9/9/16

Las víctimas ‘indirectas’ de la represión franquista

"Los historiadores y sobre todo los responsables de los estragos causados por los conflictos bélicos, que en principio no son deseados pero tampoco evitados, han acuñado y abusado de una expresión eufemística: daños colaterales. (...) 

 Los daños “indirectos” de la represión en Robleda, donde ha sido posible una verificación cercana, sirven de referencia. Los asesinatos de vecinos de Robleda  dejaron 40 huérfanos, entre ellos 5 hijos póstumos, 14 viudas (dos eliminados eran viudos) y varias personas enfermas. 

En un contexto de desamparo algunas de ellas fallecieron entre 1936 y 1948, como sucedió con otras igualmente afectadas por la represión en este territorio (Iglesias 2008a).

16 de diciembre de 1936. Amable Cecilio González Villoria, de ocho días, hijo póstumo de Amable González, de enfermedad (RCR).

22 de julio de 1937. Ángela Mateos Ovejero, de 4 meses, hija póstuma de José Mateos García. Murió de enfermedad y malnutrición, después de ser devuelta por la familia encargada de su lactancia (la esposa de un hermano de Aristóteles González, que tenía tres hijos), en la Casa Cuna de Ciudad Rodrigo.

Fecha sin comprobar de 1937. Un Hijo de José Mateos Carballo, “de enfermedad de los bronquios”, en Valladolid, durante la guerra, sin otros datos (R 2011).

Fecha sin comprobar de 1937. Juan Arturo García Sánchez, labrador, de trastornos psicológicos, en el manicomio de Salamanca. Al parecer, esta persona se vio afectada por las ejecuciones extrajudiciales de que eran responsables sus propios familiares, hasta el punto de pensar que él mismo podía ser una víctima elegida (R 2014).

2 de febrero de 1938. Rafaela Mateos Hernández, de 18 años, hija de Fermín Mateos, soltera. La tradición familiar (R 2016) recuerda que era una de las personas encargadas de dejar escondida la comida y la ropa a su padre fugitivo. Después se sintió responsable de su hallazgo por los asesinos, un trauma psíquico que le impediría luchar contra la  septicemia de la que oficialmente murió.

21 de junio de 1938. Rafael Samaniego Toribio, de 50 años, casado, tejedor, cuñado de Ángel, Juan y Julián Ovejero y José Mateos García. Murió de edema pulmonar (RCR), pero de hecho, habiendo sufrido detención carcelaria en 1936 durante la persecución de sus cuñados, fue incapaz de superar  el mismo trauma psíquico que su esposa, a cuyo fallecimiento se adelantó en una docena de días.

3 de julio de 1938. Juliana Ovejero García, de 43 años, casada, hermana de Ángel, Juan y Julián Ovejero y cuñada de José Mateos García. Murió de bronconeumonía (RCR). Según su hermana Mª Antonia, fue incapaz de superar el miedo y el trauma psíquico provocado por la tragedia familiar.

25 de marzo de 1939.  Pablo Samaniego Ovejero, de 13 años, sobrino de los cuatro mencionados ejecutados extrajudiciales. Falleció a consecuencia del mismo trauma psíquico que sus padres, aunque la causa oficial fuera una  nefritis (RCR).

27 de abril de 1939. Pablo Marcos Mateos, de 24 años, hijo de Felipe y María, labrador, soltero. Anduvo huido en el verano de 1936, cerca del Plantío, quizá a causa de una escopeta que le hallaron escondida entre la paja. Después tuvo que incorporarse al ejército franquista y, al volver de permiso cuando ya se habían producido los asesinatos, tuvo discusiones con los falangistas, tachándolos de cobardes porque mataban a mansalva en la retaguardia. Al término de la guerra no volvió al pueblo, probablemente por temor, enfermedad y desamparo. Oficialmente murió de “miocarditis postgripal” en Palencia (Registro Civil).

27 de marzo de 1940. Cirilo Gutiérrez Mateos, de 31 años, hijo de Eulo[gio] y Joaquina, jornalero, casado con María González García, padre de tres hijos. Falleció por disparos de Carabineros cuando practicaba un contrabando de subsistencia, en Casillas de Flores (RCCdF, 01/06/40).

24 de marzo de 1943. Juliana Mateos Prieto, de 35 años, casada. Murió de tuberculosis (RCR), pero en la enfermedad incidieron las secuelas de la bárbara agresión de que fue objeto en su propia casa y estando su marido presente (siendo buscado) en 1936, por parte del jefe local, que, además, era primo suyo. Así lo señalan testimonios concordantes registrados desde 1973 (por personas adultas en 1936) hasta hoy (por personas menores entonces), aunque, obviamente, solamente los presuntos victimarios y las víctimas asistieron a los hechos.

14 de agosto de 1945. Agapito Cabezas Calvo, jornalero, represor, por disparos de la Guardia Civil en el carbonar de “La Huerta de Morán”, Descargamaría (Dil.DM/45; Iglesias 2008a). Fue víctima de un mal entendido cuando dos guardias civiles del puesto y dos guardas municipales practicaban el “servicio de correrías” en el paraje de “Pasadera de las Cascajeras”, en el límite de la provincia de Salamanca, tenido por muy sospechoso, cuando observaron la presencia de ocho hombres (carboneros) que tomarían por maquis. En la tradición local se interpretó el hecho en clave de castigo divino, por la delación en 1936 contra el alcalde Fermín Mateos en un paraje cercano. (...)"                 (David rodríguez, Salamanca al día, 07/09/16)

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