22/3/19

Caddy Adzuba: “Las multinacionales que explotan el coltán en Congo ilegalmente arman a quienes violan a las mujeres... vienen aquí quienes fabrican móviles porque sin coltán no hay teléfonos inteligentes, eso está probado”

"República Democrática del Congo, el país de Caddy Adzuba (Bukavu, 1981), está en guerra desde 1996. Desde los 15 años, que esta periodista y jurista ha convivido con un conflicto armado que se ha cobrado miles de víctimas y que tiene su más tremenda expresión en la violencia sexual que sufren diariamente las mujeres.

Adzuba está en España invitada por la Coordinadora de ONGD. De la mano de esta institución participó ayer 20 de marzo en una mesa sobre mujeres y periodismo en África que tuvo lugar en La Casa Encendida, en Madrid. Un día antes, conversaba con El Salto.

Adzuba sabe de qué habla, y está acostumbrada a dirigirse a foros internacionales en los que la observan con la admiración con la que se mira a una superviviente. Su labor como periodista ha sido premiada en varias ocasiones. Es integrante de Radio Okapi, emisora creada por la MONUSCO (Misión de Naciones Unidas en la RDC) para contribuir en el proceso de paz.

 También es presidenta de la Asociación de Mujeres en los Medios, da charlas y conferencias donde describe el horror de lo que vio en los primeros años de la guerra, y recuerda a quien la escuche el vínculo que une la explotación de minerales como el coltán por parte de occidente con la violencia que vive el pueblo congoleño, y especialmente sus mujeres.
Se evoca el conflicto civil del Congo como uno de los casos paradigmáticos en los que se ha usado la violencia sexual de manera masiva contra las mujeres. ¿Cuáles son las razones para que esta forma de violencia se haya normalizado en el país? ¿Cómo se explica que tantos hombres puedan acabar asaltando sexualmente a mujeres?
Es una violencia que se da en un marco de guerra. Como en muchos otros países del mundo, incluida España, está la violencia basada en el género, el machismo que hace que la mujer sea acosada, que la mujer sea violada. Junto a esto la guerra nos ha traído otra forma de violencia sexual en la que el cuerpo de la mujer ha sido utilizado como arma de guerra, como campo de batalla. Se ha utilizado a la mujer para hacer la guerra, se ha utilizado a la mujer con objetivo de guerra, pero también para tener control sobre toda la comunidad. 

Es una estrategia de guerra que ha llevado a este tipo de formas de violencia masiva hacia las mujeres. Se ha enrolado a los niños en ejércitos, las niñas han sido reducidas a esclavas sexuales, eso claramente ha perturbado no sólo la situación social de toda la República Democrática del Congo sino que esa violencia ha trastornado la vida nacional y la política del país.

¿Cuáles son los efectos de toda esa violencia sobre las mujeres, pero también sobre los hombres?
Los efectos son muy vastos, terribles, la base social ha sido totalmente destruida, la mujer ha sido reducida a una situación de pobreza sin precedentes. Ha sido deshonrada, reducida a su expresión más simple, ha sido deshumanizada. También los hombres han sufrido violencia sexual, hay un porcentaje de hombres que han sido igualmente víctimas, pero incluso, —no como víctimas directas de violencia sexual— podemos decir que los hombres también han sufrido la violencia sexual de sus mujeres, son hombres traumatizados, hijos traumatizados, toda la comunidad ha quedado así. 

 Las consecuencias se manifiestan también en el interior, en el plano de la salud física y mental, en todos los planos. Sobre todo en el caso de las mujeres, la mujer es anulada físicamente, necesita asistencia médica para sanar su cuerpo, apoyo psicológico para restablecerse, asistencia jurídica para poder reclamar sus derechos. Pero también necesita asistencia económica para conquistar su autonomía y no quedarse enclaustrada.

Todo eso hace que hoy vivamos en una situación de confusión social, una situación donde ya no comprendemos la mentalidad de unos u otros, que se relaciona también con problemas psiquiátricos que estamos viendo en nuestro país, en nuestras ciudades, en los territorios que se han visto verdaderamente muy afectados por el conflicto. Las consecuencias son realmente nefastas y afectan a todos los sectores de la vida pública, sea a la economía, a la salud, a la política, la seguridad del país.

Usted ha estado trabajando estos años con mujeres que han pasado por todo tipo de violencia. ¿Qué ha aprendido de ellas, de sus relatos?
Escuchando estas mujeres expresarse, contar sus historias, he entendido que el hombre es un lobo para el hombre, todo lo que nos pasa no cae del cielo, somos los humanos que nos destruimos entre nosotros y nos odiamos entre nosotros, yo he entendido que los intereses egoístas pueden destruir este mundo.

 La gente no sabe mirar al otro, le da lo mismo las consecuencias exactas que esto implica, prima el interés privado y no piensa en el otro. Una se pregunta qué mundo es este en el que las personas no pueden cohabitar, la gente no puede amarse, comprender las diferencias, y actuar y sacar lo mejor de cada uno para construir un mundo, un país mejor. Esta es una comprensión del mundo que yo no tenía antes, y que tuve después de escucharlas.

Pero también me han dado lecciones de grandeza, las mujeres congoleñas que han sobrevivido a esta violencia sexual, yo no sé de dónde sacan la fuerza, de dónde reponen las energía para superar este tipo de daño, son daños terribles, enormes, sobre el cuerpo humano, que el cuerpo humano no puede soportar 

Leyendo los relatos, las descripciones de las violaciones, es difícil entender cómo se vuelve de algo así. 

 Doy un ejemplo banal, un día estaba hablando con un colega, un amigo que conocí en Francia —un blanco— comparábamos la resiliencia de la mujer negra y la resiliencia de la mujer blanca en relación con cómo podemos soportar el dolor, los problemas. Doy este ejemplo porque hay muchos suicidios relacionados con la depresión en Occidente, problemas ligados con la vida en Occidente, las dificultades económicas. La gente llega a suicidarse por eso, y yo no conseguía entenderlo. “Se ha suicidado porque ha perdido su trabajo, después se quedó sin dinero, ya no tiene nada, se ha deprimido, se siente solo y se ha suicidado”. 

 Eso es demasiado pequeño en relación con lo que nosotras vivimos allí, en relación con la violencia sexual que vivimos. Yo invito a toda esa gente que se deprime a venir al Congo, ver cómo las mujeres luchan por sobrevivir. No puedes saltar de un puente porque has perdido tu trabajo. 

Hay que venir al Congo para saber qué es el sufrimiento, estas mujeres consiguen sobrevivir, superar sus problemas. Te van a decir, tengo que pelear, tengo que vivir.Yo no quiero minimizar los problemas, los problemas de quien decide suicidarse seguramente serán graves, pero hay grados. Yo misma he aprendido de estas mujeres a intentar ver más allá de nuestro sufrimiento, más allá de nuestra situación de víctimas. 

Esas mujeres han conseguido cambiar su vida, han pasado de ser víctimas a convertirse en mujeres líderes. Una mujer completamente destruida hace 10 o 20 años que solo quería morir, llega poco a poco a reconstruirse, a renacer de sus cenizas y convertirse en otra persona, viviendo con sus heridas. Se transforma en una mujer que dice: es verdad, fui violada. Y qué. No vais a arrebatarme mi vida, no me vais a robar la valentía, y yo voy a trabajar por mi país, voy a luchar para que esto no le ocurra a nadie más. Es eso lo que yo he aprendido de este trabajo, la belleza de la fuerza interior.  

Pero más allá de la fuerza individual, entiendo que es en el estar juntas, donde se construye también esa salida. Usted pertenece a varios espacios colectivos, ¿qué potencial tienen? ¿cómo se sostienen en el tiempo? Leí en una entrevista que temía por la continuidad de Radio Okapi.

Estos espacios no pueden desaparecer, las asociaciones de mujeres, el trabajo que hacen las mujeres congoleñas de base es trabajo que permite la continuidad, preservar los logros de todos los proyectos que se han desarrollado hasta ahora. Respecto a Radio Okapi, a partir de ahí va a sobrevivir. Radio Okapi forma parte de un proyecto de la Misión de Naciones Unidas en Congo, la MONUSCO y es una misión que desaparecerá algún día, sería una pena ver que la radio también desaparece, porque es realmente una estructura que ha ayudado y que ha participado en el paz, y que da muchos espacios a las mujeres. 

Trabaja en esta dinámica de igualdad de genero, lucha contra la violencia sexual, a través de sus emisiones y programas. Hay que trabajar sobre la perennización de radio Okapi, hay que poner muchas cosas en marcha para que esa radio pueda sobrevivir. Es un espacio que va a desarrollar estrategias para que la radio no muera tras la salida de la misión de Naciones Unidas en el Congo. No sé, no soy empleada de radio Okapi, yo solo soy periodista en un programa: creo que los líderes deben de estar pensando sobre eso.

¿Y en vuestra radio?
En el caso de nuestra radio, hemos conseguido montar una estructura por parte de las propias mujeres para prevenir eventualmente tener que cerrar cuando acaben los apoyos. Antes yo había creado espacios en radios temáticas, especialmente radios de mujeres, como Radio Mama, en el seno de la Asociación de Mujeres en los Medios. Se está intentando encontrar fondos para ver, cómo vivir, cómo sobrevivir y cómo conseguir implantarse en todo el país, pues no estamos aún en todas partes, solamente en algunas ciudades del Este.

 Realizamos acciones de perennización para que podamos algún día ampliar esta dinámica que ha comenzado y aporta sus frutos, así como los espacios de cambio compuestos por mujeres que se han creado, que están ahí.

Las mujeres se organizan en sinergia para intentar quedarse juntas, para ejercer apoyo mutuo, hablar de la situación y ver cómo se solucionan los problemas. Sobre cómo ayudarse, porque sin la fuerza de las unas y las otras, sin trabajar codo a codo, no podríamos llegar a los resultados a los que hemos llegado.

 Es un conjunto, es un trabajo de conjunto que se hace en el terreno y que va a continuar siempre, porque somos conscientes de nuestra situación, somos conscientes de que la unión hace la fuerza, las mujeres no tiene los medios pero tienen la fuerza, la capacidad de unirse, de trabajar juntas, de romper el silencio para que las cosas se muevan. Se mueve poco, pero con el tiempo esto va dar resultados.

¿Cómo se combate la violencia sexual?
Hay varias respuestas. En lo que se refiere a la violencia sexual basada en el género, la violencia machista, hay que poner en marcha bases sólidas de educación, yo pienso en la masculinidad positiva. Desde el principio, el niño debe de aprender que está aquí para proteger a las mujeres y a las niñas. Debemos tener hombres que hayan sido educados, formados, para respetar los derechos de las mujeres. Si no es el caso, siempre vamos a hablar de la misma cosa año tras año.

Hay que mirar a los hombres que son machistas, los que golpean a las mujeres, los que llegan incluso a matarlas en la sociedad española, una sociedad desarrollada, una sociedad democrática, una sociedad que tiene instituciones fuertes, pero en la que con todo sigue habiendo hombres que pegan a las mujeres, que continúan ejerciendo violencia sobre las mujeres, o sobre sus compañeras. Hay que hacer que puedan entender su pasado. 

Hay que trabajar con los hombres, no solo con las mujeres, hay que poner los hombres en esta máquina, en el proceso de cambio, hay que empujarles para que comprendan, ¿cómo se han criado? ¿qué les decían de las mujeres?, ¿qué saben de las mujeres?¿cuál es el lugar que la daban a las mujeres? Hay que entender todo eso para resolver el problema.

Hay que educar desde la base, desde la primaria, hay que introducir estos aspectos en la educación, porque si se habla de la sexualidad en la primaria, también hay que hablar del respeto de género, y del respeto de la paridad entre hombres y mujeres.

¿Y en el marco de la guerra?
En mi país se han usado las violencias sexuales como arma de guerra en situación de conflicto. Es necesario detenerlo, lucha contra la impunidad para poner fin a la violencia sexual, hay que trabajar por el fin de la guerra, por el proceso de paz. Además a parte de eso, hay que intentar reforzar la resiliencia, pero también trabajar con las mujeres para que puedan recuperarse, volver a su lugar. Indemnizar estas mujeres supervivientes, víctimas, que han perdido todo y promover su autonomía igualmente,

Pero también un aspecto político que no debemos olvidar para luchar contra la violencia sexual es la participación de las mujeres en los lugares de toma de decisión, la mujer tiene que participar, para tener leyes sólidas, para ejercer un acompañamiento sólido a esas leyes, porque cuando la mujer participa hay cosas que no puede dejar pasar.

