26/9/17

Trágica y terrible era la visión de los hombres que llegaban a la cárcel destrozados, en una condición tal que era difícil reconocerles. Algunos permanecían, durante horas o días, tirados en el suelo desnudos. El franquismo mató cerca de un millón de muertos, entre fusilados y fallecidos por las enfermedades y palizas recibidas

"Jaime Menéndez El Chato no fue un periodista desapercibido en su tiempo. El primer español que llega como periodista a la redacción del New York Times provenía de una familia humilde y una aldea remota en el Concejo asturiano de Salas, conocida como Sobrerriba, con apenas un centenar de habitantes. (...)

En 1919, con 18 años, emigraría a Cuba junto a sus hermanos para iniciar una nueva vida. “No quería servir al Ejército y marchó a La Habana para compaginar sus estudios autodidactas de lenguas extranjeras, especialmente inglés, periodismo, política internacional, historia y literatura”. 

Dos años más tarde, pegaría el gran salto al nuevo continente, afincándose en Nueva York. Como dependiente en una pastelería primero y más tarde como redactor en el diario La Prensa, que llegó a dirigir, donde conocería la oferta de trabajo en el prestigioso Times. (...)

“Trabajó muy duro para quedarse” apunta su nieto. Una crónica sobre un partido de béisbol lo llevó a pisar el despacho del jefe del rotativo, Herbert Lionel Mathews. Chema recuerda como Mathews preguntó qué quién había escrito dicha crónica. “Un español que está en deportes” le contestaron. Mandó que le llevasen a su despacho y hablaron largo y tendido. 

Una de las cosas que le dijo fue que escribía mejor en inglés que él mismo. Tras esa larga reunión Hebert L. Matthews le dijo: “A partir de mañana empiezas en política internacional”. Chema apunta que “esa era la auténtica pasión de mi abuelo”. Fue en esa sección donde el Chato empezó a escribir sobre la realidad de su país y la Segunda República. (...)

Matthews tenía gran admiración por la figura del Chato, a quién le propuso en 1932 la importante tarea de volver a España como corresponsal. Sería contratado por la North American Newspaper Alliance, (NANA) la organización sindical a la cual pertenecía el New York Times.
En aquella España moderna, llena de cambios y avances, hizo todo tipo de reportajes.

 Entrevistó a los principales miembros del gobierno para hacer llegar a los Estados Unidos todos sus planes en economía, ciencia, educación, reforma agraria, cultura y feminismo. Chema destaca la fuerte impresión que tuvo para el Chato “las misiones pedagógicas”. (...)

Poco después sería enviado por la Agencia americana y el gobierno de la República a Alemania para realizar un estudio pormenorizado sobre el nazismo. En las líneas de sus crónicas destacaba los discursos de Hitler. “Observamos cómo la gente se volvía loca con la oratoria del Führer; pudimos comprobar que estábamos ante el comienzo de una nueva barbarie, la eclosión del Nazismo”. (...)

 Pronto llegaría el Madrid de la guerra, de la que el Chato no partiría más hacia América. Chema destaca que “llegó a dirigir el diario El Sol, sustituyendo a Enrique Sánchez Cabezas. (...)

“Era un hombre muy importante que se quedó hasta el último momento en la capital, asediado por los rebeldes franquistas, soldados marroquíes, nazis e italianos. Fue uno de los sesenta y seis periodistas que no abandonaron su lugar de trabajo”. 

De aquel grupo de corresponsales, solo seis pudieron escapar. El resto fueron encarcelados en el campo de concentración de los Almendros.

 El Chato sufriría en primera persona torturas, enfermedades, hambre, hacinamiento y hedores, en algunos lugares tenía que hacer sus necesidades donde dormía. Aquella brutalidad nunca la pudo olvidar en vida. Durante su cautiverio emprendió también una lucha antifranquista, formando células clandestinas con su mejor arma: su pluma. Era consciente que debía transmitir el horror sufrido en su libro titulado The Jail

 Esta obra en inglés la escribiría a escondidas, en una libreta que camuflaba en el doble fondo de su boina. Su familia la pudo rescatar con un mensaje en castellano donde le advertía “No preocuparos si os lo encuentra un guarda civil, aunque sepa inglés, no se enterará de nada”.

En The Jail detallaba los rostros de los presos republicanos, tras las palizas recibidas en las cárceles “Trágica y terrible era la visión de los hombres, que llegaban a la cárcel destrozados, en una condición tal que era difícil reconocerles. (…) Algunos de ellos permanecían, durante horas o días, tirados en el suelo desnudos. Otros, con la ayuda de amigos o compañeros, bajaban al patio para que el sol ayudase a curar lentamente sus heridas y cicatrices”.

El Chato tardaría cinco años en conseguir la liberta condicional, el 26 de enero de 1944. A su salida fue contratado como secretario del agregado de prensa de la Embajada de Estados Unidos en Madrid y desde allí “formó parte de la célula antifranquista más relevante de aquellos momentos”, como indica el profesor Fernando Hernández Sánchez en su libro ‘Los años de Plomo’.

Sin embargo, la presión policial era muy fuerte y decidió, junto a su familia y la connivencia del Partido Comunista aceptar la oferta de redactor jefe del diario España en Tánger. Chema recuerda a Público que consiguió este cambio de residencia al Norte de África gracias a sus jefes directos del departamento de prensa: Mr. Wyse, Mr. Hughes y Mr. Bonsal. “Entre todos le arreglaron todos los papeles para poder exiliarse a Tánger con su familia, también intervino en el proceso Gregorio Corrochano, director del diario España de Tánger, que lo contrató”, aclara Chema.

 El historiador Fernando Hernández Sánchez destaca que muchas de las cifras recopiladas sobre los asesinatos perpetrados en la represión franquista “coinciden con el trabajo clandestino que hizo para el gobierno de los Estados Unidos el Chato siendo agregado de prensa en la embajada de Madrid Abel Plenn.

 El investigador aclara que este “trabajo aunque ha sido ignorado en España y fuera de ella, fue publicado, en Estados Unidos y en México, en 1946. Sus cifras se guardan bajo un libro titulado Viento en los Olivares, que describe con gran rigor y minuciosidad la verdadera cara del régimen franquista”.

 En 1944 la War in Office de los Estados Unidos mandó al departamento donde estaba El Chato el encargo de hacer un informe oficial de la represión franquista. “Mi abuelo colaboró clandestinamente. Las conclusiones fueron paladinas.

 El régimen franquista produjo desde el fin de la guerra hasta la mitad de la década de los 40 cerca de un millón de muertos, entre fusilados y fallecidos por las enfermedades y palizas recibidas. Solo esperemos que algún día el gobierno de los Estados Unidos lo desclasifique para que todo el mundo sepa realmente lo que ocurrió aquellos años”.

De 1946 a 1947 El Chato, en su exilio de Tánger, se incorporó a otra célula clandestina y desde su puesto de redactor jefe y luego de subdirector del diario España mantuvo una línea pionera crítica a la dictadura franquista en la prensa española.

En 1957 regresó con su mujer, Avelina Ranz, a Madrid. Sus tertulias antifranquistas, en diferentes cafés de Madrid, adquirieron bastante fama, compartiendo las mismas con personajes comprometidos en la causa como Héctor Vázquez Azpíri, Fernando García Vela, Juan Antonio Cabezas, Goico Aguirre, escultor y dibujante y Alfonso Tortosa, comandante médico de Carabineros en la guerra civil, entre otros. (...)"                 (María Serrano, Público, 17/09/17)

No hay comentarios: