19/11/18

Víctor Manuel: “A mi abuelo lo mataron por dos estufas”

"Víctor Manuel ha convivido con decenas de perros. Pero nadie como Tula. Era capaz de bajar cada día con la cesta de la comida para su tío de Ribono a Mieres, donde trabajaba de taquillero en la estación. Tres kilómetros de trayecto. Y regresaba... Era un animal superdotado. Incluso para intuir su muerte. “No se me olvida como cuando ya estaba muy mal, mi abuelo cavó su fosa y ella se metió dentro para tumbarse antes de ser sacrificada”. Víctor reconocería esa tumba hoy a ojos cerrados, pero le da rabia que muchas otras anden sin que sepamos quienes las ocupan. (...)

Víctor es un músico de raíz y memoria, de enjundia y conciencia. “Un optimista escéptico”, se define. Y eso se desprende de su copla Digo España, un canto de amor con reproches, pero escrito con la cabeza alta: “Digo España y qué bien suena esa palabra: No la arrojo contra nadie y contra nada”, reza su estrofa principal. 

Un tema al que vuelve 36 años después de componer España, camisa blanca de mi esperanza: “Saboreo bien este país, aunque a ratos me gusta y otros, no. Nos pesa el término como a mi generación nos pesó en su día la bandera. 

La hemos encajado con el tiempo, con la naturalidad con que la han aceptado luego los más jóvenes después de ganar el mundial de fútbol”.

Las razones están no sólo en la canción en sí, también en el propio disco. Concretamente en temas como He cortado estas flores. Una topografía amarga de las cunetas. Un exordio cargado por el peso del silencio que vivió de niño: “A mi abuelo paterno lo fusilaron en Oviedo. Mi padre casi nunca me habló de ello. El miedo persistió en sus hijos pero no en los nietos”.

 Las preguntas le pesaron tanto que al morir su padre, quiso saber. “Accedí a su caso. Lo habían denunciado unos ferreteros de Mieres por haber robado, según ellos, dos estufas. La clase política ha ido a rebufo de un asunto tan doloroso. Lo fusilaron y lo enterraron en una fosa donde dicen que en los alrededores hay 1.800 más sin identificar. 

Yo iba con mi padre al cementerio de Oviedo y él dejaba unas flores en un lugar indeterminado, a ojo”. Pero con la imagen del abuelo fija en su cabeza y las razones mezcladas. “En vez de estufas, creyó que lo habían denunciado por una cesta de huevos. Aun así, cuando nos trajo a Madrid de visita una vez, nos llevó al Valle de los Caídos. Qué cosas, ¿no?”.  (...)"                  ( , El País, 07/11/18)

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