En todo caso lo que es más importante es el fin de la guerra.

Usted no se cansa de recordar la responsabilidad de Occidente en la situación del país.
Está probado que esta guerra tiene sus orígenes en la explotación de minerales en el Congo, es decir, en una cuestión económica. ¿Y quién explota esos minerales? Occidente, es occidente quien los utiliza para fabricar móviles, coches, y así. Detrás del conflicto del Congo, están quienes necesitan coltán, ellos son quienes arman a los grupos armados. 

Según las investigaciones que han hecho expertos de Naciones Unidos, expertos de organizaciones internacionales de defensa de los derechos humanos, han encontrado un vínculo entre la explotación de materiales y la guerra del Congo.

 Habría que hacer presión sobre las empresas y multinacionales para que rastreen los minerales del Congo, para que no sean minerales de sangre, sino extraídos desde el respeto a la ley, el respeto al pueblo congoleño, el respeto al territorio del que viene. Si Europa y Occidente necesitan nuestros minerales, necesitan respetar de dónde vienen, deben extraerlos respetando a los congoleños, dialogando con nosotros. Esto va a contribuir a acabar con la guerra, a dejar de financiar los grupos armados y trabajar con la población local porque la riqueza tiene que ser compartida con los congoleños.

¿Hay un movimiento de la sociedad civil contra la extracción ilícita de minerales del Congo y todo lo que conlleva?
De hecho, la sociedad civil no está contra la extracción de minerales en el Congo, porque estos minerales son un recurso económico para nuestro país que debería enriquecer a la población congoleña, darnos empleos. Eso es legítimo, pero hay un problema, las multinacionales que explotan el mineral en Congo, lo hacen ilegalmente, no respetan nada, de hecho, arman a los grupos, a los rebeldes, a quienes no hacen otra cosa que robar, saquear, matar, masacrar y violar a las mujeres.

Hay una dicotomía porque se toman los recursos del Congo, pero no se quiere construir país, no se quiere pagar el precio por la extracción, las tasas. Las empresas que se instalan en un país deben respetar las normas, hay normas societales que hay que respetar porque estamos destruyendo el entorno, hay que pagar un precio, hay que recuperar el medio ambiente, reconstruirlo, hay que trabajar con la población local que tiene sus derechos. Evidentemente eso cuesta dinero, estas empresas multinacionales no quieren pagar esto, por eso prefieren trabajar en la ilegalidad.

Las organizaciones civiles quieren que esto se haga en el respeto del derecho, del hombre, de la legalidad, del código minero congoleño, del respeto de las normas internacionales. La sociedad civil también quiere que los congoleños puedan beneficiarse de su riqueza, no podemos seguir siendo ricos en el subsuelo y vivir como mendigos, somos muy pobres. No es lógico, estamos hablando de nuestros minerales, minerales que están enriqueciendo otros países.

Tenemos el coltán, vienen aquí quienes fabrican móviles porque sin coltán no hay teléfonos inteligentes, eso está probado. Imagina que tienes la posibilidad de comprar aquí un teléfono por 200 euros, pero cuando nos llega a nosotros el mismo teléfono, a nosotros, que hemos puesto el coltán, te cuesta 500 euros. Hace falta realmente apelar a la sociedad civil occidental, llamo a la sociedad civil española a estar atenta y reflexionar sobre esta situación porque no se puede seguir así.

 Esta desigualdad a través del mundo, esta injusticia es la que hace que la inmigración no se pueda parar. En África la gente piensa que es en Europa que está la vida, que si Europa viene a robar nuestros minerales, entonces nosotros buscaremos también la buena vida allí. Es necesaria la igualdad. El equilibrio a través del sistema mundial para que las cosas puedan estar en su sitio, y para que cada cual pueda vivir en su país en paz y ser libre de hacer lo que pueda."                   (Enttrevista a Caddy Adzuba , Sarah Babiker  , El Salto, 21/03/19)

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