8/5/19

Realizaron huelga en los talleres de costura a los que eran obligadas a asistir y trabajar ya que eran pura explotación. “Se cosía ropa por una miseria para las empresas”...

"(...) Natividad Camacho García-Moreno. Una luchadora que pasó por Ventas en 1968 por pertenecer al movimiento obrero sindical del sector textil de Madrid -ampliamente feminizado- y quien agradece que recuperemos la memoria porque “hacerlo es valorar y comprobar que aún quedan muchas cosas por las que hay que pelear”.

Natividad, venía predestinada a revolucionar el mundo. Nacida en Fuencaliente (un pequeño pueblo de Ciudad Real) se trasladó a Puertollano a los tres meses de vida con sus padres. Allí con un progenitor que pertenecía al PCE y que trabajaba en las minas de Calvo Sotelo, hacía de pequeña, como otros y otras hijas de estos mineros, de correo sindical.

 “En solidaridad con la huelga general de los mineros de Asturias, las minas de Puertollano también se pararon. Sin mucha conciencia de lo que hacía, nos colábamos por los ventisqueros de la mina y llevamos la revista Mundo obrero y La Pirenaica a los huelguistas”, recuerda. “A los 15 años ya participo con conciencia de todo que hacían mis padres y vecinos, porque la lumbre de Asturias alumbraba a todo el país”, matiza.

Esta activista no se arrepiente ni un ápice de su destino. “La lucha fue el mejor acierto. Combatir contra una dictadura tan larga es un orgullo y una manera de sanar la herida de haber nacido en una familia represaliada. Saber que mis dos abuelos y mis tíos fueron fusilados víctimas de la Guerra Civil, y mis dos abuelas y mis padres fueron encarcelados, es un dolor muy grande pero a la vez me impulsó a poner mi grano de arena para luchar por vivir en un país libre y no en el que se veía en el NODO”.

Por eso cuando sus padres se trasladan con ella y sus otros cuatro hermanos a vivir a Madrid no dudó ni un segundo en afiliarse al PCE y empezó a trabajar en Estrecho en una fábrica textil. “Se trataba de entrar en la empresa más grande para que las chicas y los chicos conocieran el movimiento obrero”, recuerda. Allí Natividad comenzó su camino en Comisiones Obreras y a luchar por que el sector textil tuviera un convenio digno.

 “En aquellos momentos el movimiento estudiantil empezó a organizarse, fuimos capaces de hacer una tabla reivindicativa, de pedir explicaciones o de ir como observadores a los convenios del colectivo de la Confección de Vestido y Tocado de Madrid, que hasta el nombre tenía enjundia”. Un camino que además de acarrearle la entrada en prisión en varias ocasiones, le supuso tener que afrontar multas enormes para la época y vivir estados de excepción.

Su paso por Ventas lo recuerda con tristeza y fuerza a partes iguales. “En el año 68 a finales de marzo me detienen por formar parte de una asamblea de Comisiones Obreras en la estación de Zarzalejo. Cerca de 100 personas nos reunimos en un albergue de los marianistas para hacer una reunión y a la vuelta nos interceptaron. Conmigo había otras cinco mujeres del sector. Yo era reincidente.

 Nos llevaron a la Dirección de Seguridad de Madrid, y al ser tantos reaccionamos dándonos ánimos los unos a los otros y cantando Rosas en el mar de Massiel. Aquella fue una respuesta de solidaridad que el Régimen no se esperaba. Nos retuvieron en esas dependencias durante 72 horas hasta que nos mandaron al Tribunal de Orden Público. El 5 de abril ingresé en Ventas una cárcel en ruinas, horrorosa, siniestra”, rememora Natividad.

Una cárcel tétrica

Esta sindicalista recuerda lo lúgubre de unas celdas de aislamiento durante cuatro días en la que tiene que estar junto con otras tres mujeres. “En estas celdas se levantaba una media pared y en la parte más alta hasta el techo había unas alambradas. 

Daba la sensación de estar en unas jaulas”, comenta.
Tras salir del aislamiento se encontró en uno de los patios con otras presas históricas como la estudiante Lola Canales –que también dejaría escritas sus memorias carcelarias- condenada a cuatro años de prisión; la libertaria Alicia Mur o Pilar Pérez Benito y Encarnación Formentí, militantes del PCE marxista-leninista, entre otras. 

Allí, unidas en la sororidad, se organizaron para pasar el tiempo formándose. “Pilar Bravo que estudiaba económicas, nos enseñaba economía; Pilar Pérez, que sabía chino, se empeñó en enseñarnos chino mandarín.

 Encarnación que hacía yoga nos quería hacer las mejores yoggies –ríe al recordar- hasta que nos dimos cuenta que el empeño por aprender estaba muy bien pero que ni el chino ni hacer yoga no nos iba a servir de mucho para la lucha ni nos iba a sacar de allí. Por eso nos decidimos a pedir una celda abierta para podernos reunir y organizarnos mejor”, cuenta a Público.

En Ventas todas estas mujeres hicieron gala de su lucha. Realizaron huelga en los talleres de costura a los que eran obligadas a asistir y trabajar ya que eran pura explotación. “Se cosía ropa por una miseria para las empresas”. También alzaron la voz ante el rancho que les daban de comer. “Recuerdo que era pésimo. Nos daban restos, raspas de pescado o acelgas con pimentón que flotaban en platos de aluminio que nunca se fregaban bien”. 

 Además Natividad recuerda que su grupo era el más revolucionario. “Llegamos a cantar La Internacional el 1 de mayo y nos castigaron. Reivindicábamos todo porque sentíamos que con ello hacíamos lo correcto y además hacíamos genealogía de otras presas que antes habían pasado por Ventas”, relata.

Y como en Ventas había mucho tiempo para pensar y dar vueltas Natividad recuerda la impresión de las mujeres prostituidas. “Me conmovía mucho su actitud. Se las llamaba las piculinas, porque en aquella época no se podía decir prostituta y menos puta. Ellas llegaban a Ventas con multas de 15 días, por eso las llamaban quinceneras.

 Su mundo era un mundo de miseria, de mujeres muy jóvenes que entraban y salían de la cárcel porque desde la propia comisaría así se decidía. Las penas de libertad las pagaban ellas y no quienes pagaban por prostituirlas. Su trato era vejatorio. Las funcionarias las tenían de voceadoras, es decir, gritaban los recados al resto de las presas. 

En un mundo personal como el mío en el que venía de una posición reivindicativa te das cuenta que el Régimen no solo nos reprimía a nosotras sino que aún era peor con ellas. Por eso salgo de Ventas con la idea aún más arraigada de acabar con el franquismo”, finaliza."                     (Nuria Coronado, Público, 04/05/19)

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