la ocupación a ambos lados del frente de Aragón supuso una combinación de represión, propaganda y convivencia con las tropas. Confiamos que investigaciones futuras puedan examinar con más detalle la importancia relativa de estos factores.

Nos gustaría terminar examinando, aunque sea de manera más general, los mecanismos por los que los efectos culturales y políticos de la Guerra Civil se han perpetuado y transmitido durante tres generaciones. Nuestro punto de mira se centra  en la memoria colectiva sobre la guerra y nos servimos para este objetivo de diferentes fuentes de datos. En primer lugar, utilizamos una encuesta que elaboró el CIS en el año 2008 sobre la Guerra Civil y el Franquismo. Observamos que los individuos que viven en zonas donde hubo más represión tienen un compromiso político menor y una memoria distinta sobre la guerra. En segundo lugar, utilizamos información sobre calles con nombres franquistas (generosamente compartida por Daniel Oto-Peralías), y encontramos más calles con nombres franquistas cerca de las áreas más afectadas por el conflicto. Como placebo, no encontramos el mismo patrón para calles con nombres religiosos. En tercer lugar, datos sobre el NO-DO, compilados por Aguilar (1996), muestran el alto contenido sobre la guerra presentado en estos noticieros, proyectados obligatoriamente en todos los cines españoles durante el régimen franquista.

En general, encontramos que la Guerra Civil tuvo efectos palpables a largo plazo. Entendemos que este artículo es un primer esbozo de respuesta sobre el impacto de uno de los conflictos más importantes del siglo XX, e invitamos al lector a consultarlo para mayor detalle. Nos quedan, como seguramente a los lectores, muchas preguntas pendientes que esperamos poder desarrollar en una agenda de investigación más amplia sobre la guerra. De igual manera, sabemos que otros investigadores contribuirán a estudiar los aspectos demográficos y económicos, por nombrar solamente un par, de una guerra que sin duda marcó la historia de España. Finalmente, esta es solamente una simple invitación al debate.

Fuente: Versión para este blog del artículo publicado en Nada es Gratis, 9 de octubre de 2020

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