29/5/18

Los asesinos sacaron sus cuchillos y, uno a uno, fueron desfigurando los rostros de los cadáveres, dejándolos irreconocibles

" Ocurrió en el concejo de Lena (Asturias) a finales del año 1937. La guerra allí había terminado hace unos meses y se daba inicio a una nueva fase de represión selectiva y cruel. Celesto, por entonces un chaval de 16 años, iba a paso lento con su caballo en busca de algo de leña, cuando un camión se paró junto a él. 

“¿Donde vas chaval?”, le preguntaron. “O caminas para delante o te vas para atrás, pero aquí no puedes estar”. Entonces, estimuló su caballo y tomo más prisa que nunca en su tarea.

Por suerte, Celesto García, que falleció hace unos años, pudo contar con pelos y señales lo que ocurrió tras acelerar el paso. “Comenzaron a sonar disparos. Poco a poco, arrastrándome, siempre procurando ir bien escondido, me situé en un lugar donde pude ver lo que allí ocurrió”, explicaba Celesto a algunos miembros de la Asociación de Memoria Histórica de Lena (Asturias) que recogieron su testimonio.

“Lo que sucedió allí fue atroz. Había dos grupos de personas, uno de diez y otro de doce, hombres jóvenes que atados de pies y manos a tiros asesinaron”. Allí, quieto y en soledad, pudo ver como tras la matanza llegaba una última acción de crueldad.

Los asesinos sacaron sus cuchillos y, uno a uno, fueron desfigurando los rostros de los cadáveres, dejándolos irreconocibles. Después de unos minutos, con el escenario despejado, bajó corriendo al pueblo de Pajares para avisar al maestro, quién reunió a un grupo de hombres para ir a la cuadra de Parasimón -donde Celesto decía que ocurrió todo- y enterrar los cuerpos con la esperanza de que algún día pudieran ser exhumados.

 “Se abrieron dos grandes fosas, enterrando cada grupo junto”, puntualizaba Celesto. De todos los hombres que allí fueron enterrados solo se tienen pruebas fehacientes de la identidad de uno: Luis Cienfuegos Suárez, militante de Izquierda Republicana y miembro de la Federación de Trabajadores de la Tierra. 

Desde hace años, sus nietos luchan por sacar a su abuelo y el resto de fusilados de la ya conocida fosa de Parasimón. Concretamente, desde 2010. Para su desgracia, el miedo a hablar de los crímenes del franquismo fue tal que ni los propios descendientes de Luis Cienfuegos sabían exactamente quién fue su abuelo.

 “La figura del abuelo queda en el olvido debido al silencio de la posguerra. Nosotros sabíamos que el abuelo había muerto en la guerra. Con los años, fuimos obteniendo más datos y la primera pista fue la de Celesto”, explica a Público Toño Naves Cienfuegos, uno de los nietos.

En esa búsqueda incesante por la reconstrucción de su memoria familiar y de la memoria de un pueblo enterrado en cunetas, apareció Celesto con su testimonio esperanzador. A él se aferraron ante la escasez documental y el espaldarazo habitual de las instituciones. 

Tirando de los hilos de su relato, consiguieron localizar las dos fosas, situadas en la ya mencionada cuadra de Parsimón, un lugar abrigado por laderas que se halla nada más terminar el pueblo de Pajares. Al testimonio de Celesto se unió el de otro lugareño “que ha querido permanecer en el anonimato” que vino a confirmar el lugar exacto de las dos fosas, asegura Toño. (...)"               (Alejandro tene, Público, 23/05/18)

No hay comentarios: