17/12/18

El único recuerdo de su padre que guarda Mercedes son los tres años que pasó con él bajo la cama de su hogar, y sin poder llamarlo papá, «sólo chache Maxi», para que nadie sospechara,..

"«No sé cómo empezar, pues soy analfabeta. En mi vida he tenido varios traumas. El primero, haberme criado sin padre; y, el segundo, no haber podido estudiar por falta de medios económicos». Así comienza el relato de las memorias de Mercedes Velasco Pedrero escritas por su hija Paloma Rivero Velasco, nieta de Maximiliano Velasco Sánchez, uno de los 4.000 ciudadrealeños que se llevó por delante la represión franquista y que fue condenado a pena de muerte por garrote vil en 1942 por el delito de «adhesión a la rebelión tras un juicio sumarísimo», como en otros muchos casos.

El único recuerdo de su padre que guarda Mercedes son los tres años que pasó con él bajo la cama de su hogar, escondidos siendo inocentes y sin poder llamarlo papá, «sólo chache Maxi», para que nadie sospechara, cuenta a ABC Paloma. Así, hasta que alguien lo delató, se lo llevaron a la cárcel de Ciudad Real y ya jamás lo volvió a ver. «En prisión -relata- fue el único sitio donde lo pudo llamar por su nombre, pero ya no pudo besarlo ni abrazarlo».  (...)

Los recuerdos de esta mujer son los de una vida escuchando a una madre que no podía olvidar que con tres años le arrebataron a su padre injustamente. La historia de Maximiliano comienza con un matrimonio normal, acomodado gracias a la tienda de comestibles que tenían en Ciudad Real y en la que compraba todo el mundo. Pero, cuando estalló la Guerra Civil, todo cambió: los jornaleros no tenían trabajo y él les daba de comer.

Según narra su nieta, «la injusticia que vio le llevó a adquirir un posicionamiento que no gustaba a las clases pudientes y al clero, que dejaron de ir a la tienda del ‘rojo’, por lo que comenzó a arruinarse. Cuando ya no pudo más, se fue de voluntario a la guerra sin despedirse siquiera de su familia». Una herida por disparo lo dejó cojo e hizo que regresara antes de lo previsto a su hogar, donde no le quedó más remedio que esconderse durante tres años, tras los cuales fue delatado por el casero de su piso y entró en prisión, donde murió por garrote vil.

Los restos de Maximilliano yacen en una fosa común en el cementerio de Ciudad Real, donde los investigadores creen que podría haber hasta 1.000 represaliados del franquismo. Ahora, el nombre de la inmensa mayoría de ellos ocupa un lugar en la memoria colectiva gracias a este libro, que recoge estos testimonios. «Con este trabajo -señala Jorge Moreno-, lo que se ha pretendido y se ha conseguido es, por un lado, saber cuantitativamente casi todos los nombres y apellidos de las víctimas. Y, por otro lado, conocer cómo, dónde y cuándo murieron, su estado civil, su profesión o su ideología». (...)"                   (Mariano Cebrián, ABC, 10/12/18)

No hay comentarios: