Resistentes judíos del levantamiento del Gueto de Varsovia
“El mundo entero, sabíamos, estaba celebrando el Primero de Mayo
ese día y, en todas partes se pronunciaban palabras contundentes e
importantes. Pero nunca se había cantado la Internacional en condiciones tan diferentes, tan
trágicas, en un lugar donde toda una nación había y aun estaba siendo
exterminada. Las palabras y la canción encontraron eco entre las ruinas
carbonizadas y eran, en ese momento, una indicación de que la juventud
socialista todavía seguía luchando en el gueto, y que incluso, cara a la
muerte, no habían abandonado sus ideales”. Marek Edelman
Un
día de abril de 1943, un grupo de combatientes de la resistencia judía
lanzó una insurrección armada contra los nazis. Estaban orgullosos de
ser socialistas e internacionalistas.
En
la víspera de la Pascua de 1943 - diecinueve de abril - un grupo de
varios cientos de jóvenes judíos pobremente armados del Gueto de
Varsovia comenzaron una de las primeras insurrecciones contra el nazismo
en la Europa ocupada.
Para el pequeño grupo de
combatientes judíos- en las líricas palabras de un militante - “morir
con las armas en las manos es más hermoso que sin ellas” y, aislados del
mundo exterior, resistieron durante veintinueve días contra un enemigo
mucho mayor, motivados por el deseo de matar a tantos fascistas como
pudieran antes de caer ellos. El levantamiento, grabado en la memoria
colectiva de los judíos de la posguerra, sigue siendo motivo de orgullo y
de reafirmación.
Nadie pone en duda hoy que su
heroísmo jugó un papel crucial en la guerra. Pero menos conocido es el
hecho que su insurrección, lejos de ser espontánea, fue producto de la
planificación y preparación de un grupo relativamente pequeño - y muy
joven - de radicales judíos.
El gueto
Pocas
semanas después de la invasión nazi de Polonia, el gobernador Hans
Frank ordenó a los cuatrocientos mil judíos de Varsovia concentrarse en
un gueto. En noviembre de 1940, alrededor de quinientos mil judíos de
toda Polonia habían quedado encerrados entre sus muros, separados del
mundo exterior y sumido en un completo aislamiento social.
Rodeado por un muro de diez pies de alto, la creación del gueto implicó el desplazamiento de aproximadamente el 30 por ciento de la población de Varsovia al 2,6 por ciento de la ciudad: el área designada no tenía más de dos millas y medio de largo y previamente solo alojaba a unas 160.000 personas.
Rodeado por un muro de diez pies de alto, la creación del gueto implicó el desplazamiento de aproximadamente el 30 por ciento de la población de Varsovia al 2,6 por ciento de la ciudad: el área designada no tenía más de dos millas y medio de largo y previamente solo alojaba a unas 160.000 personas.
En el gueto, los judíos fueron
obligados a vivir en el hambre y la pobreza. Muchas familias no tenían
más que una habitación individual, y la grave falta de alimentos obligó a
que unas cien mil personas aproximadamente tuvieran que sobrevivir solo
con un plato de sopa al día. El sistema de saneamiento colapsó y no
había manera de controlar las enfermedades. Desde marzo de 1942, cinco
mil personas morían mensualmente de enfermedad y malnutrición.
La
situación era desesperada - y, sin embargo, la respuesta inicial de la
dirección de la comunidad judía fue de inacción. Tras la creación del Judenrat (Consejo
Judío) - una organización colaboracionista establecida con la
aprobación de los nazis para facilitar la implementación de las
políticas anti-judías - algunos habitantes cayeron en una falsa
sensación de seguridad.
La actitud que impregnaba el gueto, una interpretación a partir de la historia judía, era que el nazismo no era más que otra forma de persecución de las muchas que el pueblo judío había sufrido y sobrevivido.
La actitud que impregnaba el gueto, una interpretación a partir de la historia judía, era que el nazismo no era más que otra forma de persecución de las muchas que el pueblo judío había sufrido y sobrevivido.
Otros - como el
militante de Hashomer Hatzair Shmuel Braslaw - comenzaron a reconocer un
respeto envidioso por parte de los residentes del gueto hacia los
alemanes. “Nuestros jóvenes aprenden a quitarse la gorra cuando se
cruzan con los alemanes”, escribió Braslaw en un documento interno,
“sonríen con la sonrisa del siervo y obedecen. . . pero en el fondo de
su corazón arde un sueño: ser como [los alemanes] - guapos, fuertes y
seguros de sí mismos. Poder patear, golpear e insultar, sin miedo al
castigo. Despreciar a otros, como los alemanes desprecian a los judíos”.
Contra
esta desmoralización, comenzaron a surgir señales de desafío mediante
la auto-organización de la izquierda en la comunidad judía. Comunistas,
socialistas-sionistas de diferentes tendencias, y socialdemócratas se
organizaron en células en el gueto, con el objetivo de transformar la
miseria en una organización política importante.
Todos los partidos - el Bund , una organización de masas socialdemócrata que había disfrutado de una gran popularidad antes de la guerra; el grupo marxista-sionista juvenil Hashomer Hatzair ; el partido sionista Poale Sion de Izquierda ; y el Partido Comunista se volcaron en esta estrategia, organizaron células que buscaban revivir las actitudes colectivistas entre una juventud judía emocionalmente paralizada y descontenta.
Todos los partidos - el Bund , una organización de masas socialdemócrata que había disfrutado de una gran popularidad antes de la guerra; el grupo marxista-sionista juvenil Hashomer Hatzair ; el partido sionista Poale Sion de Izquierda ; y el Partido Comunista se volcaron en esta estrategia, organizaron células que buscaban revivir las actitudes colectivistas entre una juventud judía emocionalmente paralizada y descontenta.
En
aquellos tiempos oscuros, las estructuras de las organizaciones
juveniles proporcionaron un anclaje social y psicológico contra el
hambre y la depresión. “El día que fui capaz de restablecer contacto con
mi grupo”, escribió la joven militante comunista Dora Goldkorn “fue uno
de los días más felices de mi vida dura y trágica en el gueto”. Para el
proyecto de desarrollar una dirección de la resistencia entre los
jóvenes, mantener el ánimo alto era crucial; los actos de amistad, como
compartir la comida, eran tan importantes como la distribución de
literatura anti-nazi.
En 1942, las distintas
organizaciones de jóvenes se sentían lo suficientemente confiadas como
para considerar la formación de un “Bloque Antifascista”. Ante la
insistencia de los comunistas, se redactó un manifiesto que buscaba unir
a la izquierda judía en el gueto de Varsovia, con la esperanza de
generalizar esta unidad política a otros guetos.
Llamando
a un “frente nacional” contra la ocupación, por la unidad de todas las
fuerzas progresistas sobre la base de reivindicaciones comunes y el
antifascismo armado, el manifiesto era un eco de los frentes populares
de antes de la guerra en su metodología organizativa.
Poale
Sion de Izquierda se sumó con entusiasmo, al igual que el Hashomer
Hatzair - que volvió a insistir en su fidelidad a la Unión Soviética, a
pesar de la oposición del Kremlin al sionismo. El Bund, sin embargo,
eran menos fiables, debido a su anticomunismo histórico y su rechazo de
una acción armada específicamente judía, porque el partido defendía
abiertamente que Polonia era la patria de los judíos polaco y muchos
bundistas se negaban a un marco unitario que no fuese polaco-judío.
El periódico del Bloque Antifascista, Der Ruf ,
tuvo dos ediciones. Sus contenidos se centraron sobre todo en aplaudir
la resistencia soviética e instar a los habitantes del gueto a aguantar
hasta la inminente liberación a manos del Ejército Rojo.
Los
destacamentos de combate del Bloque contaban con militantes
pertenecientes a todas las organizaciones del movimiento obrero, pero el
eje central de la organización fue Pinkus Kartin . Un
convencido comunista en Polonia antes de la guerra y veterano de las
brigadas internacionales en España, Kartin era un líder tanto político
como militar. Para el historiador Israel Gutman ,
que militaba en Hashomer Hatzair en su juventud, Kartin “sin duda
impresionaba” a los jóvenes cuadros sin experiencia clandestinos.
Fue
el arresto y asesinato de Kartin en junio de 1943 lo que dio la señal
para actuar al Bloque Antifascista. Su detención provocó una intensa
represión contra los Jóvenes Comunistas, que vieron su número diezmado y
pasaron a la clandestinidad. Por eso, cuando la Organización Judía de
Combate (ZOB) se fundó varios meses más tarde, los comunistas estuvieron
ausentes en un primer momento - aunque su línea política fue confirmada
y aplicada por Abraham Fiszelson, un líder de Poale Sion de Izquierda,
que habían sido amigo y mano derecha de Kartin desde su época en España.
Durante
ese período, los dirigentes de la derecha de la comunidad judía
formaron un grupo rival, la Unión Militar Judía (ŻZW). Dirigida por el
grupo juvenil sionista de derechas Betar y financiado por la alta
sociedad, la ŻZW se apoyaba en ex oficiales del ejército que querían
luchar una guerra ortodoxa contra los nazis utilizando la disciplina de
un ejército regular - a diferencia de la ZOB, que se consideraba la
expresión armada del movimiento obrero judío.
Por otra parte, las conexiones de la ŻZW con los nacionalistas polacos, el antisemita gobierno en el exilio polaco y el movimiento de la derecha revisionista-sionista provocaron sospechas entre los dirigentes del ZOB.
Por otra parte, las conexiones de la ŻZW con los nacionalistas polacos, el antisemita gobierno en el exilio polaco y el movimiento de la derecha revisionista-sionista provocaron sospechas entre los dirigentes del ZOB.
Por
el contrario, según Israel Gutman, los voluntarios típicos del ŻOB eran
“hombres jóvenes de unos veinte años, sionistas, comunistas,
socialistas -. idealistas sin experiencia de batalla, sin entrenamiento
militar”. Mientras que la propaganda del ŻZW era muy nacionalista, la
propaganda y la literatura del ŻOB defendía un internacionalismo
antirracista, ofrecía comentarios intelectuales sobre la situación del
mundo, y debatía sobre el movimiento obrero.
A
pesar de los tiempos oscuros, los miembros del ŻOB pertenecían a una
tradición política que aspiraba a un mundo mejor, y trataba de crearlo a
través de su lucha.
La resistencia
El
ŻOB adoptó como su objetivo una insurrección antinazi. Sin embargo,
reconocia que era fundamental conseguir el apoyo mayoritario para la
organización en la comunidad en general. Y se decidió que ello implicaba
la intimidación y la ejecución de los colaboradores judíos con los
ocupantes.
Para los militantes del ŻOB, los
colaboradores representaban un ala auxiliar del fascismo que era
instrumental a la hora de facilitar la deportación de los judíos
polacos. Para demostrar que esa postura no sería aceptada en el gueto,
los militantes del ŻOB decidieron ejecutar al policía judío Jacob
Lejkin.
Por su “dedicación” en la deportación a Auschwitz de los judíos, Lejkin fue ejecutado de un disparo, y ello provocó el pánico generalizado entre los colaboracionistas en el gueto. Más tarde fue ejecutado Alfred Nossig en febrero de 1943. Józef Szeryński, el ex jefe de la policía del gueto, se suicidó para evitar su propio destino.
Por su “dedicación” en la deportación a Auschwitz de los judíos, Lejkin fue ejecutado de un disparo, y ello provocó el pánico generalizado entre los colaboracionistas en el gueto. Más tarde fue ejecutado Alfred Nossig en febrero de 1943. Józef Szeryński, el ex jefe de la policía del gueto, se suicidó para evitar su propio destino.
Estas
acciones aseguraron la centralidad del ŻOB en el movimiento de
resistencia, y también animaron a la resistencia más allá de sus
filas. Su objetivo era demostrar que se podía desafiar a la colaboración
y que hacerlo era un deber moral. Y en un corto período de tiempo
habían ganado a muchos habitantes del gueto a esta posición.
Con
el paso de los meses, el espectro de la muerte se convirtió en
omnipresente. Entre junio y septiembre de 1942, trescientos mil judíos
habían sido deportados o asesinados, destruyendo la comunidad judía
polaca. En estas circunstancias desesperadas, todo el mundo había
perdido a alguien y muchos jóvenes empezaron a no sufrir la ansiedad de
tener que proteger a sus familias y se comprometieron con la actividad
política militante. En pocas palabras, cuantos más judíos fueron
asesinados en los guetos, menos obligaciones personales sentían los
supervivientes, y el sentimiento de responsabilidad por las represalias
de los nazis disminuyó.
