"Noruega, como el resto de los países escandinavos, cuenta con un sustrato supremacista considerablemente vivo, y en aumento.
El doble atentado terrorista ejecutado por el supremacista Andreas Breivik
el 22 de julio 2011 fueron los actos violentos más dramáticos a los
que Noruega se había enfrentado desde la segunda guerra mundial. En
agosto de este año, 2019, Philip Manshaus, de 21 años y
de ideología neonazi entró disparando y vestido de paramilitar a una
mezquita en Oslo. Afortunadamente fue reducido por los asistentes.
Horas
antes del tiroteo, el detenido publicó mensajes en redes sociales en
los que invitaba a la guerra y elogiaba al autor de los atentados de
Nueva Zelanda protagonizados por otro supremacista y que dejó un saldo
de 42 muertos. Durante el juicio, Manshaus mostró la misma actitud
desafiante que Andreas Breivik, autor de la matanza de Utoya.
El martes 22 de octubre, un individuo de 32 años robo una
ambulancia con la que hirió levemente a cinco personas, entre ellas dos
bebés, en un presunto intento de atropello masivo en Oslo. Tras su
detención la policía encontró dentro del vehículo una escopeta, un
subfusil y drogas. En la conferencia de prensa, un representante de la
policía noruega aseguró que los investigadores estaban "familiarizados
con la información" sobre los vínculos de extrema derecha del individuo,
pues según publican algunos medios, en el pasado podría haber repartido
propaganda del neo neonazi Movimiento de Resistencia Nórdica. No obstante, la policía aseguró que aún era pronto para determinar el móvil terrorista del atropello.
Tanto si el atropello del martes es considerado un atentado
terrorista o no, lo cierto es que Noruega, como el resto de los países
escandinavos, cuenta con un sustrato supremacista considerablemente
vivo, y en aumento. Si bien durante los años 90 el movimiento
neonazi o supremacista se vinculaba a subculturas y grupos juveniles en
torno a la música y la escena skinhead, el perfil ha cambiado notoriamente.
Tal es el caso del Movimiento de Resistencia Nórdica, fundado en Suecia y con presencia en Finlandia desde el 2008 y en Noruega desde el 2011. El MRN es una organización neonazi, paramilitar, antisemita y pan escandinavo. Hay
otros grupos, como la organización de autodefensa Soldados de Odin,
Generación Identitaria, cuya presencia es residual en Noruega
y organizaciones ultraderechistas como el Movimiento Popular
contra la Inmigración, la Liga de Defensa Noruega y grupos similares a
la alemana PEGIDA pero de signo pan escandinavo.
En julio de 2013, las fuerzas de seguridad francesas detuvieron a un neonazi noruego llamado Kristian Vikernes
por estar supuestamente preparando un acto terrorista de envergadura
similar a la perpetrada por Breivik. Kristian fue uno de los 530 sujetos
a los que Breivik envió su manifiesto terrorista. Pionero de la escena
musical del black metal noruego, neonazi confeso, “pagano” y condenado
en los años 90 por asesinato fue detenido junto a su esposa de
nacionalidad francesa tras la compra cuatro rifles. El detenido había
analizado y discutido en redes sociales el manifiesto de Breivik al que
acusaba de ser un agente sionista y un “perdedor
cristiano”.
No obstante a los tres días fue liberado por la fiscalía
antiterrorista de París falta de indicios. Unas semanas más tarde lanzó
un llamamiento en Internet para recabar fondos para demandar a las
autoridades francesas por lo que consideró como “brutal” detención. En este sentido, el propio Breivik, condenado por asesinar a 77 personas, demandó al Estado noruego por violación de derechos humanos en relación a su régimen penitenciario. Ganó el juicio en 2016 pero la sentencia fue revocada en 2017 por el Tribunal de Apelación noruego.
Desde el 2014, el PST, la Policía de Seguridad Estatal de Noruega ha
elevado el nivel de amenaza terrorista en tres ocasiones. La primera en
julio de 2014, cuando se llegó a la conclusión de que "la amenaza
terrorista de los extremistas islámicos contra Noruega y los intereses
de Noruega” había aumentado por parte de combatientes
extranjeros de origen Noruego y que habían estado luchando a las órdenes
de Estado Islámico y otras organizaciones terroristas.
La
segunda vez en enero de 2015 tras los atentados de París cuando se
informó que Noruega y Dinamarca podrían ser el siguiente objetivo. La
tercera vez en abril de 2017, cuando la probabilidad de un ataque
aumentó de "posible" a "probable" después del descubrimiento de una
bomba casera en Grønland, en el centro de Oslo. El autor era un joven
asilado de origen ruso y simpatizante del Estado Islámico. Justo una
semana antes el gobierno noruego había ordenado que sus agentes fuesen
armados (no es lo habitual) después de que Estocolmo fuera escenario
del atropello terrorista de una multitud en el que murieron cuatro
personas.
Según la evaluación de amenazas del PST de 2019, "los grupos de
extremistas islámicos seguirán representando la amenaza terrorista más
grave en 2019". Y es que no puede negarse, que pese a que la principal amenaza terrorista sigue siendo el yihadismo, la amenaza terrorista que más ha crecido es la del llamado terrorismo supremacista.
El Plan de Acción contra el extremismo y la radicalización violenta
presentado en julio del 2014 fue elaborado por la oficina del primer
ministro y nueve ministerios en el marco de un Comité Interministerial.
Después fue liderado por el Ministerio de Justicia y de Seguridad
Pública a los que se añadieron de organismos, instituciones y
organizaciones público privadas identificando como principales amenazas
la extrema derecha y el yihadismo. El plan pretendía mejorar los
esfuerzos preventivos bajo la consideración de que son un elemento clave
para asegurar los valores fundamentales como la democracia, los
derechos humanos y la seguridad.
El texto noruego, da cuenta de los conceptos básicos que maneja la
cultura de la seguridad del país escandinavo. Dado que el plan incluye a
diversos ámbitos y sectores el plan noruego pretende facilitar las
herramientas necesarias para búsqueda de participación, la igualdad y la
inclusión social. La prevención desde una perspectiva amplia implica
asegurar las mejores condiciones que puedan lograrse para asegurar
condiciones óptimas para el desarrollo de la infancia, la juventud y la
lucha contra la pobreza.
El objetivo, independientemente del origen de los sujetos, es promover el sentido de pertenencia,
la protección contra la discriminación, alejando el uso instrumental de
las personas como medio para la consecución de los objetivos
ideológicos del extremismo violento. Una de las cosas más interesantes y
que es un ejemplo a imitar es la identificación programática con el
Ministerio encargado de su elaboración y aplicación.
Ahora bien, las
críticas contra el Plan se dirigen a la falta de evaluación de
resultados (tal sería el caso del denominado diálogo preventivo policial
ante los delitos de odio), la necesidad de ahondar en un mayor trabajo
preventivo desde el municipalismo, investigación de los delitos de odio y
cómo no, los llamados wicked problems. Este término tiene su
perfecto ajuste en el campo de la prevención de la radicalización y el
extremismo violento donde la solución del problema responde a múltiples
variables. Estos difícilmente pueden tratarse de manera aislada y su
resolución exige grandes dosis de cooperación en un escenario cambiante y
lleno de incertidumbre.
Entre 2017 y 2019 se han producido al menos 10 atentados e incidentes
terroristas vinculados al supremacismo con un saldo de 80 muertos, al
menos 4 de ellos en Europa. Una víctima en un ataque contra una mezquita
por atropello en Londres. El asesinato de una diputada laborista del
parlamento ingles. Otra víctima en un restaurante turco y una mujer
fuera de una sinagoga en Alemania. Además, el terrorismo yihadista y el
terrorismo supremacista se complementan en la espiral de violencia.
No hay duda que el extremismo supremacista ha realizado un fácil tránsito entre la violencia política y el terrorismo,
debiendo de darle desde los aparatos del Estado la debida respuesta.
Prevenir es evitar, sabiendo, eso sí, que el éxito no está garantizado.
La lucha contra el extremismo es la lucha de la democracia contra la sin
razón, pues el extremismo siempre tendrá como principal manifestación,
no solo el odio, la ignorancia y el fanatismo, si no la violencia y el
terrorismo." (Ramón Echániz, Nueva Tribuna.es, 24/10/19)
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