"El hombre vivía en las afueras de
Concud, un pueblo, poco más que una aldea modesta, integrada hoy en el
municipio de Teruel. Pero en plena guerra tenía algo de vida y unos
pocos habitantes más. Uno de ellos, un labrador menudo y bajo, callado y
discreto. Pero observador, muy observador.
Una noche cerrada de agosto
del 1936 y entre el silencio, la quietud y las sombras, hacia la parte
de la vieja venta ya desaparecida, en lo que se conocía como los pozos
de Caudé situados junto a un descampado aledaño a lo que hoy es la
carretera N-234 de Sagunto a Burgos, el labrador había escuchado
atemorizado el insólito tronar del motor de un camión, seguido poco
después por el sobresalto de una descarga cerrada de fusilería.
Disparos
aislados realizados a modo de tiro de gracia con un arma mucho más
ligera, probablemente una pistola, pusieron el colofón a suceso tan
insólito. Como un hecho casi anecdótico, el labrador, campesino
constante y de buena memoria él, retuvo en su recuerdo el número
aproximado de detonaciones escuchadas durante lo que creyó un episodio
aislado, pero para su sorpresa el incidente volvió a repetirse la noche
siguiente, remedando al pie de la letra el guión de la anterior.
Y desde
esa fecha, el acontecimiento excepcional se convirtió en pauta y norma,
fielmente ajustada ésta a la misma amedrentante liturgia de muerte. Y
del resultado de esa inequívoca pauta macabra, fue dejando el labrador
rastro contable en una libreta escrita a lápiz.
Día tras día,
pistoletazo a pistoletazo, nuestro hombre fue anotando cada uno de los
estampidos que servían a los asesinos para rematar los últimos
estertores de agonía de los republicanos liquidados. 10, 11, 12..., 100,
300... Y así, un interminable rosario de muerte.
Con el tiempo, supo el
labrador que los falangistas locales, los franquistas y la guardia
civil hacían razzias por toda la provincia de Teruel, arrestando a
alcaldes, maestros, farmacéuticos, presidentes de agrupaciones de
partido, dirigentes de círculos obreros, sindicalistas..., de Teruel
capital, Santa
Eulalia, Gea de Albarracín, Villarquemado, Concud,
Caudé, Dos Torres, Las Cuevas y de muchos más lugares y que los
arrestados, casi sin excepción, desaparecían para nunca más volver.
Esta
funesta ceremonia se vino reiterando hasta que cesó en diciembre de
1937, momento en que el aterrorizado labrador cerró su libreta y dio por
concluida su mortífera contabilidad.
Y en sopor cayó la historia y la vivencia hasta que en 1982, más delgado y achaparrado, avejentado y renqueante, ya anciano el campesino se acercó a una de las familias que con cierta frecuencia se acercaban a la zona para depositar flores en el borde ruinoso del brocal de uno de los cegados pozos artesianos de Caudé de dos metros de diámetro, colmatado con 90 metros de trágico relleno.
Y en sopor cayó la historia y la vivencia hasta que en 1982, más delgado y achaparrado, avejentado y renqueante, ya anciano el campesino se acercó a una de las familias que con cierta frecuencia se acercaban a la zona para depositar flores en el borde ruinoso del brocal de uno de los cegados pozos artesianos de Caudé de dos metros de diámetro, colmatado con 90 metros de trágico relleno.
Y armándose de valor, se dirigió a los familiares para
contarles que con paciencia y tremendo pavor, durante 1936 y 1937 había
ido anotando cada tiro de gracia en su libreta. 1.005 tiros de gracia
totalizaban sus apuntes. 1.005 muertes solo en Caudé. De ellos, cientos
de mujeres asesinadas, algunas adolescentes menores de edad, como
represalia por la fuga a los montes y al otro lado de las trincheras de
sus maridos, padres o hermanos.
De la mayoría de esos 1.000 muertos se
desconoce la identidad. 1.000 desaparecidos, 1.000 historias, 1.000
promesas de futuro truncadas por la ignorancia, la brutalidad y la
violencia. Por los ignorantes, los brutos, los violentos.
Su barbarie
llenó los pozos, a pesar de separar las remeses diarias de asesinados
con cal viva que consumía la carne republicana inocente y fue menester
que los cientos de cadáveres sobrantes anónimos fueran vergonzantemente
inhumados en fosas anejas a los pozos.(...)" (Todos los rostros, 08/07/2015)
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