"«No sé cómo empezar, pues soy analfabeta. En mi vida he tenido varios
traumas. El primero, haberme criado sin padre; y, el segundo, no haber
podido estudiar por falta de medios económicos». Así comienza el relato
de las memorias de Mercedes Velasco Pedrero escritas por su hija Paloma
Rivero Velasco, nieta de Maximiliano Velasco Sánchez, uno de los 4.000 ciudadrealeños que se llevó por delante la represión franquista y
que fue condenado a pena de muerte por garrote vil en 1942 por el
delito de «adhesión a la rebelión tras un juicio sumarísimo», como en
otros muchos casos.
El único recuerdo de su padre que guarda Mercedes son los tres años
que pasó con él bajo la cama de su hogar, escondidos siendo inocentes y
sin poder llamarlo papá, «sólo chache Maxi», para que nadie sospechara,
cuenta a ABC Paloma. Así, hasta que alguien lo delató, se lo llevaron a
la cárcel de Ciudad Real y ya jamás lo volvió a ver. «En prisión
-relata- fue el único sitio donde lo pudo llamar por su nombre, pero ya
no pudo besarlo ni abrazarlo». (...)
Los recuerdos de esta mujer son los de una vida escuchando a una
madre que no podía olvidar que con tres años le arrebataron a su padre
injustamente. La historia de Maximiliano comienza con un matrimonio
normal, acomodado gracias a la tienda de comestibles que tenían en
Ciudad Real y en la que compraba todo el mundo. Pero, cuando estalló la
Guerra Civil, todo cambió: los jornaleros no tenían trabajo y él les
daba de comer.
Según narra su nieta, «la injusticia que vio le llevó a adquirir un
posicionamiento que no gustaba a las clases pudientes y al clero, que
dejaron de ir a la tienda del ‘rojo’, por lo que comenzó a arruinarse.
Cuando ya no pudo más, se fue de voluntario a la guerra sin despedirse
siquiera de su familia». Una herida por disparo lo dejó cojo e hizo que
regresara antes de lo previsto a su hogar, donde no le quedó más remedio
que esconderse durante tres años, tras los cuales fue delatado por el
casero de su piso y entró en prisión, donde murió por garrote vil.
Los restos de Maximilliano yacen en una fosa común en el cementerio de Ciudad Real, donde los investigadores creen que podría haber hasta 1.000 represaliados del
franquismo. Ahora, el nombre de la inmensa mayoría de ellos ocupa un
lugar en la memoria colectiva gracias a este libro, que recoge estos
testimonios. «Con este trabajo -señala Jorge Moreno-, lo que se ha
pretendido y se ha conseguido es, por un lado, saber cuantitativamente
casi todos los nombres y apellidos de las víctimas. Y, por otro lado,
conocer cómo, dónde y cuándo murieron, su estado civil, su profesión o
su ideología». (...)" (Mariano Cebrián, ABC, 10/12/18)
No hay comentarios:
Publicar un comentario