12/5/21

A mi bisabuela la raparon...

 "A poco de acabar la guerra, a mi bisabuela la raparon. También le dieron aceite de ricino como venganza porque su marido hablaba demasiado, y en vez de ir a por él, y como castigo “menor”, la humillaron a ella que nunca se había metido en eso de la política.

 Mi otra bisabuela se libró por poco, ya que cuando fueron a por ella por ser la mujer de un rojo, el cura intercedió para que la dejasen tranquila. Aunque a buen seguro que ella se hubiera dejado rapar la cabeza de buen gusto si eso hubiera servido para salvar la vida a un marido que murió en la cárcel de Granada por su militancia comunista.

Mi abuelo José contaba que una vez, estando en el río, un hombre se le acercó a pedirle unas monedas. Era un mendigo de los que llegaban de los pueblos a la capital en busca de una oportunidad en los difíciles tiempos de la posguerra. Mi abuelo, apenas un adolescente, estuvo un rato hablando con ese señor hasta que el hombre, viendo que no iba a conseguir nada de aquel chico que tenía casi más hambre que él, decidió marcharse.

Camino de su casa, mi abuelo se encontró con su hermano Raimundo, algo mayor que él, y mozo fuerte como pocos había en el barrio. Estaba muy excitado. -¿Has visto a un mendigo en el río? -Sí, claro, he estado hablando con él y era de nuestro pueblo, ¿Sabes? -Ven conmigo. Y ante la tajante orden, los dos hermanos se dirigieron al lugar en el que mi abuelo había estado con aquel desconocido. De camino, Raimundo le contó a su hermano el misterio: -Ese hombre fue el que delató a nuestra madre y por su culpa casi nos la matan.

 Poco antes de morir, mi abuelo me confesó -con los ojos inyectados en sangre en una mirada de odio que jamás olvidaré-, que el plan que habían trazado era nada más y nada menos que acabar con la vida de aquel tipo. Ahogarlo en el río, y que todo pareciese un accidente. El objetivo estaba claro, y no era otro que el de vengar a su madre y de paso a muchos otros que fueron asesinados en el pueblo por el mero interés de un lumpen en congraciarse con los nuevos amos ejerciendo de chivato. Pero por suerte o por desgracia, a ese infeliz no lograron encontrarlo nunca.

Y es que toda mi familia perteneció al bando vencido, y por eso desde muy pequeño me enseñaron bien lo que significó el franquismo, y también a no banalizarlo de cualquier forma. Y tal vez sea por ello que he llegado a sentir nauseas en el día de ayer cuando supe que el ideólogo de Podemos, Juan Carlos Monedero, había arremetido vilmente contra las feministas que, con razón, han criticado la labor de Irene Montero al frente del Ministerio de Igualdad, acusándolas en un tuit de ser “los coletazos del país que cortó el pelo a las mujeres de los mineros en huelga”.   (...)"                 (Alejandro Sánchez Moreno, Diario16, 21/12/20)

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