También surgió el
menospreció por el auto-afligido martirio de Adam Czerniakow, el líder
del Judenrat, que se suicidó en julio de 1942. Para los jóvenes
socialistas judíos, como el destacado bundista Marek Edelman, Czerniakow
había “hecho de su muerte un asunto privado”, un símbolo de privilegio
en contraste con Edelman y sus compañeros de clase trabajadora que
esperaban su turno en las listas de deportación. Para ellos, dijo, el
sentimiento mayoritario en aquellos tiempos era que el liderazgo
político exigía que “se muriese, no en silencio, sino con una
explosión”.
El levantamiento
En
muchos sentidos, las esperanzas de la izquierda al llamar a una lucha
común contra la barbarie nazi había sobrevivido a su propia base a la
que iba destinada: la comunidad judía estaba en proceso de ser
exterminada. Lo que ahora importaba era la iniciativa de lo propios
jóvenes izquierdistas - y la mayoría estuvo a favor de un levantamiento.
En
la mañana del lunes 18 de enero, seis meses después de las primeras
deportaciones en masa de los judíos de Varsovia (lo que redujo el número
de habitantes del gueto de cuatrocientos mil a aproximadamente unos
setenta u ochenta mil), los militantes del ŻOB surgieron de la multitud
de deportados para atacar a los soldados alemanes, matando a varios de
ellos.
Hubo una serie de ataques durante cuatro días, protagonizados por militantes que se infiltraban entre las columnas de mano de obra esclava que marchaban hacia la Umschlagplatz, salían de las filas a una señal dada, y atacaban a los guardias alemanes. Aunque decenas de combatientes ŻOB cayeron, la confusión creada por los combates permitieron a algunos escapar - y demostraron que en el gueto también podían caer los nazis.
Hubo una serie de ataques durante cuatro días, protagonizados por militantes que se infiltraban entre las columnas de mano de obra esclava que marchaban hacia la Umschlagplatz, salían de las filas a una señal dada, y atacaban a los guardias alemanes. Aunque decenas de combatientes ŻOB cayeron, la confusión creada por los combates permitieron a algunos escapar - y demostraron que en el gueto también podían caer los nazis.
En abril de 1943,
había una conciencia general de que el gueto iba a ser exterminado por
completo. Se planeó una insurrección armada general ante la siguiente
provocación nazi. El 19 de abril, cinco mil soldados dirigidos por el
general de las SS Jürgen Stroop entraron en el gueto para eliminar a sus
últimos habitantes; en respuesta, aproximadamente unos 220 voluntarios
del ŻOB comenzaron su ataque, desde los sótanos, los pisos y los techos,
cada uno armado con una sola pistola y varios cócteles molotov.
La
revuelta provocó el caos, pillando a los nazis por sorpresa y matando a
muchos soldados de la Wehrmacht y las SS. En respuesta, el ejército
alemán, humillado por las bajas que había sufrido a manos de unos
prisioneros que creían derrotados hacía mucho tiempo, inició una
política de abrasar sistemáticamente a los combatientes. Parafraseando a
un militante del ŻOB, fueron las llamas - no los fascistas – las que
derrotaron a los combatientes.
Los combates cuerpo a cuerpo se prolongaron durante días, y a finales de abril el mando coordinado del ŻOB se derrumbó, el conflicto en gran parte quedó limitado al ataque con lanzallamas de los alemanes contra pequeños grupos de judíos armados escondidos en bunkers para tratar de escapar.
Los combates cuerpo a cuerpo se prolongaron durante días, y a finales de abril el mando coordinado del ŻOB se derrumbó, el conflicto en gran parte quedó limitado al ataque con lanzallamas de los alemanes contra pequeños grupos de judíos armados escondidos en bunkers para tratar de escapar.
Según
los relatos, la bandera roja y la bandera azul y blanca del movimiento
sionista ondearon sobre los edificios incautados por el ŻOB. El luchador
más joven muerto fue un activista bundista de trece años de
edad. Aunque sin experiencia como fuerza de combate, un documento
interno anónimo del Bund, que llegó a Londres en junio de 1943, hizo
hincapié en la unidad política “ejemplar” y la “fraternidad” entre los
grupos de izquierda en el combate.
El inquebrantable compromiso con el que los jóvenes combatientes del ZOB se aferraron a sus sueños de socialismo se ejemplificó en un conmovedor acto del 1 de Mayo celebrado en medio de las ruinas del gueto.
El inquebrantable compromiso con el que los jóvenes combatientes del ZOB se aferraron a sus sueños de socialismo se ejemplificó en un conmovedor acto del 1 de Mayo celebrado en medio de las ruinas del gueto.
En él participó Marek Edelman, que lo refleja así en sus memorias:
“El
mundo entero, sabíamos, estaba celebrando el Primero de Mayo ese día y,
en todas partes se pronunciaban palabras contundentes e
importantes. Pero nunca se había cantado la Internacional
en condiciones tan diferentes, tan trágicas, en un lugar donde toda una
nación había y aun estaba siendo exterminada. Las palabras y la canción
encontraron eco entre las ruinas carbonizadas y eran, en ese momento,
una indicación de que la juventud socialista todavía seguía luchando en
el gueto, y que incluso, cara a la muerte, no habían abandonado sus
ideales”.
El último grupo de dirigentes del
ŻOB se suicidaron juntos el 8 de mayo, rodeados por el ejército nazi, en
su base de Mila 18. A mediados de mayo, el gueto había sido arrasado, y
la gran sinagoga de Varsovia fue personalmente volada por el general
Stroop el 16 de mayo para celebrar el final de la resistencia
judía. Sólo cuarenta combatientes del ŻOB habían escapado hacia el lado
“ario” de Varsovia, donde varios más cayeron antes del fin de la guerra
en el posterior levantamiento de toda la ciudad en 1944.
La lección
En nuestra época, el criminal de guerra George W. Bush puedo rendir un cómodo homenaje a
los combatientes del Gueto de Varsovia. Lo mismo sus humanitarios
colegas David Cameron y Barack Obama, que pronunciaron unos discursos
llenos de moralina sobre el heroísmo de la revuelta. Sus lugares comunes
son el producto de la simplificación histórica de los hechos con el
tiempo - algo que es probable que aumente a medida que los testigos
directos del Holocausto nos dejan, a menudo con su testimonio sin
compartir.
Más peligroso aun son los intentos de
borrar las posiciones políticas que alentaron esa resistencia
heroica. Esta misma semana, la Universidad de Vilnius en Lituania anunció que
conmemoraría a los estudiantes judíos asesinados en el Holocausto -
siempre y cuando no hubieran participado en actividades políticas de
izquierda o en la militancia anti-nazi.
Frente a
este ataque a la historia, la tarea de la izquierda es la defensa de
los combatientes de la ZOB de la condescendencia del patrocinio oficial o
de las oscuras posibilidades de una demonización del estado. Sólo
podemos hacerlo recordando lo que muchas de aquellas personas fueron:
jóvenes militantes, comprometidos con los ideales de la izquierda,
rebosantes de entusiasmo por un mundo mejor, marginados con su
comunidad.
Judíos por nacimiento y comunidad, se
lanzaron a la lucha como internacionalistas, como participantes de una
lucha mundial contra el fascismo y el capitalismo. A pesar de su
debilidad, su actitud – negarse a una sumisión que significaba la
muerte, resistir incluso contra toda probabilidad porque era un
imperativo moral – fue un ejemplo para los republicanos españoles en los
campos y en la resistencia, para el maquis comunista francés, para sus
compañeros polacos del otro lado de los muros del gueto, y para los
otros judíos que languidecían en los campos de concentración.
Su
historia es un recordatorio de la brutalidad y la desesperanza del
Holocausto, pero también un brillante ejemplo de aquellos que en el peor
de los casos - en palabras del poeta partisano Hirsh Glik – “nunca pueden decir que han alcanzado el final del camino”. (Marcus Barnett , Jacobin, en Sin Permiso, 27/04/17)
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